“Vivimos una transformación emocional, psicológica, y del conocimiento, de nuestro cuerpo que puede danzar, crear coreografías que nos llevan a sentirnos con alegría y nos fortalece la autoestima, la autovaloración, el empoderamiento como mujeres y hombres que nos permite alcanzar nuestras metas”.
Así se expresó la psicóloga jubilada Marta Espinoza Rovira sobre el proceso de creación colectiva de la coreografía Ofrenda, bajo la dirección del integrante de Danza Universitaria (Danza U), Esteban Richmond.
Espinoza forma parte del grupo de 26 personas adultas mayores que participan en la videodanza que se estrena este jueves 1 de diciembre a las 7 p.m. por Facebook y YouTube de Danza Universitaria.
La puesta en escena de Ofrenda contó con la alianza interinstitucional entre la Universidad de Costa Rica (UCR) y la Universidad de las Artes de Guayaquil, Ecuador.
En el diseño sonoro y la musicalización participaron Juan Posso, compositor, intérprete y docente ecuatoriano, y Andrey Astaiza, también docente de la Escuela de Artes Sonoras de la Universidad de las Artes de Guayaquil.
El proyecto forma parte de las actividades de acción social que la UCR implementa para el desarrollo y bienestar de la comunidad, en este caso específico para un colectivo de personas adultas mayores de Atenas, Sarapiquí, Herradura, Ciudad Colón, Acosta y el Valle Central, entre otros lugares del territorio nacional.
En este marco universitario, Danza U emprendió el proyecto pedagógico y de creación artística denominado Danzas sagradas, dirigido a la población adulta y adulta mayor.
El curso fue facilitado por Richmond, bailarín y artista audiovisual y multimedia, junto a la bailarina egresada de la Universidad Nacional (UNA) y también miembro de Danza U, Adriana Villalobos, quien se encargó de la preparación física adaptada a esta población.
Como producto de cinco meses de aprendizaje en el taller coreográfico en modalidad virtual, el proceso culmina con la creación colectiva basada en tres tipos de danza clásica india.
El punto de partida fue la cosmovisión de estas manifestaciones dancísticas que tienen una noción devocional, en el sentido de ser abordadas como una experiencia de comunión en sus dimensiones espiritual, de reconocimiento del cuerpo y toma de conciencia.
Las personas adultas mayores participaron en diferentes módulos pedagógicos mediante los cuales estudiaron el contexto de las danzas y su simbolismo, así como los lenguajes de movimiento desde el punto de vista técnico.
“Fue importantísima la labor del profesor, quien siempre no solo se ocupó del proceso de la enseñanza y aprendizaje de la danza y sus contenidos, sino que también hizo un abordaje holístico porque nos explicaba a través de vídeos y del chat que abrió específicamente para eso, las normas y procedimientos para abordar las especificidades tecnológicas del Zoom y de las grabaciones que tuvimos que hacer”, destacó Espinoza.
Richmond considera que el proceso pedagógico y el resultado le permiten afirmar que es un caso exitoso de virtualidad.
“Si bien la presencialidad es diferente y no es reemplazable, el hecho de que el curso estuviera conformado por personas de regiones tan distantes fue gracias a la virtualidad, modalidad que permite la regionalización y amplitud en el grado de incidencia”.
Creación colectiva
Bendición al cuerpo
Mi cuerpo es el universo entero,
mis palabras son el lenguaje universal,
mis ornamentos son la luna y las estrellas.
No tengo miedo, pues mi esencia es luz.
Adaptación libre del Nataraj Dhyana Sloka
Desde el inicio del curso y durante cinco meses el colectivo fue gestando el montaje de la videodanza a partir de una frase coreográfica denominada “bendición al cuerpo”, premisa extraída del poema homónimo arriba transcrito.
La frase se propuso como una manera de honrar y celebrar el cuerpo en su dimensión más allá de la materialidad física, es decir, como experiencia sensorial, emocional y en que el encuentro con otros cuerpos es vital.
“La coreografía se fue creando colectivamente desde inicios del curso a partir de los insumos de la investigación técnica de los diferentes lenguajes de tres danzas clásicas de la India, fusionándose con las posibilidades de lenguaje de la danza contemporánea”, precisó Richmond.
A lo largo del taller, las intérpretes fueron estudiando y creando la coreografía, e hicieron tres grabaciones que entregaron al facilitador: una primera grabación individual a la cual se le hizo una devolución; luego, mediante el módulo de videodanza se les proporcionó herramientas de filmación y generaron otra prueba con los planos para la grabación de la coreografía, probando el vestuario, la locación y los movimientos de cámara.
Esa grabación se realizó como un ensayo y una prueba técnica, sobre la cual también se les envió retroalimentación; posteriormente hicieron las grabaciones finales, que se convirtió en el material con el cual se construyó la videodanza.
Espinoza vivió el proceso como un espacio integral para el envejecimiento activo por el que transita.
“En el contexto de la pandemia, el curso vino a llenar un espacio integral para que este colectivo de adultas mayores que participamos pudiéramos desarrollar y crear diferentes habilidades e intereses”, expresó.
De este modo, a partir de diferentes áreas tanto de la danza y del movimiento, como del arte que generó, le permitió al colectivo trabajar las áreas mental, emocional y psicológica.
“A mi edad me siento capaz de danzar, de hacer ciertos movimientos y tener equilibrio. Además hablamos de nuestras historias de cuando éramos niñas y adolescentes, del sueño dorado de bailar; quiere decir que no hay edad ni momento para que las personas cumplan con sus sueños y deseos”, dijo Espinoza.
A la vez, el curso propició el aprendizaje del contexto histórico y cultural de dónde nacieron los tres tipos de danzas clásicas de la India en las que se basaron para crear la coreografía. “Nos hizo transitar por otro continente y conocer con interés y motivación la belleza que estamos construyendo”.
Para Espinoza fue fundamental el equipo humano conformado por Esteban Richmond y Adriana Villalobos, quienes enfocaron el curso con una visión humanista e integral.
“Es muy importante que Danza U se proyecte a la sociedad y las comunidades con una nueva concepción de salud que está relacionada no con la enfermedad, sino con el bienestar integral y el desarrollo y la transformación hacia un envejecimiento activo”, aseveró Espinoza.
Habilidades audiovisuales y virtuales
El taller generó en la población adulta mayor convocada en el curso un acercamiento tanto al lenguaje audiovisual como al virtual, incluso entre sus familiares y amistades pues estos apoyaron la grabación de la coreografía en los espacios personales de los intérpretes.
“Los y las talleristas no estaban familiarizados con los componentes técnicos que facilitan el trabajo audiovisual, por lo fue necesario actualizar tecnológicamente sus conocimientos”, explicó Richmond.
Para ello, se dedicó un módulo exclusivamente al lenguaje de la videodanza, en que se abordaron herramientas básicas del audiovisual como el encuadre, diferentes tipos y valores de plano, la composición de la imagen y formatos y tamaños de grabación.
Este conocimiento fue compartido con las personas que ayudaron a filmar las escenas de las intérpretes que se editaron en un producto final.
Además del módulo en torno al lenguaje audiovisual, Richmond elaboró una serie de tutoriales a manera de videos cortos de diferentes elementos tecnológicos; por ejemplo, cómo hacer envíos de archivos de gran peso de manera digital (wetransfer y google drive).
En este sentido, Espinoza resaltó que el área tecnológica no fue un obstáculo, ya que las debilidades que pudieran tener algunas personas fueron subsanadas por el profesor, quien siempre dio una atención integral.
Él cumplió con su visión y misión en el sentido de que conoce las características de la población adulta mayor y eso facilitó el aprendizaje y sobre todo que el profesor y su asistente fomentaran un proceso de encuentro grupal que despertó la motivación individual y no hubo deserción.
De acuerdo con la intérprete de la coreografía, Mónica Leandro, para ella la tecnología fue de manejo difícil: “en mi caso, al principio mi hijo me ayudó y así aprendí cómo encender la computadora y a meterme en el link de la UCR; después, Esteban nos explicaba muy bien las formas de hacer el proceso y nos alentaba. Con el video también nos enseñó a hacer los encuadres y cómo manejar el teléfono para mandarle a él las grabaciones. Fue todo un acontecimiento”.
Leandro se sumó a las palabras celebratorias por el espacio abierto por Danza U: “es de suma importancia generar estos espacios artísticos para los adultos mayores”, afirmó. “El hecho de que el adulto mayor esté en movimiento y además artístico genera salud, no solo física sino mental”.