Cultura

Defender la libertad con la rebeldía del payaso

El payaso gallego Iván Prado visita Costa Rica para dejar su huella de trashumante comprometido con la defensa de la libertad de los seres humanos.

El español Iván Prado es un payaso en rebeldía permanente. Con su fuerza simbólica y real de artista, abanderado con el humor y la ternura, está íntegramente comprometido con aquellas poblaciones sitiadas y ocupadas por la pobreza, la violencia, el terror, la guerra y la represión.

Junto al colectivo mundial “Pallasos en rebeldía”, Iván es de armas tomar: armas tan serias como la risa y el amor, tan beligerantes como la denuncia concreta y la acción política en sitios como Gaza y sus refugiados palestinos; Chiapas y la guerrilla zapatista; Río de Janeiro y sus favelas.

Prado está en Costa Rica para ofrecer una serie de talleres y conversatorios auspiciados por el Centro Cultural de España, la Escuela de Artes Dramáticas de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Consejo de la Persona Joven.

Entre las caravanas de las familias kurdas aparece Ania a quien Iván le coloca una nariz de payaso.
Entre las caravanas de las familias kurdas aparece Ania a quien Iván le coloca una nariz de payaso.

Para cerrar su viaje, este miércoles 11 de mayo compartirá con el público su experiencia a lo largo de más de una década con “Pallasos en rebeldía”, del cual es portavoz internacional. La actividad “El humor en tiempos de guerra” da inicio a las 7 p.m. en El Farolito, en Barrio Escalante, y la entrada es gratuita.

Fue encarcelado por un día y expulsado de Israel en el 2010, hecho insólito que lo expuso mediáticamente y lo hizo “famoso” por ser noticia hasta en The New York Times. Este acto, más que miedo, le provocó rabia pues fue detenido junto a una amiga gallego-palestina de quien lo separaron en la cárcel. A pesar de la experiencia y siendo consecuente con su rol de artista social en rebeldía, ha entrado cuatro veces más en Palestina y realizado tres festivales.

“A Israel le da miedo la alegría”, explica sin eufemismos y asumiendo una posición política sin ambages. “El sionismo se sustenta en el miedo de su población. Para ellos es imposible cometer el genocidio que están cometiendo si no construyen todo un relato del terror y del miedo, y la alegría y el payaso son justo lo contrario: la esperanza. Crea luminosidad en la población”.

Prado es un gran corazón (sin temor a sonar cursi) con una nariz roja, zapatones y ropa colorida (sin temor al cliché), capaz de desnudarse por completo durante un performance en el muro de la vergüenza en Cisjordania, junto a figuras relevantes como Patch Adams y Leo Bassi, a quienes considera dos de los mejores payasos de la actualidad.

Este okupa del corazón expresa con elocuencia: “La humanidad es como un gran pericardio de los seres humanos; el pericardio es una membrana que recubre el corazón y cuando estás triste oprime el corazón y cuando estás alegre brilla y se amplía. La humanidad sería como esa gran membrana que une todos los corazones de todos los seres humanos. Cuando hay una crisis humanitaria, cuando hay un conflicto, cuando hay una ocupación como la de Palestina, toda la membrana sufre, se encoje y aprieta y oprime”.

Luego de un conversatorio con alumnos de Artes Dramáticas, UNIVERSIDAD entrevistó a Iván mientras almorzábamos a las 3 de la tarde, hora de luminosidad pura en que Iván comparte la utopía de la posibilidad de ser libres que se concreta con artivismo en un mundo sin muros.

¿Cómo funciona Pallasos en rebeldía cuando organizan una intervención?

–Primero localizamos el objetivo: apoyar la lucha de los pueblos indígenas por el derecho a la tierra o por la supervivencia cultural. Una vez que tenemos para qué vamos, buscamos la organización local que nos va a acoger, que nos va a guiar, que vamos a fortalecer específicamente, aunque sea un trabajo abierto a toda la comunidad. Tratamos de enfocarnos en una organización que nos parezca democrática, transparente, que respete los derechos de las mujeres, que sean antisistémicos. Una vez que tenemos localizada la entidad le preguntamos qué necesitan: formación, acciones puntuales para animar a los niños de los colegios o ir a los hospitales porque hay mil niños de Gaza que estaban siendo bombardeados; otras veces es dirigir espectáculos para apoyar grupos de circo de Palestina o en las favelas de Río, y otras veces es difundir lo que está pasando a través del arte.

Trabajan en medio de contextos donde la gente sufre y es víctima de violencia extrema, ¿cómo los recibe la comunidad?, ¿cómo es esa relación?

–Tenemos la suerte de ser recibidos con los brazos abiertos, una generosidad impactante, con mucho amor. El mejor público del mundo es el que más sufre, el público de circo más culto es el de las favelas de Brasil, poblaciones empobrecidas que no han tenido acceso a una educación básica o a espectáculos artísticos, y que saben valorar cada referencia circense que vean, cada efecto, de una manera que no hace el público en Europa, por ejemplo. Nosotros tenemos la suerte de que los palestinos, los saharaui, los indígenas zapatistas, etc., nos quieren, nos reconocen y abrazan.

Has estado en situaciones de riesgo, incluso fuiste encarcelado por un día. ¿Por qué esa radicalidad?

–A Israel le da miedo la alegría. El sionismo se sustenta en el miedo de su población. Para ellos es imposible cometer el genocidio que están cometiendo si no construyen todo un relato del terror y del miedo, y la alegría es justo lo contrario, el payaso es justo lo contrario: la esperanza, abre la mente, crea un lugar de claridad, de luminosidad en la población. Prefieren a palestinos que se inmolen a palestinos que se rían o quieran ser artistas de circo, porque, si no, no se puede sostener esa ocupación 70 años. Por eso fui encarcelado, porque la radicalidad de la ocupación sionista es inconmensurable. Hasta el día de hoy he entrado cuatro veces más en Palestina y he hecho tres festivales. Mi ilusión es volver a Gaza, que no he vuelto desde el 2003 para llevarles alegría, ilusión y algo lúdico a los niños en Palestina.

¿De dónde nace el arte del payaso y cómo crea ese vínculo tan directo y poético?

–Funciona desde varios lugares. Uno es desde la aceptación de la estupidez humana, usan el ridículo humano, la gilipollez. Al abrazarlo y ponerlo sobre la mesa, consigue una empatía directa con el público porque el público se ve reconocido en esa estupidez. Además, trabaja desde el código de la vulnerabilidad, entonces el público agradece tu sinceridad, tu apertura. También trabaja desde la posibilidad absoluta porque el más torpe, el más borracho, el más fracasado y el más tonto es el que al final consigue triunfar.

Hay ciertos elementos que son fundamentales en el clown y que establecen los códigos para entrar es su juego: la nariz roja, los zapatones, el colorido. ¿Por qué conjuga todo eso?

–Porque nosotros vivimos de la exageración –como los zapatos–, y funcionamos en el desastre: la ropa no combina, es llamativa, es vieja. No puedes ir al banco a pedir un crédito con esa ropa. Por otro lado, es llamativa –convoca la atención del público–, y está en el código del absurdo –gorros y corbatas absurdas.

Está en un lugar en el que decir lo raro, lo diferente y lo loco están bien. Es una manera de reivindicar el derecho a la locura, todas las potencialidades que están en lo “no correcto”. Es pintura exagerada o esa nariz roja que simboliza al borracho que en el fondo es una manera de decir que tenemos derecho al error.

Y todos nos equivocamos…

–Es un derecho fundamental de los seres humanos: cagarla.

Iván Prado de Pallasos en rebeldía acompaña a July, campesino del cuerno de África, en el campo de refugiados más viejo de Europa, donde ha creado una escuela de artes para sus vecinos.
Iván Prado de Pallasos en rebeldía acompaña a July, campesino del cuerno de África, en el campo de refugiados más viejo de Europa, donde ha creado una escuela de artes para sus vecinos.

El payaso genera en el público ternura y reflexión…

–Porque en el fondo te vuelves espejo de la humanidad. El payaso sube al escenario a recordarle al mundo que todo es posible y que mañana puede ser un día mejor, por muy jodido que estés, mañana puedes salir de la oscuridad.

¿Cuál es la genealogía del payaso?

–El payaso es creado por diferentes culturas en todos los continentes para desmantelar el discurso de lo perfecto y lo correcto, la dictadura de la perfección, para conectarnos con ese espacio que tiene que ver con el error, con la posibilidad de fallar y fracasar y, finalmente, de morir. Aceptar la broma cósmica de que nacemos y al poco tiempo tenemos que morir, como si fuera un gran chiste. Tiene un papel fundamental para enseñarnos a reírnos del poder, de la autoridad, para combatir la rigidez de la autoridad y el discurso monocolor del autoritarismo, y eso existe en todas la culturas.

¿Es un acto político?

–El payaso es la figura más libre que existe, técnicamente hablando. Entonces como venimos de la libertad extrema desde el punto de vista del lenguaje artístico, lo que nosotros hacemos es una defensa a ultranza de la libertad, y eso es lo más político que hay en este siglo: el derecho a la libertad, a moverse libremente, a reír libremente, a pensar libremente, a tener una cultural propia libremente, a usar tu sexualidad libremente.

Y asumen una posición político ideológica activista…

–Claro, porque defendemos la libertad, creemos en la libertad del pueblo palestino, saharaui, zapatista, de los pueblos indígenas; es decir, creemos en el derecho a la libertad de todas las poblaciones que están siendo ocupadas o reprimidas por este sistema. Porque la economía global necesita la represión para existir, el conflicto bélico, el control ideológico y mediático para poder vender sus productos y expropiar a la gente sus materias primas. Si no combatimos el neoliberalismo directamente, el planeta, primero, puede acabar mañana, y, segundo, vivirá en una oscuridad terrible, porque es una dictadura del mercado, que genera guerras, tsunamis humanitarios, a nivel migratorio, discursos que neutralizan a la mujer, a las minorías.

En ese mismo marco político no creen en las fronteras…

–Es esto mismo. El circo es el primer movimiento internacionalista, ha sido siempre nómada, ha unido culturas bajo una misma carpa, todas las familias de un circo tenían gentes de otros países. En las pistas se han mezclado idiomas, aromas, colores; toda la vida. Además ha transitado por todos los países, siempre ha sido trashumante, ha cruzado fronteras, océanos, dictaduras y guerras mundiales; ha sobrevivido a todo eso, incluso la persecución de la Santa Inquisición.

Nosotros venimos de una tradición de gente nómada y peregrina, cómo no vamos a defender el derecho a la gente a moverse libremente por el planeta, a huir de la guerra para conseguir una vida digna, de la miseria para poder dar unas condiciones básicas y honrosas a su familia; por lo tanto, estamos en contra de todos los muros.

Pallasos en rebeldía trabaja en lugares donde la sociedad de mercado genera injusticias para sostenerse y oprime las posibilidades de libertad y belleza de la gente más humilde.
Pallasos en rebeldía trabaja en lugares donde la sociedad de mercado genera injusticias para sostenerse y oprime las posibilidades de libertad y belleza de la gente más humilde.

Así, sin y griega: “Pallasos en rebeldía”

“Pallasos en rebeldía” es un proyecto que nace del Festiclown –producido por una cooperativa de gestión cultural alternativa en Galicia en el norte de España– que entiende el arte como una herramienta de transformación social y al payaso como una especie de embajador de la humanidad, de okupa del corazón, de guerrillero del amor.

Por biología artística, genética e historia, el payaso ha estado del lado de los débiles, del pueblo, confrontando el poder desde la risa, el humor, desde ese lugar colectivo de creer que todo es posible.

Pallasos en rebeldía crea lazos entre cientos de artistas de distintas disciplinas a nivel mundial, sobre todo circenses, que creen en ese poder político transformador y rebelde del humor, para defender el derecho a la esperanza de aquellas colectividades que más sufren y que se enfrentan el sistema global del terror para construir un mundo donde quepan todos los mundos.

Nacimos en Chiapas entre el 2003 y el 2004, en las comunidades zapatistas en un contexto de resistencia pacífica pero de lucha de una guerrilla que intenta construir espacios de democracia real, justicia y dignidad para los pueblos indígenas en México.

Estamos en Palestina; nos enamoramos del mundo refugiado, que es muy duro pero muy bello, muy enriquecedor artísticamente y muy generoso humanamente. Luego pasamos a trabajar con los saharaui, refugiados que llevan 40 años varados ahí como un barco de piedra en mitad de la nada en un desierto de África.

Trabajamos en lugares donde esta sociedad de mercado genera tantas injusticias para sostenerse y oprime las posibilidades de libertad y de belleza de la gente más humilde, como son las favelas de Río de Janeiro y São Paulo, en colaboración con proyectos de desarrollo artístico comunitario de tipo social, como el teatro social. En Bogotá lo mismo, con un proyecto de desarrollo social a partir del teatro de calle de muy alto nivel. También en el mundo indígena, que es la tercera pata, trabajamos en varias comunidades en resistencia en Brasil, hemos abierto un camino para trabajar en Chile y la idea es extenderlo a Perú, Colombia y, ojalá, Costa Rica.

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