Cultura Sitio arqueológico El Pedregal

El arte rupestre que brilla después de llover

Un equipo de arqueólogos multinacionales continúa las investigaciones en el sitio El Pedregal en Guanacaste

Un equipo de arqueólogos multinacionales continúa las investigaciones en el sitio El Pedregal en Guanacaste, para registrar con tecnología de punta los petroglifos creados entre el 500 A.C y el 1500 D.C.

Luego de llover, cuando aún están húmedos y a punto de secarse, los petroglifos -o grabados en roca- son maravillosamente mágicos.

Así perciben la costarricense Priscilla Molina y el francés Philippe Costa el arte rupestre que investigan en el sitio arqueológico El Pedregal, localizado en la sabana del Área de Conservación Guanacaste, inscrita en la lista del Patrimonio Mundial de la humanidad de la Unesco desde 1999.

Este es el segundo año que ambos arqueólogos se adentran en la zona con el fin de estudiar los grabados que, desde el 500 A.C al 1500 D.C, nuestros antepasados crearon en las superficies de 465 rocas halladas en un territorio que en total abarca 93 kilómetros y descansa en las faldas del volcán Orosí.

La sabana está compuesta de arbustos dispersos entre los 400 y 800 metros de altitud, en constraste con el bosque seco de bajura, húmedo y pluvial de las montañas que crecen según las alturas de las laderas del volcán.

Un equipo de arqueólogos estudian los grabados que, del 500 A.C al 1500 D.C, nuestros antepasados crearon en las superficies de 465 rocas halladas en el Área de Conservación Guanacaste. (Foto: PRAG)

De origen volcánico, las rocas decoradas yacen al aire libre y tienen diversas dimensiones, midiendo una de las más grandes 5,20 metros de largo por 4,30 metros de ancho y 2,10 metros de alto.

“Es del tamaño de un minibus”, cotejó Costa en la entrevista con UNIVERSIDAD, para luego aclarar que la mayoría no alcanza más de los 2 metros de largo, 1 metro de ancho por un 1 metro de alto.

El Pedregal es uno de los yacimientos rupestres más imponentes de Costa Rica y de los principales en Centro América, según confirman los investigadores en un escueto documento que alojaron en Wikipedia y que describe la naturaleza del proyecto que lideran.

Era necesario dar cuenta breve en internet de tan sobresaliente iniciativa, cuyo objetivo es “conocer mejor ese sitio y entenderlo; saber cuáles son sus funciones y contextualizarlo en la cordillera de Guanacaste, que es un lugar de asentamiento antiguo pero también de paso”, explicó Costa.

Dicho en la jerga académica del documento de Wikipedia: comprender “el papel del sitio entre las articulaciones transculturales de la región arqueológica de la Gran Nicoya”.

Otro de los propósitos es la divulgación tanto a la comunidad científica como al público en general, cometido que cumplen ambos investigadores con un entusiasmo contagiante y una emoción a flor de piel.

Desde el 2018 y durante cinco años, el sitio de arte rupestre es y será estudiado mediante la ejecución del Proyecto Arqueológico Guanacaste (PRAG), liderado por los arqueólogos Philippe Costa, actualmente becario del Instituto Francés de América Central; Priscilla Molina Muñoz, del Museo del Oro de Costa Rica; Martin Künne, de la Universidad de Bonn y especialista en arte rupestre de Costa Rica y Panamá; Eric Gelliot, del Instituto Nacional de Investigaciones Arqueológicas Preventivas de Francia y Simone Mercier, investigador asociado de la Universidad de París-Soborne.

Con ellos como protagonistas, el PRAG tiene un origen multinacional, en el que se conjuntan las voluntades y el trabajo franco-alemán-costarricense, con respaldo de los Museos del Banco Central de Costa Rica (MBCCR), el Área de Conservación Guanacaste (ACG), la Rheinische Friedrich-Wilhelms-Universität Bonn, la Deutsche Altamerika Stiftung (DAS), el Institut Francais d‘Amérique Centrale (IFAC) y el Laboratoire d’Archéologie des Amérique.

Se suman al proyecto otros colaboradores como el Museo Nacional de Costa Rica, el Centro de Estudios Mexicanos y Centroamericanos (Cemca) y el Institut National de Recherches Archéologiques Préventives (INRAP).

Características

Los antecedentes científicos del proyecto actual de El Pedregal son las investigaciones que Künne publicó en el 2003 sobre arte rupestre de América Central y México, y el trabajo de la estadounidense Elena Hardy, con su trabajo de campo realizado en la zona en los años noventa y en el 2005.

“Ella nos pasó muchos datos de ubicación de petroglifos que ahorita estamos retomando, para poder ir con otra metodología trabajando los mismos grabados y otros que hemos encontrado”, especificó Molina, del Museo del Oro, quien también participó junto a Hardy en dos temporadas de campo anteriores en el Proyecto Arqueológico Volcán Orosí en El Pedregal.

Durante estos dos años del PRAG, los investigadores encontraron rocas grabadas en la Cordillera y un petroglifo en El Pedregal, este último ubicado en un abrigo rocoso (cuevas poco profundas). Ambos hallazgos fueron registrados ante el Museo Nacional.

Dónde vivían los creadores de los grabados es una pregunta que acompaña a los arqueólogos y que aún no se han respondido.

“Si vivieron ahí o no…porque 400 o 500 rocas grabadas lleva su tiempo. Entonces hicimos sondeos (en el Pedregal) este año a pequeña escala, excavaciones de 80 centímetros, desde 1 metro por 1 metro en el sitio, y no se encuentra nada: no hay materiales, no hay cerámica ni lítica asociada. Son 10 centímetros de capa de humo, y después es arcilla”, precisó Costa.

Eso sugiere que los artistas no poblaban el área, sino que llegaban a hacer los grabados y se retiraban después; es decir, hacían visitas puntuales.

Para determinar la datación y características culturales de los yacimientos, los investigadores estudian si existieron vínculos con asentamientos cercanos, en qué periodo y si ese periodo corresponde a cuando el sitio estuvo en uso o no.

“En este caso está cerquísima del Lago de Nicaragua, por lo que tiene sentido que hayan habido ciertas relaciones con ese poblamiento”, destacó Molina.

A la vez, las rocas y sus motivos se pueden comparar con la cerámica de la zona y su fechamiento.

En el caso de El Pedregal, los científicos establecieron que hubo una ocupación a lo largo de varios periodos arqueológicos, a través de comparaciones entre los grabados, la cerámica y sus motivos, como las estilizaciones de la serpiente emplumada muy propias del 800 al 1550 D.C., que aparecen en ambos.

Una de las hipótesis barajadas acerca de la no existencia de asentamientos en El Pedregal tiene relación con las condiciones climatológicas de la sabana, puesto que “son muy duras: hay mucho viento, sol y lluvia; a veces las tres a la vez. No es un lugar para vivir.  Para nosotros es difícil aguantar tres semanas, salimos agotados”, apuntó Costa.

Sin embargo, para Molina en términos ambientales el lugar es maravilloso. “Cuando uno está ahí entiende porqué el sitio era tan valorado: una vista divina del volcán, del Lago de Nicaragua, del Cerro El Hacha, del Pacífico; es un punto estratégico”.

De acuerdo con Costa, hacer una análisis de la selección del lugar y las rocas aporta información relevante. “Lo importante es que se escogieron por una razón”, dijo.

De este modo, no solo el motivo (dibujo) arroja claves para el análisis y la comprensión de la función del sitio y de los grabados, sino la elección del lugar y su inserción en el paisaje.

Tecno arqueología

El proyecto de arte rupestre en El Pedregal está articulado en diversas etapas que abarcan prospecciones y excavaciones, y estudios con nuevas tecnologías de registro.

Así, por ejemplo, el uso de un dron permitió realizar más de 2000 ortofotografías de los petroglifos y el uso de la fotogrametría, construir modelos tridimensionales de las rocas decoradas.

A partir de muchas imágenes, la fotogrametría es incorporada a un programa en la computadora con el fin de restituir el modelo.

“Para esta temporada llegamos a 50 modelos en 3D. La idea es poner eso en una base de datos para que el público pueda observar los grabados, porque cuando uno hace un levantamiento arqueológico, solamente lo hace del grabado y en dos dimensiones; no se aprecia el relieve de la roca”, detalló Costa.

Este año también esperan aplicar la tecnología lídar (o prospección láser) para traspasar la vegetación de la zona, reconstruir el relieve con un margen de error de 5 cm, y realizar un registro total de la zona, siendo esta la primera vez que se usa para estudios de sitios arqueológicos.

Con esta información, los arqueólogos pueden interpretar relieves como lineamientos de rocas que a simple vista no son detectados, y que podrían ser antiguos caminos o estructuras, e incluso zonas funerarias.

Posteriormente, el proyecto propone realizar visitas virtuales con imágenes panorámicas de 360 grados. Asimismo, a mediano plazo, el Museo del Oro preparará una exhibición con los resultados de la investigación, en la que se utilicen interacciones educativas con realidad aumentada. “Aunque no es lo mismo que la experiencia de estar en el sitio, parte del valor del arte rupestre es verlo en contexto”, subrayó Molina.

Con la ayuda de estas tecnologías, el equipo de investigadores elaborará un catálogo de diseños grabados que les permitirá establecer comparaciones con otros sitios de la Cordillera, mientras que el año entrante continuará con las visitas a los sitios ya registrados para profundizar en los hallazgos y examinarán las márgenes de los ríos cercanos para ubicar nuevos petroglifos.


El arte rupestre consiste en grabados con o sin uso de pigmentos, ubicados en el lugar de origen donde fueron hechos

El artificio de los grabados

De acuerdo con los arqueólogos encargados del proyecto de El Pedregal, el arte rupestre consiste en grabados con o sin uso de pigmentos, ubicados en el lugar de origen donde fueron hechos.

“Es muy diferente a la cerámica que era un producto de intercambio, utilitario y doméstico; o a la escultura que extrae una piedra para ponerla en un contexto urbano o no. En el arte rupestre el paisaje juega un papel central”, explicó Costa.

Entre los motivos más encontrados están los diseños geométricos, seguidos de figuras zoomorfas (figuras de animales) y finalmente antropomorfas (figuras humanas).

Estas representaciones podrían estar asociadas a una cosmovisión, ritual o creencia mágico religiosa.

La técnica utilizada es diversa, siendo una de ellas la percusión de la piedra por medio del cincelado.

Según detalló Costa, en las rocas encontradas y analizadas por el equipo arqueológico, incluso se ven los puntos de la herramienta con que fueron hechos.

Posterior al cincelado, los puntos eran abrasados con otra herramienta para homogeneizar el surco, de manera que quedara continuo.

En algunos casos, la técnica tenía una etapa complementaria consistente en un alisado, que hacía lucir el petroglifo más acabado.

A la vez existía otra técnica en la que se hacían incisiones más delgadas, con el surco en V, que no excedían los 3 milímetros.

Molina también mencionó los grabados que están sobrepuestos en grabados anteriores; “eso se ve en una de las rocas principales (de El Pedregal), lo que habla de un uso más continuado en el tiempo de la roca”.

En las inspecciones de este año, los arqueólogos además encontraron otra técnica que consistía en quitar una parte grande de la superficie de la roca mediante el raspado, luego del cual no se trabajaba el surco de forma profunda sino en un espacio donde resaltaba.

“Esto se usó para formar el cuerpo pleno de los personajes del petroglifo”, dijo Costa. “Lo que hicieron fue quitar la pátina de la roca que está negra por los microorganismos, permitiendo que el color originario de la roca que es un gris resalte”, al ser fuerte el contraste.

Sin embargo, con el tiempo los microorganismos se reapropian de la zona pétrea que vuelve al negro original.

Costa y Molina señalaron que visualizar la mayoría de los grabados es difícil ya que son superficiales. “Son muy ligeros, pero hay horas del día donde se ven mejor”.

Uno de estos momentos, descritos como mágicos por los dos arqueólogos, es por la tarde luego de llover. “Cuando la roca está mojada es maravilloso, está húmeda pero se está secando”, describió Molina.

“Como las rocas se calientan todo el día, al mojarse con la lluvia brillan, pero dura unos minutos porque se secan y otra vez no se ven”.


 

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