Cultura

Desde Goya y pasando por Dalí: la aguda crítica social que llega en 80 grabados

El Museo de Jade del INS alberga hasta setiembre la exhibición Del Capricho al Disparate, que muestra reelaboraciones de Salvador Dalí a partir de grabados de Francisco de Goya.

Goya, irremediablemente valiente, inequívoco contestatario, implacable voz de su tiempo.

Hacia el puro final del siglo XVIII el reinado de Carlos IV en España empezaba a dar señales de descomposición, como una desastrosa guerra contra Inglaterra tras aliarse a la naciente república francesa.

En ese contexto Francisco de Goya —no solo seguidor de las ideas ilustradas, sino que amigo personal de algunos de los principales personajes de los círculos ilustrados de Madrid—, trabajó y publicó su serie de grabados titulada Caprichos.

En ella, se ocupó tanto de lo ilustrado como de lo popular con referencias a obras literarias y a acontecimientos de la época, con el fin de “hacer una crítica satírica y moralizante de vicios y defectos presentes en la sociedad española”, según se lee en el sitio del Museo Goya, de Zaragoza.

Así que, por un lado, Goya en esta serie criticó la superstición y la ignorancia que por entonces abrumaban a las clases populares; pero también, y quizás de manera más tajante, apuntó la navaja de su arte contra sectores privilegiados como la nobleza, el clero, políticos y hasta la misma Inquisición.

“No faltan asnerías, para criticar a maestros y médicos ignorantes, nobles que explotan con sus rentas y derechos señoriales a los campesinos”, destaca la información del Museo.

Pasaron desde entonces 180 años en que España vio su buena dosis de convulsión política, que incluyó la Guerra Civil y posterior establecimiento de la dictadura de Francisco Franco. A mediados de los años 70, tras la muerte del dictador y justo durante el periodo de transición hacia una aspiración democrática, es que el más famoso de los surrealistas, el catalán Salvador Dalí, da a conocer en Francia sus reelaboraciones a partir de los 80 grabados de la serie Caprichos.

Ahora, en el contexto de la locura del primer cuarto del siglo XXI, la Fundación Universitaria Iberoamericana (Funiber) se dio a la tarea de organizar esa colección en una muestra titulada Del Capricho al Disparate, y llevarla ya a más de 17 países, como Chile, Ecuador, El Salvador, la propia España, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Perú, República Dominicana y ahora Costa Rica.

Desde el 22 de abril el público puede apreciar las 80 obras en el Museo del Jade, del Instituto Nacional de Seguros (INS), gracias a la suma de esfuerzos de la Fundación, el Museo, el Ministerio de Cultura y Juventud (MCJ), y la Embajada de España.

Laura Rodríguez, directora del Museo del Jade, dijo que la iniciativa se gestó a partir de una comunicación establecida inicialmente con la Embajada de España, pues se conocía que esta muestra ha recorrido varios países y ya Funiber en ocasiones anteriores había traído obras al país que, sin embargo, permanecieron poco tiempo.

En un comunicado enviado por el INS, la Embajadora celebró la llegada de esta exposición a Costa Rica, animó al público costarricense y a turistas a “disfrutar de esta destacada muestra, que va a acercar a Costa Rica a dos de los artistas españoles más reconocidos de la historia de la pintura universal: Goya y Dalí”.

Según relató la directora Rodríguez, fue precisamente la embajadora española Cristina Pérez quien tuvo la iniciativa de contactar al INS y explorar la posibilidad de ofrecer la exposición.

“Aunque somos un museo arqueológico, tenemos salas de exposición y siempre he indicado que somos también un centro cultural, los espacios que tenemos para exhibiciones temporales buscan diversificar, traer nuevos temas” acotó.

Rodríguez destacó que Goya realizó su serie Caprichos en una época en la que ya estaba enfermo, “se dice incluso que el grabado fue para él una manera de producir de forma más económica”, y coincidió en observar que el artista “hace una crítica severa a la realeza, al clero, a los matrimonios arreglados, además de que es un maestro del dibujo”.

“Por preferencia particular, en Goya me parece fuerte el tratamiento, una técnica pesada con la que incluso se ocupa de temas que no se han desactualizado, tiene un manejo muy inteligente, denuncia y dice con un tratamiento muy sutil”, expresó.

“Dalí hace una lectura diferente, es como un cover, es válido. Lo interesante es que él habla de descubrir formas donde no las hay, la suya es una forma inteligente de intervenir los grabados”, opinó la funcionaria.

¿Disparate?

En el sitio de Funiber, el curador de la muestra Federico Fernández asevera que “Dalí, transformando en surrealistas los Caprichos no hace otra cosa que convertirlos en Disparates, operación que Goya había realizado previamente al construir sus Disparates a partir de la acumulación de elementos heredados de su repertorio gráfico, dejándolos desprovistos de su sentido histórico al igual que Dalí hace con sus Caprichos”.

Añade que la exhibición entonces “aporta nuevos e importantes datos sobre Goya como antecedente pictórico del surrealismo. La intervención de Dalí no puede entenderse sin revisar la obra de los Disparates de Goya, de la cual, según nuestra hipótesis, extrae los recursos y elementos que junto con los propios se integran en las escenas de los caprichos convirtiéndolos en disparates”.

Quizás entonces haya que detenerse en eso del “disparate”. La españolísima Real Academia de la Lengua define el verbo “disparatar” como “decir o hacer algo fuera de razón y regla”.

No es de extrañar que el término se asocie comúnmente con Dalí y el surrealismo en general, pues una de las características emblemáticas del movimiento es su devoción por los delirios oníricos.

En este caso, sin embargo, vale la pena atender los cuadros de Dalí no como “fuera de la razón”, sino como todo lo contrario, ya que su intervención no despedaza la crítica original de los Caprichos de Goya, más bien puede argumentarse que la amplifica.

Por ejemplo, al trabajar la pieza El sueño de la razón produce monstruos, Dalí, al igual que en toda la serie, aportó color, pero dejó a su manera intacto el motivo central del cuadro, con lo cual su intervención hace las veces de una reedición de la preocupación inicial de Goya.

Cada persona decidirá si encuentra crítica social o narrativa disparatada, ciertamente la exposición ofrece ambas posibilidades.

En ese sentido, cobran notoriedad las palabras de Claribet Morera, directora ejecutiva de Funiber, para quien el arte “como embajador de la propia cultura, conecta, comunica y une, superando diferencias y diversidad, haciéndonos a todos partícipes de una experiencia común y gratificante que predispone a la comprensión, el diálogo y la colaboración. Abre caminos al entendimiento y la cooperación, y nos muestra nuestra esencia común, aquello que nos une y nos hace partícipes de la misma vivencia, de la misma emoción”.

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Meses surrealistas

La exposición que ofrece esta suerte de maridaje de las visiones de Goya y Dalí estará abierta al público hasta el mes de setiembre.

Laura Rodríguez, directora del Museo del Jade subrayó que más allá de ver los cuadros, “nos interesa que la persona visitante se lleve un poco más”, y por ello las especialistas del Área de Educación y Museografía se interesaron por incluir información sobre las diferentes técnicas de grabado.

Además, la ficha informativa sobre cada pieza expuesta incluye un código QR que ofrece un vínculo al sitio del Museo del Prado y su archivo digital de los grabados originales de los Caprichos de Goya, lo cual permite dimensionar y aprehender mejor la intervención de Dalí.

El Museo del Jade abre todos los días de 8:00 a.m. a 5:00 p.m. y se ubica en San José, al costado oeste de Plaza de la Democracia sobre la Avenida Central.

Tarifas de ingreso al Museo:

  • Nacionales $5- Extranjeros $16.
  • Estudiantes y menores de 12 años $2- Estudiantes extranjeros $5.
  • Adultos mayores nacionales, personas con discapacidad y menores de 5 años, gratis.
  • Domingos 2×1 para nacionales.

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