Cultura

El fascinante y oscuro mundo del robo de arte

España acaba de recuperar una carta de Cristóbal Colón, de 1493, que había sido hurtada y vendida en el mercado negro por $1 millón.

El robo de arte se ha convertido en una práctica usual en las grandes ciudades del mundo y, para conseguir sus propósitos, los ladrones recurren a las más inverosímiles estrategias, a veces tan ingeniosas que ni siquiera la ficción estaría a la altura para contar esos atracos.

Los museos, que por la crisis han tenido que regular sus presupuestos en seguridad, son el principal foco para sustraer obras, pero las colecciones privadas también han sido objeto de los delincuentes.

En Costa Rica, según el Organismo de Investigación Judicial (OIJ), no existe una unidad especializada para robos de arte, por lo que son atendidos por la sección de Robos y Hurtos.

España, tras 13 años de rastreos, negociaciones, infiltrados y búsquedas, recuperó recientemente la carta escrita por el Almirante Cristóbal Colón, impresa en Roma en 1493, en la que relata a los Reyes Católicos la travesía rumbo al Nuevo Mundo.

La carta fue sustraída de la Biblioteca Nacional de Cataluña, y resultó un golpe tan bien perpetrado que los servicios de ese centro se percataron del robo un año después, cuando ya posiblemente el documento había sido sacado de España.

El robo de arte es una lucrativa práctica que los expertos de Scotland Yard y del Federal Buró de Investigaciones (FBI) ubican solo por detrás del tráfico de drogas y de armas, e involucra a delincuentes comunes, narcotraficantes, bandas criminales, anticuarios, marchantes e, incluso, en el pasado se asoció con terroristas y grupos relacionados con guerrillas. También, muchas veces las bandas que roban arte están relacionadas con la trata de personas y el tráfico de drogas y armas.

A la par del robo de arte se da otro fenómeno: el tráfico de objetos y arte antiguo, en el caso de América Latina, precolombinos, por ejemplo, el cual muchas veces se mezcla y se confunde con el primero, pero en realidad merece una consideración especial que no es el objeto de este artículo.

El Columbus Chistopher Epistolae de Insulis Indie supra Ganger Nuper Inventis fue impreso en 1493 en Roma y solo existen 16 copias autentificadas en el mundo. Por dicha razón, el incunable es un gran valor histórico. La muestra es que entre 2005 y 2006, los investigadores del caso, que involucró al Homeland Security Investigation (HSI) de la Oficina de Investigación de Inmigración y Aduanas de Estados Unidos, determinaron que la carta había sido vendida en Italia por unos $700.000, y posteriormente por $1millón en el 2009 en Brasil.

Luego de años de agarrarse de los débiles rastros que iban dejando los movimientos concernientes al documento, dieron con él, y en el 2014 el comprador entregó la carta en Wilmington, Estados Unidos, tras ser cercado por los investigadores.

A comienzos de setiembre de 2018, después de haber sido examinada por expertos y confirmar que era la carta sustraída de la Biblioteca de Cataluña, esta fue devuelta a España y en los próximos días esperan trasladarla a Barcelona.

EL NAVAJAZO MÁS FAMOSO

Para los amantes del arte, la madrugada del domingo 18 de marzo de 1900 marca un hito en la historia, dado que un total de 13 obras, por un valor de $500 millones fueron sustraídas del Museo Isabella Stewart Gardner de Boston, sin que 28 años después se conozca el paradero del botín robado.

Conocido como el robo del siglo, esa noche dos hombres vestidos de policía, según constató una cámara de seguridad, entraron al museo, redujeron al guarda de turno y acto seguido se pasearon por las diferentes salas durante 81 minutos, y apunta de navajazos fueron cortando obras de un gran valor artístico y económico.

Entre ellas destacan La tormenta en el mar de Galilea de Rembrandt Harmenszoon van Rijn (1606-1669), que para los expertos es especial porque es el único paisaje marino que se conoce del pintor holandés, y El concierto, de Johannes Vermeer (1632-1675).

El robo incluyó también una pintura de Édouard Manet (1832-1883), cinco de Edgar Degas (1883-1917), otra de Govaer Flinck (16615-1660) y una matraz de la dinastía china Shang, entre otros valiosos objetos.

Stephen Kurkjian, periodista del Boston Globe, lleva 27 años vinculado al caso al igual que agentes del FBI que continúan investigando y han seguido miles de pistas en casi tres décadas.

En 2016, Kurkjian publicó Ladrones maestros, donde hace un pormenor seguimiento a lo ocurrió hasta ahora con el atraco.

Para Kurkjian, hay algunos elementos clave: en primer lugar los ladrones no eran amantes ni conocedores del arte, porque no se llevaron pinturas que bien podrían tener un valor similar a las de Vermeer y Rembrandt, y cortaron a cuchillazos los lienzos, con lo cual ya dejaban entrever que no tenían conciencia del valor de lo que sustraían.

El otro aspecto que el autor maneja es que los ladrones ya están muertos. A partir de ahí se abre un abanico de conjeturas, que en su momento llevó a algunos investigadores a vincular el robo con el ejército irlándes (IRA).

Como no podría ser de otra manera, Ladrones maestros se convertirá en una película que será dirigida por el brasileño José Padhila, quien la rodará para la cadena Sony.

El valor de las pinturas y los objetos robados esa trágica madrugada del 18 de marzo de 1990 hizo que el Isabella Stewart Gardner ofreciera en 2017 una recompensa de $10 millones a quien diera pistas fehacientes que permitieran la recuperación de las obras.

NEGOCIO EN EBULLICIÓN

La empresa londinense The Art Loss Register (Registro de Obras de Arte Robadas) cuenta en su base de datos con más de 360.000 obras que han sido robadas.

Esta empresa supera con creces los números de Scotland Yard, el FBI e Interpol. Es liderada por Julian Radcliffe y fue creada en 1990, aunque sus antecedentes se remontan a 1976 con una fundación sin fines de lucro. Actualmente, tiene oficinas en Nueva York, París, Colonia y Amsterdam.

Cuando un coleccionista, un marchante o alguien que se interese por el arte, por una determinada circunstancia, quiere saber si lo que le ofrecen no procede del mercado negro, lo primero que hace es ponerse en contacto con ALR para saber la condición legal de la obra. De hecho, las principales agencias de policía del mundo suelen consultarla también.

Uno de los aspectos que llama la atención de quien navegue en la página web son los numerosos libros que ALR ha contribuido a que se escriban, ya sea por piezas recuperadas o porque los escritores se han apoyado o inspirado en la organización. Algunos de ellos son: Stolen: The Gallery of Missing Masterpieces, de Jonathan Webb; Museum of the Missing: A History of Art Theft, de Simon Houp; Art and Crime: Exploring the Dark Side of the Art World, editado por Noah Charney, y Priceless: How I Went Undercover to Rescue the World’s Stolen Treasures, de Robert K. Wittman y John Shiffman. (Estos libros se pueden comprar en línea en su versión original en inglés).

La tormenta en el mar de Galilea, de Rembrandt, es una de las obras que el Museo Isabella Stewart Gardner perdió hace 28 años.

LOS SHERLOCK

Robert Wittman fue a quien le correspondió organizar el área del FBI para atender los casos de arte robado. Con el paso del tiempo se convirtió en un especialista en acciones encubiertas, lo que lo convirtió en una leyenda del ramo. En su libro Cómo me convertí en agente encubierto para rescatar tesoros robados cuenta la forma en que recuperaron valiosas obras alrededor del mundo.

“Durante tres años fui el único agente dedicado a estas tareas en el FBI. Solo te infiltras cuando todo lo demás ha fallado. Hay dos técnicas: o te pones en contacto con el sospechoso preparando un encuentro que parece accidental o alguien te presenta como un posible comprador. Te ganas la confianza y luego traicionas. La primera regla de un agente encubierto es trabajar en un solo caso cada vez y contar las mentiras mínimas para evitar patinazos. Pero yo llevaba hasta tres casos en distintas partes del mundo. Era caótico llevar tres teléfonos encima y tener que recordar tu personalidad ficticia con cada interlocutor”, le dijo al XL Semanal de España.

Y a este Sherlock Holmes del arte no podía pasársele por encima el robo del siglo. En él estuvo tanteando aquí y allá.

“¿El sueño de cualquier detective de arte? Recuperar los cuadros robados en el Museo Isabella Stewart Gardner de Boston en 1990. Rembrandt, Vermeer. Les seguí el rastro durante dos años. Tuve que tratar con la mafia corsa. Estábamos cerca de recuperarlos, pero todo se fue al garete por la burocracia”.

Richard Ellis es otro de los veteranos en la lucha contra el robo de arte. Trabajó durante muchos años para Scotland Yard y en la actualidad lo hace para The Art Management Group, una empresa privada que también se dedica a recuperar obras sustraídas de museos y colecciones particulares.

Ellis contaba a la prensa internacional que el negocio del arte robado mueve entre $5.000 y $6.000 millones al año. De ahí que en el mercado negro solo sea superado por el tráfico de drogas y de armas.

“El valor de una pieza robada lo establecen los medios de comunicación. Un museo no dirá nada. Los delincuentes trabajan en el mercado negro con una horquilla que va entre el tres y diez por ciento del máximo valor fijado por la prensa. Muchas veces me veo obligado a negociar con criminales, pero, ojo, con limitaciones. Comprar propiedad robada es un delito en la mayoría de los países. Nunca pago un rescate; eso sería ilegal. Solo pago por información y el pago se realiza una vez que el objeto ha sido devuelto y se ha comprobado su autenticidad y que no ha sufrido daños”.

“La mujer sentada” de Matisse y “Retrato de un hombre” de El Greco, recuperados por Christopher Marinello, quien en su momento perteneciera a ALR y ahora posee su propia empresa Art Recovery, le valieron el bautizo como el verdadero Sherlock Holmes del arte, como lo conocen en Europa.

La devolución de La mujer sentada le llevó 18 meses de negociación, porque las acciones en estos ámbitos son sutiles y frágiles.

Abogado de profesión, Marinello tiene una amplia experiencia en este campo y se sabe al dedillo los trucos y los procedimientos de los ladrones, muchos de los cuales, confesó tras los citados hallazgos, no tienen ni idea de las joyas con las que tratan.

PARENTESIS OBLIGADO

El lunes 21 de agosto de 1911, Vicenzo Peruggia pasaría a la historia por haberse robado la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, pintura que hasta entonces tenía su innegable valor, pero que tras el robo se convertiría en el cuadro más famoso del mundo.

Durante dos años, las autoridades del Louvre en París estuvieron en vilo, mientras la policía realizaba sus pesquisas en busca de conectar con pistas fidedignas de quiénes tenían la obra de Da Vinci.

Peruggia, curiosamente, no era un ladrón especializado en arte, sino que aprovechó la rara oportunidad que tuvo, en un día en que el museo estaba cerrado, para salir campante con la obra.

A raíz del hurto surgieron leyendas, historias, pistas falsas, conjeturas, acusaciones y un sin fin de cotilleos que hicieron que el cuadro se transformara en una especie de celebridad.

Al propio Pablo Picasso lo tuvieron como sospechoso de habérsela robado y al poeta Guillaume Apollinaire lo encarcelaron durante una semana.

Peruggia nunca supo explicar los motivos que lo llevaron a robarse la Mona Lisa, por lo que pagó con un año de cárcel, pero hizo que la pintura de Da Vinci se convirtiera en un mito hasta el día de hoy.

ESCUELA CONTRA EL CRIMEN

La Asociación para la Investigación de los Delitos contra el Arte (ARCA, por sus siglas en inglés) fue creada por Noah Charney en 2007 y entre sus distintas funciones ofrece una maestría para profesionales que deseen especializarse en combatir y entender cómo funciona el mundo criminal que roba, saquea y trafica con arte en el mundo.

La idea del fundador es que se mezclen conocimientos del área policíal, de la historia del arte y de otras áreas, porque en su momento los investigadores sabían solo de un campo y para el combate del robo, sustracción y tráfico de arte se requieren representantes con conocimientos en distintas disciplinas.

La sede de la agrupación se encuentra en Italia y no es una elección gratuita: este es el país del mundo en que más robos de arte ocurren, entre 20.000 y 30.000 por año.

“Las obras de arte son utilizadas por bandas de delincuentes profesionales en sus negocios con drogas o armas; es decir, es habitual que paguen un cargamento de cocaína o de cualquier otro narcótico con un cuadro de un pintor famoso”, explicó Charney en su oportunidad.

Ya sean las entonces trascendentales revelaciones de Colón a los reyes de España, una pintura de Manet, Vermeer, Pablo Picasso, Degas u objetos de gran valor histórico y cultural, a los ladrones de arte les fascina esa nebulosa en que se mueven y los excéntricos riesgos que corren con tal de hacerse con un atraco que no solo afecte a museos y colecciones particulares, sino que riñan con la más pura ficción, dada las altas cuotas inverosímiles que suelen envolver a sus golpes.

 

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