Cultura

Danza: Entre pecho y espalda se guardan y construyen los recuerdos

Nueva coreografía de Nandayure Harley reflexiona sobre cómo registramos las vivencias y experiencias de nuestras vidas.

Desde el escenario del Teatro de la Danza y de la mano de diez intérpretes, la reconocida bailarina y coreógrafa Nandayure Harley ofrecerá este fin de semana “Entre Pecho y Espalda”, un espectáculo que se adentra en los complejos procesos de los recuerdos, la memoria y el imaginario al que recurren las personas para guardarlos.

Se trata de la primera pieza que la connotada artista presenta desde 2019, cuando ofreció Ceniza, tras el parón de la pandemia que “cambió totalmente la forma de vivir y creo que no la vamos a retomar como antes, el cambio llegó para quedarse, siento que los recuerdos, memorias y nostalgias se han venido fortaleciendo en estos tiempos, porque ya no hacemos las actividades que hacíamos antes en la vida, la transformación nos llevó a un cambio en nuestra manera actual de enfrentar el diario vivir y recobran un valor, sobre todo las emociones y sentimientos muy apegados lo que hacíamos antes”.

Así, “como artista independiente decidí hacer este montaje que habla de los recuerdos, de la memoria, la nostalgia y además de las ataduras que nos desarrollan en la vida”. Detalló que la pieza debe su título a que “son las vivencias que vamos guardando” y especificó que se basó en una reflexión del escritor colombiano Gabriel García Márquez: “La vida no es la que vivimos, sino la que recordamos y cómo la recordamos para contarla”.

Señaló entonces que muchas veces esos recuerdos tienen la forma de “imágenes o flashes muy pequeños, pero empezamos a estructurarlos y muchas veces inventamos cosas para poder completar esos recuerdos, a veces por una fotografía o vivencia que se tuvo de niño o de adolescente o adulto, otras veces uno trata de completarlos por historias que se cuentan en la familia y cuando uno no logra unir los segmentos de esos recuerdo para hacer una unidad, empieza a imaginar y entra el imaginario para poderlo completar”.

Por ello, reflexionó que se trata de vivencias personales “que usted crea, recrea, inventa y reinventa y las imagina para poderlas tener completas en su memoria, emociones, corazón y sentimientos”, que tienen que ver con el entorno familiar, el barrio donde creció, los niños con quienes jugaba, o las compañeras del colegio, “porque uno no recuerda completas las memorias de cuando era pequeñito, entonces uno trata de estructurar cuando la mamá contaba que hacía tal cosa o iba a jugar a tal lado. Entonces uno inventa y reconstruye recuerdos a partir de hechos que son reales y de otros q no son tan reales”.

Imágenes en escena

De tal manera que esta nueva pieza fue construida a partir de vivencias personales, “pero que son universales al mismo tiempo” y que presenta, fiel a su estilo, desde “un elemento plástico”: la escenografía que “se transforma constantemente” y que funciona como “la escusa que nos permite manipular ópticamente la imagen plástica”.

“Hay una riqueza con este elemento plástico que se transforma, jugamos con él, se convierte en marco de fotografía, en cancha para jugar, en el campo cuando de niños jugábamos a atrapar nubes y a hacer formas con ellas, es tan protagónico como los diez bailarines en escena, entre los dos elementos surge un diálogo permanente, se va transformando la escena constantemente y se propone una energía y vitalidad, aparece una gran cantidad de sorpresas escénicas porque le sacamos el jugo a la máxima expresión a este elemento plástico y al movimiento en relación con él”, explicó.

Se trata de un recurso que según indicó “ayuda muchísimo a la narrativa, a la dramaturgia que queremos contar”. Harley destacó al respecto que también entra en juego la música, que “va de la mano con esa narrativa” y que en esta oportunidad fue compuesta por Glendon Ramírez. Ello implicó que la coreógrafa trabajó “de la mano” con el compositor, con Francesco Brachi, creador del mencionado “elemento plástico”, y con el diseñador de luces Álvaro Piedra, además por supuesto del elenco de seis bailarines y cuatro bailarines.

La artista apuesta por que el público “se va a entretener y la va a pasar bien” y aseguró que “no importa la lectura que se de a la obra, la danza es para disfrutarla y apreciarla”.

Al respecto, reconoció que como se trata  de una forma de expresión “tan abstracta”, a veces el público “se preocupa, porque dice que ‘no entendí’, pero no hay que preocuparse por entender, hay que disfrutar las imágenes, el movimiento y cada quien se puede armar su propia historia no necesariamente la historia que estoy contando yo, pero la narrativa es fácil de capturar”.

 

Únicamente un fin de semana

Entre Pecho y Espalda se presentará en el Teatro de la Danza, del Centro Nacional de Cultura (Cenac) únicamente el viernes 16 y sábado 17 a las 8 p.m. y el domingo 19 a las 6 p.m.

La entrada tiene un costo de ¢10.000 la general y ¢5.000 para estudiantes y ciudadanos de oro. Se pueden conseguir en la boletería del Teatro Popular Melico Salazar.

El hecho de que sólo se presente tres días interfiere con el desarrollo mismo de cualquier obra de artes escénicas. “Yo ni siquiera digo que voy a tener una temporada, porque tres días no lo es, una temporada es de un mes o mes y medio. Por eso a veces se hacen espectáculos desechables que desaparecen, porque no hay espacios, no hay escenarios, oportunidades ni facilidades para presentar muchas veces esa obra y ojalá también en el resto del territorio nacional”, reflexionó Harley.

 

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