Con los pies en la tierra, Paz Monge, la directora designada del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) no oculta su preocupación por reforzar la capacidad de conseguir recursos para la institución, pero buscará que se consolide como una palestra para artistas de la región.
Fue el pasado jueves 3 que el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ) anunció que, a partir del 16 de septiembre, Monge asumirá como nueva jerarca del Museo. Se trata de una curadora con experiencia laboral en iniciativas locales como TEOR/éTica o la galería Despacio, y al mismo tiempo con un amplio currículo de estudios y trabajos en el exterior.
La curadora dijo sentirse “ilusionada”, pero también reconoció que enfrenta una realidad complicada: “entiendo el momento que vive el país y tal vez, para la gente, la parte de cultura no es una prioridad, si no hay trabajo, pero creo que, en este tiempo tan difícil, es un momento para crear una nueva definición de todo esto y de cómo la gente puede sacar un momento de su día y apreciar y aprender alrededor de esta pandemia. Me siento muy agradecida y emocionada por la oportunidad que me dan la fundación (Promadc) y el MCJ”.
Monge es bachiller en Cine e Historia del Arte, por la American University en Washington D.C. También cuenta con una maestría en Arte Contemporáneo del Sotheby’s Institute of Art y otra maestría en Historia del Arte de University College London. Se puede destacar su trabajo en el Whitney Museum of American Art, donde laboró como asistente editorial de Derechos y Reproducciones en 2017, o la Bienal de Venecia del año pasado.
¿Cómo llegó usted al mundo del arte?
— Llegué a la universidad estudiando ciencias políticas y química, aunque siempre tuve afinidades por las artes, en especial por el teatro. Los primeros años de la universidad imponen un currículum parecido al de Estudios Generales en la UCR, llevé una clase de historia del arte del renacimiento, llegué el primer día y a la semana ya sabía que eso era lo que quería hacer el resto de mi vida.
Me gradué de bachillerato con concentración en escultura francesa del cambio del siglo XIX al XX en mármol blanco. Cuando me quedé en Estados Unidos empecé a exponerme más al mundo del arte contemporáneo, trabajando en colecciones privadas o museos en Nueva York, y me desarrollé más en el área de gestión y curaduría.
Ese año y medio de experiencia laboral un poco más fuerte me aclaró la visión para saber que me quería especializar en el arte contemporáneo y trabajar en gestión, fuera institucional o independiente.
El MADC ya cuenta varias décadas a su haber, durante las cuales el concepto de arte contemporáneo ha cambiado. ¿Cómo entiende usted ese concepto un poco ambiguo?
— Es sumamente difícil de definir y creo que la misma palabra “contemporáneo” implica que está cambiando siempre, que se tiene que renovar y actualizar para responder al contexto. Sabemos que, cuando se inauguró el Museo en 1994, ese contexto y el gremio del arte eran muy diferentes y respondían a discursos muy diferentes. El arte contemporáneo atraviesa un cambio muy interesante, tal vez ya no se ve como un concepto, sino como un lugar de encuentro, un área muy interdisciplinaria que ya no solo es artes visuales; es investigación, trabajos editoriales, trabajo curatorial y tiene que recalcar, abrazar o recibir esta pluralidad de discursos que existe en el mundo del arte.
Es difícil de poner en líneas muy gruesas siquiera, pero creo que eso es la parte buena de una definición tan vaga, permite que mucho se encuentre en este lugar.
¿Al iniciar su gestión qué será prioritario?
— Me comprometí con el Museo a realizar un diagnóstico, trabajando con la dirección pasada, doña Verónica (Zúñiga), para determinar qué va a pasar con el equipo curatorial del Museo. Estos momentos de transición mundial de pandemia se pueden aprovechar para hacer el diagnóstico y determinar cómo el Museo -incorporando esta definición de arte contemporáneo como algo más interdisciplinario- responde a las necesidades del gremio y cómo se acopla a este nuevo contexto.
Este diagnóstico también se hará sobre los recursos. Va a haber un recorte de presupuesto muy fuerte por la crisis, entonces, hay que determinar cómo podemos reforzar la recaudación de fondos, para que pueda seguir funcionando bien y estableciéndose como un centro de arte contemporáneo sumamente importante en la región -de hecho fue el primero en Centroamérica-, para que esta comunidad, alrededor del Museo, trascienda a gente que también lo quiere ayudar.
¿Cómo hacer que el arte contemporáneo seduzca a públicos que lo ven como extraño y ajeno?
— Es un tema súper importante. Lastimosamente, el arte contemporáneo se ha posicionado en un tipo de torre de marfil. Internacionalmente se ve sumamente elitista, porque son prácticas que requieren conocimiento para entenderlas y obviamente no todo el mundo lo tiene.
Se necesita un entendimiento de lo que es el arte, de dónde viene el arte contemporáneo y que no fue creado en un espacio sin futuro o pasado.
Uno de los desafíos que tiene el MADC es hacer el arte contemporáneo más accesible, eso se trabaja mucho en la programación del museo. En el pasado, se ha hecho un trabajo estupendo creando una cultura educativa alrededor del arte costarricense y regional. Esperamos que, durante estos cinco años en las actividades, -llámense talleres, exhibiciones, convocatorias, etc.-, la línea de programación que trae el museo se pueda gestionar de una manera más interdisciplinaria, en la que la parte de mediación y educación tome un rol muy fuerte.
Siempre es importante que se le de puesto de dirección a una mujer joven
— Pienso que sí es importante, pero creo firmemente que la edad no es un factor definitivo de eficiencia. Creo que este es un momento de cambio muy grande para el país y eso lo están aprovechando el Ministerio y el Museo.
¿Qué tan relevante considera que son las implicaciones políticas del arte?
— Sumamente importante, creo que fue Hanna Arendt quien dijo que “todo es político, al final”. Una imagen, llámese una foto, una canvas o una escultura, tiene un significado que no solo se reduce a forma y color, sino una implicación política, sea la intención, el contexto en que se hizo o el aura que lo rodea. El arte puede funcionar en muchos otros discursos, pero siempre la esencia de la imagen tiene la resonancia de un significado político.
El arte en sí ya es sumamente poderoso y trae esa esencia política y de lo contemporáneo. Puede ser político y poderoso, puede ser feminista y ser poderoso, puede presentarse en muchos contextos y mover a las masas, pero la conexión que tiene el público con las ramas de las artes visuales, también el diseño, le da un sentido de poder al gremio artístico.
¿Dónde visualiza al MADC dentro de cinco años?
— Ahora, más que nunca, pensar en el futuro, en este contexto de pandemia, es sumamente difícil, porque hoy estamos bien y mañana podría empeorar todo. En un horizonte de cinco años quisiera ver al Museo fortalecido financieramente, es muy importante para que pueda sacar adelante su programación con tranquilidad, con la comodidad y respeto que se merece el Museo y el gremio artístico que forma parte de esta programación, para darles los recursos necesarios y dignos.
Trabajaré, muy fuertemente, en la integración de nuevas alianzas culturales y alianzas cooperativas internacionalmente, que apoyen la descentralización del arte y que el arte regional centroamericano y el arte contemporáneo costarricense se puedan proyectar internacionalmente -como lo hizo el Museo muchísimos años-, siempre abriendo espacio para escuchar al sector y grupos interesados en la institución.