Cultura Obra ganadora del concurso Teatro del Sol

El bienestar emocional y su importancia frente a la productividad

La obra Simulacros. Cuerpos que crepitan se presenta en el Teatro Universitario hasta el 27 de octubre

En una oficina, cuatro personajes están atrapados en la rutina hasta que empiezan a compartir los secretos y emociones que guardan como si tratara de cajas de cartón de embalaje.

Los personajes sufren el desgaste emocional, la lucha interna y la búsqueda de conexión en un mundo que parece desinteresado: sus sentimientos y vivencias están apilados, desordenados y a veces olvidados, y cada emoción pesa oculta hasta que se rompe y sale a luz.

Esta liberación se pone en valor en el montaje escénico Simulacros. Cuerpos que crepitan, obra ganadora del concurso Teatro del Sol de la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica (EAD-UCR).

El espectáculo se presenta en el Teatro Universitario, en San Pedro, Montes de Oca, hasta el 27 de octubre.

Las funciones son jueves, viernes y sábado a las 7 p.m., y domingo a las 3 p.m. y a las 4 p.m., con un precio de 6.000 colones para público general y 3.000 colones para estudiantes con carné y personas ciudadanas de oro. (Entradas a la venta en la boletería virtual (https://ucr.cr/r/txcja) o en la boletería del teatro).

Desde hace más de 30 años el concurso Teatro del Sol ha sido el espacio de investigación escénica de los estudiantes de la EAD-UCR, cuyo proceso deviene en un proyecto de montaje de una obra de teatro para poner en práctica lo aprendido a lo largo de la carrera.

Para 2024, Marcelo Solano Flores lideró el equipo ganador que propuso llevar a escena Simulacros. Cuerpos que crepitan del dramaturgo costarricense Cristhofer Angulo. 

Solano tomó como punto de partida una pregunta: ¿por qué presentar una obra que explora la salud mental y la represión emocional en nuestro contexto actual? La respuesta es clara: es necesario visibilizar aquello que como sociedad hemos ocultado bajo la superficie de nuestras vidas cotidianas.

«Es una obra que toca temas sobre la salud mental y está muy enfocada en la represión, en las consecuencias de las represión emocional», señaló Solano.

En relación con dicha temática, el director dijo que está basada en cómo las personas trabajadoras retienen sus emociones y vivencias en el entorno laboral, tales como el duelo. la búsqueda y crisis de identidad, así como los problemas de pareja.

En ese entorno, poco a poco se van dando cuenta que la misma rutina no les permite tener una conversación asertiva, y dado el simulacro que recrean se ven obligados a sacar las emociones reprimidas.  «El simulacro se termina convirtiendo en un espejo de sus vidas».

Otro de los objetivos del proyecto fue constituir un equipo que ensayara la libertad creativa para experimentar y explorar, cada uno en su área escénica.

Solano destacó que junto con su asistente de dirección decidieron realizar un proceso «sano de mucha conversación y mucha comunicación asertiva, y así fue realmente;  siempre nos preocupamos por las personas con quienes trabajamos», expresó Solano.

Simulación e incomunicación, por Bernardo Mena Young

En un video en redes sociales se observa un potro enterrado hasta el cuello en la tierra. La narración advierte que “la madre está desesperada”. Mientras, se enfoca una yegua al fondo que parece, efectivamente, moverse incansablemente alrededor del objetivo principal de la cámara. Dos hombres con palas en las manos rápidamente cavan para liberar al potro… Siempre he cuestionado cómo es posible que un potro quede enterrado hasta el cuello en un terreno que parece tan estable.

En los años 70, Baudrillard había advertido sobre lo que identificaba como el tercer estadio del simulacro: la simulación. En este estadio, propio de la postmodernidad, se pierde la relación de la imagen con el referente, por lo que la simulación genera lo que llamó lo hiperreal. Es decir, se produce el simulacro de lo real como única realidad posible. 

Como espacio escénico, en el caso del montaje Simulacros: cuerpos que crepitan en el Teatro Universitario, se propone la simulación de una oficina. Cuatro personas deambulan en el espacio realizando acciones que refuerzan esa producción espacial. El objetivo del día es realizar la simulación de un simulacro de catástrofe. En este sentido, la catástrofe se concibe como nos es posible imaginarla: fuego, inundaciones, muertes. 

La existencia de esta oficina se justifica entonces como la producción de una simulación, mientras se genera un espacio alterno: el de las subjetividades. Trastocadas estas, en cambio, por deseos asignados, adquiridos, confusos y rechazados. En el espacio simulado, difícilmente las relaciones interpersonales tienen esa densidad que alcanzan los conflictos de cada personaje con su propia historia. De esta forma, parecen convertirse en islas amenazadas por la catástrofe que es el mundo y la forma cómo se conciben las relaciones en la actualidad.  El simulacro de catástrofe es apenas un pálido reflejo de otras catástrofes más profundas a las cuales los personajes tratan de sobrevivir. Así, la dramaturgia de Christopher Angulo y la puesta en escena de Marcelo Solano son agudas en crear una serie de planos de simulación en medio de lo cual es difícil identificar qué puede ser real. 

Al igual que con el video del potro en peligro, lo único certero es precisamente la vulnerabilidad de la vida en medio de la producción de simulacros que mantiene el consumo continuo de la imagen como frontera del sentido.

Equipo creativo

Elenco:

Stacy Chaves
Esteban Arturo
Fio Sharpe
Sediel Solera
Dirección: Marcelo Solano
Texto: Cristhofer Angulo
Asistente de dirección: Katalina Vargas
Diseño sonoro: Sol Brenes y Luis Ruiz
Iluminación: Isabella Ubilla Robert
Diseño gráfico: Karen Centeno Gutiérrez
Diseño del espacio escénico: Sofi Morales y An Urbina
Vestuario: Ericka Boza
Audiovisual y Fotografía: Hellen Hernández
Diseño de Mapping: Melvin Parrales
Producción: Made Garita

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