El mundo entero se ha conmocionado ante el video del cruel asesinato de George Floyd a manos de un policía blanco, un nuevo caso de la injusticia cruel que recuerda que en Estados Unidos la herencia atroz de siglos de racismo sigue viva.
Pero la realidad es que esa virulenta tradición de discriminación no es ajena prácticamente a ningún país del mundo, y Costa Rica tiene sus propias tareas pendientes al respecto.
“La gente se siente tan, tan humillada cuando se les dice que aquí hay racismo; no entiendo por qué cuesta tanto comprender que la vida de uno no es la única vida que existe, que mi realidad no es la única realidad que existe”, ponderó al respecto la cantante, productora y comunicadora Sasha Campbell.
Con frustración, profundizó que “la gente siente que no es con ellos, que aquí no sucede. Es una realidad de siempre, es una realidad con la que te toca vivir”. Añadió que el racismo que potencia la violencia policial en Estados Unidos también es palpable en la sociedad costarricense: “A nosotros nos educan desde el principio sabiendo que si nos detiene un policía tenemos que hablar de cierta manera y actuar de cierta manera; no educan así a la gente blanca”.
Al referirse al caso de Floyd, consideró que se trata de “la gota que derramó el vaso, ya fue demasiado evidente, pero no es que sea el primero y no es que en los últimos días haya pasado más”, sino que “cantidad de hombres negros son asesinados cada año, desarmados en la calle, porque les damos miedo. La realidad es que el racismo es tal que a quienes son negros les tienen miedo, entonces cualquier movimiento en falso es visto como una amenaza”.
Reconoció que el tema le genera “muchísima ansiedad”, pero “principalmente me afecta porque no entiendo cómo la gente es tan irrespetuosa y ese es el principal acto de racismo: decirme a mí que yo no me puedo sentir afectada. ¿Quiénes son ustedes para decirme a mí que aquí no hay racismo? ¿Cómo usted va a saber que aquí no hay racismo?”.
Aseveró de esa manera que en Costa Rica hay racismo “sumamente implícito, pero tal vez no tan implícito”, que se manifiesta en la necia reproducción de estereotipos que “están todos los días en la calle” como las frases “usted es negra pero bonita”, “es que usted no se viste como negra”, “todos los negros son de Limón” o “de fijo usted baila riquísimo”. “Todo eso es racismo –sentenció– y la gente como que se acostumbró a que no importa”.
Campbell observó, además, que buena parte del problema pasa por el sistema educativo; por ello criticó el enfoque con que se lee la novela corta Cocorí, de Joaquín Gutiérrez, en las escuelas. Relató también que incluso en ámbitos profesionales se le ha dicho que cambie su estilo de peinado, vestimenta o accesorios porque “se ve muy negra”.
“Es un tema que nos afecta a nosotros, a mí, a mi hija; es una sensación de dolor y de impotencia, yo quisiera que la gente tuviera un poquito más de entendimiento y que supiera que las cosas suceden más allá de lo que uno piensa o cree que hace bien”, puntualizó.
Reconocimiento necesario
“En el campo profesional, en el ámbito artístico, en el teatro, siempre me he encontrado con estereotipos, la mayoría de veces en las que he actuado ha sido porque el personaje es una mujer negra específicamente, o lo que de manera estereotipada es el rol que creemos debe asumir una mujer negra, como empleada doméstica; difícilmente he obtenido personajes principales”.
De esa manera empezó a describir su realidad cotidiana Aysha Morales, actriz, directora teatral y docente de la Escuela de Estudios Generales de la UCR.
“Para mí esas son muestras de racismo, porque también se cree desde el arte muchas veces que las personas afro tenemos únicamente que tratar los temas de la afrodescendencia”.
Al referirse al contexto actual ante el crimen que cobró la vida de George Floyd, relató que en primer lugar se sintió “muy enojada, muy indignada, sabemos que no es la primera persona afrodescendiente que muere de esa forma y por esas razones, pero creo que tener el material en bruto, ver el video, fue muy impactante e indignante”.
Así, volvió a referirse a la realidad costarricense y afirmó que ese hecho nos hace “entender que vivimos en un país que es absolutamente racista y que se ha fundado con nociones completamente excluyentes para muchas poblaciones, no solamente la población afro sino también la población indígena, un país que se cree establecido bajo la idea de que es de personas blancas”.
Morales subrayó, entonces, que es a partir del reconocimiento de que “crecimos en una estructura social colonial, racista, excluyente”, que se puede empezar a generar cambios.
Añadió que “el no ser racista, como lo plantea Angela Davis, no es suficiente, es importante el reconocimiento del racismo propio para estar alerta y en ese sentido posicionarse como una persona antiracista o al menos en reconocimiento de la estructura social y cultural en la que se ha crecido”.
Falta legislación
El pasado lunes 8 de junio, el escritor Quince Duncan compareció ante la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa para referirse al tema. Duncan es figura de la cultura costarricense desde hace décadas y coautor junto a Carlos Meléndez de “El Negro en Costa Rica”.
Durante su intervención, el escritor fustigó el hecho de que, en materia de derechos humanos, Costa Rica “se compromete a todo, monta estructuras que deja a la libre, políticas de discriminación que quedan guindando”.
Duncan manifestó ante diputadas y diputados que “es urgente la necesidad de medidas legislativas y reglamentarias que sancionen por comisión u omisión los actos de discriminación en Costa Rica”.
En ese sentido, criticó que la discriminación racial legalmente es una simple contravención castigada con una multa ridícula, por lo cual se precisa de “legislación que permita la represión de toda propaganda, toda organización y toda práctica que se inspiren en ideas o teorías basadas en la pretendida superioridad de grupos raciales o étnicos y que pretenden justificar o estimular cualquier forma de odio o discriminación racial”.
Advirtió, además, que si bien en el país pertenecer a una etnia diferente de la mayoritaria no reviste el grado de violencia de otros países como Estados Unidos, se dio el hecho de los asesinatos de los líderes indígenas Sergio Rojas y Jehry Rivera, “matados con cualquier pretexto. En Estados Unidos tampoco es que te dicen que te matan por negro. Es hora de hacer una alerta”.