Cultura Estreno de documental El mito blanco

Cuando nos enceguece la luz y sus colores

El largometraje El mito blanco, del nicaragüense Gabriel Serra, se estrenará el jueves 22 de octubre en el Cine Magaly. En un registro documental y emotivo, la película da cuenta del racismo y la pobreza que viven poblaciones minoritarias de Costa Rica.

A veces la luz blanca enceguece y eso nos ha pasado como nación. A pesar de los altos índices de desarrollo en educación y salud, nuestro país sigue asentado en el mito fundacional de la blanquitud étnica y discrimina a poblaciones minoritarias como la nicaragüense, la ngäbe-buglé y la afrolimonense.

Montado en el tren destartalado, bullicioso y amenazante -aunque también fascinante-  que va a Pavas y Belén, el cineasta nicaragüense Gabriel Serra (nominado al Oscar en el 2015), emprendió una odisea por paisajes y lugares del país en que tomó conciencia de comunidades migrantes marginadas y en estado de pobreza.

El asombro sentido lo empujó a proponer la realización del largometraje El mito blanco, que este jueves 22 de octubre se estrena en el Cine Magaly a las 7 p.m. y estará en cartelera por tres días adicionales en la Salita (del Cine Magaly) y una función especial en CCM de Plaza Mayor.

El proyecto cinematográfico fue ganador de fondos como El Fauno (2017) del Centro Costarricense de Producción Cinematográfica de Costa Rica (Centro de Cine) y de Ibermedia en la categoría de coproducción (2018).

La dirección de producción corrió a cargo de la española Amaya Izquierdo, la de fotografía estuvo en manos del mexicano Odei Zabaleta y la foto fija, el diseño gráfico y la producción de campo en San Vito fue dirigida por Melisa Valarino.

La película es una producción conjunta entre Costa Rica (Betta Films), Nicaragua (Cinema Regional) y México (Ojo de Vaca).

Serra vive en Costa Rica, desde el 2018. Salió de su país natal a raíz de la crisis sociopolítica que se desató en abril hace dos años: “Me vine un poco forzado a un lugar que quiero mucho y en donde hay mucha gente que me quiere”, dijo en entrevista con este Semanario.

A continuación un extracto de la conversación sostenida con Serra.

¿De dónde nace la idea de hacer este documental?

— El proyecto nace de unos talleres que estuve dando en la Universidad Veritas y de la curiosidad que sentí viendo que en la ciudad pasa un tren todo el tiempo y no había normas de tránsito. Me parecía fascinante esta máquina amenazante. Por eso me monté en el tren que sale de la Estación del Pacífico hacia Pavas y Belén. Me pareció un viaje bellísimo que resume la idiosincrasia y los estratos sociales costarricenses, citadinos. En una hora pasás por naturaleza, por lugares contaminados, por barrios, por zonas industrializadas, y llegás al mero centro de la ciudad. Yo soy muy sensorial y ese viaje me marcó. Así investigué y encontré que había un pasado vinculado con la identidad costarricense, con la empresa de ferrocarriles y de cómo un norteamericano (Minor Keith) fue contratado para hacer las vías del tren en Costa Rica con objetivos comerciales, en específico, para las bananeras, y cómo esta empresa trajo migrantes para la construcción del tren.

Te acercás a tres poblaciones: la nicaragüense, la afrolimonense y los indígenas ngäbe buglé -que están en la zona sur-; contás historias sobre estas comunidades, tejidas a través de ese tren que pasa por nuestro país. ¿Por qué elegiste estas poblaciones y las historias que contás sobre ellos?

— Hay una filósofa española, que leí en Facebook, que hablaba de cómo no solo se discrimina en la actualidad por ser migrante sino por ser pobre. Me parecía importante acercarme a las poblaciones más invisibilizadas y vulnerables, marginadas, en un país que tiene un índice educativo y de desarrollo muy buenos. Es vergonzoso pensar en una población indígena, afrodescendiente, de las cuales no se habla en las escuelas, que no existen textos en su lengua. El nicaragüense es un migrante que adonde sea que vaya siempre lleva sus valores, su cultura, el arraigo y lo tratan de reproducir en donde sea que estén. En el caso de los indígenas las historias son más fuertes. Incluso tuvimos muchos problemas culturales para acercarnos porque ellos se sentían utilizados todo el tiempo. En un contexto global, donde el racismo está más latente, retratar estas comunidades invisibilizadas es darle una voz a ellos en un contexto costarricense, centroamericano, latinoamericano.

Planteás en tu documental el uso del no color. El blanco puede enceguecerte, y eso nos ha pasado a nosotros como nación. ¿En tu película el color no importa?

— Exactamente, la idea era homogeneizar las pieles, no enfocarte en el color de piel. La mezcla de todos están vinculadas con el blanco y negro, y por eso también el título. Es una propuesta bastante radical. Es un retrato contemporáneo pero también podría ser el pasado, en el sentido de que es un mito fundacional en que hay una construcción de una identidad también.

 La película se arriesga con un tempo lento, que asocio con la protagonista y su ritmo para caminar porque usa un bastón. Contrasta esta apuesta con que en la actualidad el cine comercial tiene un beat trepidante.

— Es bien interesante lo que decís, porque hay dos tipos de lenguaje en la película: está el lenguaje de los adultos y el de los niños. En el lenguaje de los niños la cámara es más libre, tiene más energía, se mete con ellos en el monte, va con ellos en bicicleta y a tirar piedras  en el Caribe, y con los adultos la cámara es más suave. Siempre me ha gustado entender cuál es la energía de las personas y de los personajes, y poder reflejar eso por contraste y que te ayude dramáticamente.

Ese niño con que inicia la película, que va con su madre, ¿de alguna manera sos vos? Los niños tienen una mirada diáfana, emotiva y derriban posibles barreras que el espectador pueda poner al tema.

— Qué bonito eso que decís del niño, nunca lo había pensado. Lo lindo que tiene este documental es que la cámara no se siente, está muy pegada o muy alejada de ellos. Los niños de La Carpio y del Caribe tienen esa misma actitud naif frente a la vida, de lo lúdico, del juego, del descubrir cosas. Yo pude ser parte de ellos y efectivamente me sentía como ellos. Esa edad es un punto clave que determina mucho el futuro de un país, de una comunidad, de una familia.

¿Cruzás el tema de género con las dos protagonistas mujeres?

— Yo vengo de una madre que me crió, ella fue madre y padre para mí. Vivía con mi abuela, estaba mi prima, la hermana de mi mama…por eso desarrollé mi lado femenino, si se puede decir que hay lados femenino y masculino. Tengo muy desarrollada esa sensibilidad y observación. La historia de Milagro es la historia de muchas mujeres nicaragüenses en el sentido de que son madre y padre, son educadoras en sus hogares, son las que llevan la plata a la mesa del hogar; son valientes, luchadoras. Con esta pregunta bella que me hiciste de cómo vos me veías en unos de estos niños…yo también me veía reflejado en esos niños por cómo mi madre me crió. Esta es la historia de mi madre también, que nunca pudo salir del país, que luchó como una mujer guerrera. Por eso me conecté con Milagro, con sus hijos, con la idea de que nosotros los hombres deberíamos de aprender de eso y asumir una serie de cosas que no asumimos.

El estreno de la película se hace en el cine Magaly en plena pandemia. ¿Qué sentís de proyectarla en este cine, de manera presencial?

— Es muy especial esta proyección, regresar en un contexto pandémico a una sala de cine , porque la experiencia es completamente distinta a estar en la casa. Es especial porque también es un país que tiene muchos hogares binacionales, y no solo está dirigida al costarricense promedio o al exiliado actual. En Nicaragua vamos a hacer el estreno el mismo día en una plataforma virtual.  Son pueblos hermanos, dos países que tienen una historia en común, que se han ayudado en distintos tiempos, con una relación muy cercana, desde la cultura, la comida, las familias, las tradiciones, la guerra. Ustedes han sido un pueblo muy solidario con nosotros, lo siguen siendo y me siento en casa.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido