Cultura 70 aniversario del Teatro Universitario

Cinco montajes para no olvidar

El Teatro Universitario celebra su 70 aniversario como mejor podría hacerlo: con teatro y más teatro.

A lo largo del año, el Teatro Universitario (TU), de la mano con la Escuela de Artes Dramáticas (EAD) de la Universidad de Costa Rica (UCR) y bajo la dirección de Juan Carlos Calderón, celebrará su 70 aniversario.

Para conmemorar estas siete décadas de formación, investigación y experimentación en las artes escénicas, el TU programó cinco montajes a partir de distintas trincheras que convocan a los estudiantes y teatreros ya egresados con el fin de crear montajes para presentarlos en el escenario institucional.

La agenda anual está conformada por las obras El crimen nuestro, escrita y dirigida por Kyle Boza; para el espacio Jóvenes dirigiendo se cuenta con Nuestra señora de las nubes de Arístides Vargas, bajo la dirección de Alex Condori; en la modalidad de coproducción está Cementerio de ballenas, con dramaturgia y dirección de Andrea Miranda, y Datsun 120, con texto y dirección de Cristina Arce; por último, en Jóvenes produciendo está ¿Quién habla cuando hablo?, escrita y dirigida por Milena Picado.

El lugar donde comienza el crimen

¿Dónde empieza el crimen? ¿Empieza en el momento del acto o mucho antes?

El feminicidio, la violencia doméstica, las familias disfuncionales, la religión con sus representantes abusivos y criminales, todas son realidades que en los últimos años se han destapado como experiencias crudas que atraviesan y dañan a la sociedad en general y con mayor ahínco a las mujeres y los niños.

Esas vivencias no solo son el pan nuestro de cada día, sino que son los crímenes segundo a segundo de la cotidianidad. Así lo mostró Danza Universitaria en el 2013 con la puesta en escena del bailarín y coreógrafo Gustavo Hernández, que parafraseando el versículo bíblico con el título El crimen nuestro de cada día, desveló el dolor y la impunidad de los asesinatos cometidos a mujeres.

Tomando como punto de partida el montaje de Danza Universitaria, el Colectivo Tres Paredes, conformado por Iván Álvarez, Cristian Esquivel y Kyle Boza, recreó la propuesta  bajo el nombre de El crimen nuestro, con adaptación y dirección de Boza. La obra se presentará en el Teatro Universitario del 19 de marzo al 26 de abril.

El resultado es producto de un proceso escénico que inició con un proyecto de 30 minutos que Álvarez lideró con estudiantes para el curso de Puesta en escena III de la EAD, mediante el cual trasladó el lenguaje dancístico al teatral.

La obra luego fue ampliada por Boza, como dramaturgo, para concursar en el programa Puesta en Escena del TU, del cual fue seleccionada para abrir la temporada del 70 aniversario de la institución.

Con varias obras a su haber, Boza subrayó que la dramaturgia de El crimen nuestro es distinta, puesto que creó diálogos más simbólicos y poéticos y anotó acotaciones de las propuestas de los actores.

Los temas y personajes de la versión original de Danza Universitaria se mantuvieron; además se agregaron otras historias que, con un ritmo abrumador, superponen en algunos momentos las voces y acciones de los actores.

La dramaturgia se compone de una historia que toma la problemática de la violencia doméstica y de los feminicidios, presente en la pieza original, y adiciona otros arcos dramáticos relacionados con la empatía, la violencia como ciclo, la religión, la sexualidad, el machismo, el patriarcado instaurado a pesar de no tener figuras paternas en la obra

¿De quién es la responsabilidad cuando se comete un feminicidio?, se preguntan los personajes en El crimen nuestro. La respuesta de que las personas, familias e instituciones generan la violencia no es restarle la responsabilidad ni justificar al feminicida, es comprender las causas profundas de los homicidios contra las mujeres. 

 

Kyle Boza adaptó y dirige la obra El crimen nuestro (Foto: Leonardo Sandoval)

 

Extracto de El crimen nuestro, adaptada y dirigida por Kyel Boza

Raúl: No sé cómo era mi papá.

JuanMa: Papi era lo mejor.

Daniel: No hay nadie como papi.

JuanMa: Papi era un superhéroe.

Daniel: Papi podía hacerlo todo.

JuanMa: Nadie podía con papi.

Daniel: Papi lo sabía todo.

JuanMa: Y no sentía nada.

Daniel: Papi era el papá más maravilloso de todos.

Raúl: ¿Entonces por qué se fue?

 

El palimpsesto latiente del recuerdo

Montaje de Nuestra señora de las nubes, de Arístides Vargas (Foto: Feucr)

El artista boliviano radicado en nuestro país, Alex Condori, se atreve con un texto del dramaturgo, actor y director argentino Arístides Vargas, quien fundó, luego de su exilio, el legendario grupo Malayerba, en Perú.

Hace 12 años Condori llegó a Costa Rica y su condición de migrante lo hizo identificarse con la obra Nuestra señora de las nubes, de Vargas, que pondrá en escena del 3 al 31 de mayo como parte del programa Jóvenes dirigiendo que auspicia la EAD y el Teatro Universitario. 

Nuestra señora de las nubes trata sobre el recuerdo y la memoria, sobre cómo no olvidar nuestro pasado para no cometer los mismos errores en el presente, “que de alguna forma están volviendo a pasar”, se lamentó Condori.

A partir del texto de Vargas, quien cala poéticamente en el tema de la memoria y el exilio, Condori presenta su versión. Esta nace de una necesidad de dirigirla desde hace mucho tiempo.

Condori terminó el año pasado su bachillerato en Artes Dramáticas en la UCR y ahora se apresta a realizar la licenciatura. Vino al país no como exiliado, sino para estudiar, y se trasladó con toda su familia.

Los primeros años en Costa Rica trabajó con población migrante de colombianos. Siempre ha sentido el deseo de poner en escena el tema del recuerdo en Latinoamérica y sus referentes actuales. “Este texto cobra mucho más peso por todo lo que está pasando, las huelgas, las matanzas, secuestros en el sur, las rebeliones”, afirmó.

Para Condori estar recordando continuamente permite traer al presente la idea de que es mejor no volver a ese lugar de conflicto, de dolor y violencia.

El montaje será escenificado bajo el concepto del palimpsesto; es decir, a través de varias capas creadas una encima de la otra. “Para mí la historia de Latinoamérica es esa: derrumbamos y encima ponemos”, explicó.

La idea conceptual es armar la historia como un rompecabezas “palimpsestado”, ya que los personajes de Bruna y Óscar van recordando, y el recuerdo no es tal cual ocurrió, sino que se va armando de retazos.

Alex Condori dirige la obra Nuestra señora de las nubes, de Arístides Vargas (Foto: Jorge David Morales)

Se suma a la historia la abuela Josefa, que para Condori es la resistencia: “es la que logra generar las raíces de la ciudad Nuestra señora de las nubes. Ellos se acuerdan de la abuela y de cómo contaba cómo se creó Nuestra señora de las nubes. Es una ciudad ficticia, una mini Latinoamérica para mí”.

El montaje es asumido por un equipo interdisciplinario de estudiantes de artes dramáticas en su mayoría, que abordan el texto aristidiano de manera cocreativa.

A la vez, con el objetivo de permear la puesta con vivencias y términos actuales, Condori trabajará con personas migrantes de la RED y del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur), mediante un convivio para que aporten sus experiencias.

“Es una obra que me ha latido constantemente, pues el dolor de Latinoamérica siempre ha estado ahí, no termina”.

 

 

Extracto de Nuestra señora de las nubes, dirigida por Alex Condori

Bruna: El olvido comienza cuando comenzamos a matar las cosas que amamos, pero no las matamos de una vez, tal vez en años… Es como si el tiempo nos pusiera un cuchillo en las manos y con él matáramos los instantes en los cuales alguna vez fuimos dichosos; no lo hacemos con saña porque no creo que el tiempo actúe con saña sobre nuestros pobres recuerdos, lo hacemos con la misma suavidad con que estos recuerdos se hacen presencia y con la misma violencia que produce el después, el no me acuerdo, el cómo se llamaba.

Descarte ambiental postapocalíptico

Boceto de la escenografía de Cementerio de ballenas (Diseño: Alejandra Méndez)

Cuando el espectador ingrese a la sala del Teatro Universitario a ver el montaje Cementerio de ballenas, bajo la dirección de Andrea Miranda, experimentará un universo postapocalíptico (no tan lejano) en el que el reino de los desechos primará. La obra se presentará del 4 al 19 de julio.

Será el año 2064. No habrá agua, ni árboles, ni animales y los adultos mayores y personas con discapacidad serán descartados y vivirán entre osamentas de ballenas en el fondo de un “mar” desértico. No habrá nada más que plástico, vidrio y aluminio.

“Las obras que he escrito y dirigido son propuestas que me han llamado a nivel político por lo que está sucediendo en el mundo”, dijo Miranda. La crisis climática es política y el TU apuesta por coproducir con Manifiesto escénico Producciones para llamar la atención sobre la temática ambiental y las consecuencias de no actuar en el presente para evitar una catástrofe en un futuro cercano.

Cementerio de ballenas versa en torno a lo que sucederá en un plazo de 40 años, cuando los recursos naturales sean escasos y las personas que no sean funcionales sean descartadas.

“Es una obra que nos habla a todas las generaciones, pero específicamente a la actual de entre los 20, 30 y 40 años, porque si no hacemos nada al respecto, probablemente nos van a descartar, porque vamos a ser los causantes de lo que podría suceder de aquí a 40 años”.

Es una probabilidad que se convierte en un espejo de la realidad y las decisiones tomadas o no para revertir el desastre ecológico.

Para Miranda, los que tienen más dinero y mayor posición política y social serán los que logren sobrevivir, pero aquellos más indefensos y vulnerables vivirán las nefastas consecuencias de la actual crisis.

Con dramaturgia que oscila entre lo metafórico y absurdo con algo de comedia y drama, y un desarrollo lineal de la historia, Miranda trabajará con una mayoría de actores de más de 50 años.

El trabajo escénico será abordado a partir del texto como mapa, con mucha improvisación y juego actoral. “Vamos a explorar. Yo como directora tengo una visión y soy abierta a lo que los actores tiene que aportar, y más que es la primera vez que voy a estar dirigiendo actores mayores”.

Andrea Miranda escribió y dirige Cementerio de ballenas. (Foto: José Carlos Guerra)

Extracto de Cementerio de ballenas, de Andrea Miranda

El decreto de ley decía más o menos así: (Recitando) “No hay vuelta atrás. A nadie le importó la extinción de las especies. Es un sacrificio que las nuevas tienen que pagar”. (Dejando de recitar) Y entonces mi nieta me abrazó  las piernas y comenzó a llorar. Me sentí realmente como el villano de la película.  (Preguntándose así mismo) ¿Lo era? Asumiendo la realidad de los hechos… el autobús llegaría el cuatro de agosto. Los meses anteriores se hablaba mierda en todos los medios de comunicación. (Volviendo a recitar) “Un nuevo comienzo. Nuevas comunidades en lo que fue algún día lo profundo del mar” (Dejando de recitar) Porque… (Recordando) los bosques comenzaron arder y el fuego se esparció hasta los océanos y el agua no pudo apagarlo… Se hizo cenizas. Pero… ¿saben? Yo ya me había mentalizado. Yo ya estaba listo para partir.

 

Hay una y otras en mí

Boceto para la obra ¿Quién habla cuando hablo? (Dibujo: Adriana Marín Leandro)

La actriz, directora y docente Milena Picado pone en escena la obra ¿Quién habla cuando hablo?, en el marco del espacio formativo Jóvenes produciendo, de la EAD, que se presentará en el TU del 20 de agosto al 13 de setiembre.

Picado propone una reflexión filosófica con el montaje, en que el lenguaje y la experiencia sobre la construcción de la identidad es hilvanada a partir de varios “yo(s)” o mismidades.

No se trata de un desorden de personalidades múltiples; es decir, de una condición de salud mental estigmatizada como negativa, sino de que Picado “de un tiempo para acá” viene pensando mucho en cómo se forma la identidad.

“Quién es uno, y cómo definir quién soy”. El texto creado, entonces, hace referencia a una cuestión existencial. “Para poder responder esa pregunta primero tendría que tener consciencia de que soy, de que existo, y luego de que estoy determinada por los otros, las otras personas”, expresó.

¿Cuál sería la verdad de lo que soy, lo que yo pienso o lo que piensan los otros”, continuó preguntándose.

De esto va la historia que narra la obra: una mujer doctora y otros personajes que, en distintos planos, comparten su espacio, y que en forma poética dialogan sobre el amor, la muerte y el olvido, con un lenguaje a veces metafórico y a veces realista.

El meollo de la puesta en escena es que somos individuos y singulares, pero al mismo tiempo pluralidades. “Estoy hablando de una cuestión energética, no física, no es que yo pienso que anda otra persona caminando por ahí que soy yo también, sino dentro de mí, en mí misma, cuántas soy, y he ido inclinándome hacia una pluralidad más que a una singularidad”.

Picado reconoce que en su vida ha habido varias “yo”, y que hay unas de las que se siente muy lejana y otras “como si hubieran muerto”.

En ese tono poético y reflexivo la obra aborda además otros temas como la maternidad, la eutanasia y el suicidio, atravesados por preceptos religiosos y una crítica al consumismo. 

¿Quién habla cuando hablo? forma parte del programa Jóvenes produciendo, mediante el cual los estudiantes tienen su primera experiencia escénica completa, vivida como un proceso teatral con toda las complejidades de producción.

Será la obra que represente al país en festivales universitarios de escuelas de teatro en Latinoamérica. “Vamos a crear juntos, entender que su sentir, su pensar, su voz es importante a partir de este texto, que será el trampolín o el cimiento desde donde se va a construir la tridimensionalidad teatral”.

De la mano con diseñadoras porque la mayoría son mujeres de la escuela que llegan a probar ideas en los ensayos, Picado escenificará su texto, lo cual significa “estar juntos en la práctica en la sala de ensayos, no sentados en la sala de la casa pensando”.

Milena Picado escribió y dirige la obra ¿Quién habla cuando hablo? (Foto: Carolina Arias)

 

Extracto de ¿Quién habla cuando hablo?, dirigida y escrita por Milena Picado

En realidad, solo existes si yo abro los ojos.

EN REALIDAD, SOLO EXISTO SI USTEDES ABREN LOS OJOS.

La soledad se lleva por fuera.

La carencia por DENTRO.

Lo que usted padece es una incompatibilidad con su propio ser.

Usted no se puede ver.

Usted no solo no se puede ver, usted no quiere verse.

Usted sabe que está y estará siempre en falta.

Un espacio vacío… hueco…

¿Falta un órgano para legitimar mi existencia?

 

Fragmentos de un Datsun 120

 

Cristina Arce escribió y dirige la obra Datsun 120. (Foto: Mariela Vargas)

La obra Datsun 120, escrita y dirigida por Cristina Arce, se presenta en el TU del 22 de octubre al 8 de noviembre.

Arce presentó y ganó el concurso de coproducción con el TU con el proyecto de puesta en escena, que financia en parte con sus propios recursos.

La dramaturgia y dirección surgen del caso de la célula subversiva costarricense La Familia; así como del de Viviana Gallardo, una de sus integrantes, y una familiar de Arce que participó en misiones guerrilleras en nuestro país dirigidas por un grupo insurgente centroamericano.

Al igual que Gallardo, la pariente de Arce había estado en la cárcel a principios de los años ochenta.

Las historias de los personajes de la obra confluyen en esa década en que la aguda y crítica situación social y política en la región estalló en intentos revolucionarios, habiendo ya triunfado el Frente Sandinista para la Liberación Nacional en Nicaragua en 1979.

Con una dramaturgia fragmentada, la base de la obra es Gallardo, quien fue asesinada por el cabo José Manuel Bolaños en la cárcel, luego de haber sido arrestada por intentar asaltar, con su pareja en un carro Datsun 120, una licorera para financiar las actividades de La Familia.

“Es un momento histórico donde se hablaba de terrorismo, de la izquierda en Centroamérica, de grupos que trataban de hacer la revolución dentro del país, de los movimientos subversivos que se opusieron a la derecha de finales de los setentas y principios de los ochentas y cómo eso incidió en mi historia personal”, reveló.

El proceso dramatúrgico inició en 2017, en el taller de dirección realizado con la docente Roxana Ávila y en el taller de composición dramática con la profesora Alejandra Marín. “Todavía el texto se sigue transformando y mutando porque también es un trabajo con los actores, en el que hemos ido investigando”.

Para Arce, con Gallardo se cometió la injusticia de mantenerla recluida en la Primera Comisaría durante un mes y nunca ser trasladada al Buen Pastor (actualmente Cárcel de Mujeres Vilma Curling Rivera).

“Vivía en una celda muy pequeña con dos reclusas, una de las cuales estaba embarazada. A mi tía la pasaron al Buen Pastor en ese mismo momento, en 1981”, dijo Arce.

Con base en noticias tomadas de la hemeroteca de la Biblioteca Nacional y en el libro Ahí nos van a matar de David Díaz e Iván Molina, Arce vierte en su libreto la fobia hacia la izquierda que se manifestaba en Costa Rica.

Sobre por qué tituló la obra Datsun 120, Arce respondió: “Le puse así por la persecución de Viviana luego de tratar de asaltar la licorera, en que ocurre un

intercambio de fuego y mueren dos policías y un taxista. Había una paranoia colectiva contra los terroristas, eran satánicos y la izquierda endemoniada, y empiezan a buscar carros similares. Me representaba la época”.

 

Extracto de la obra Datsun 120, dirigida y escrita por Cristina Arce

Diseño gráfico: David Monge

Soy lo que puedo escondida/ Con el hígado brotándome, la rebeldía. / Pude haber escogido otro destino/ Pude haber amado tanto/ Pero hoy me harto podrida de dolor. / La espuma de mi boca, se deshace con la rabia/ Por todo lo que nos quitaron. / La cal se sumerge en el espacio intrínseco entre mi vientre y mi barbilla/ Me gusto amarga. Soy marchita. / Soy la tierna amargura/ Y la bala que transita desde mi pecho azul confuso/ Hasta los labios de la masa. / Soy ocaso, enardecida. / Me encuentro sola y no me rindo. / Sobrevivo de la amargura, de la pesadumbre que me invita el insomnio. / El hambre y el sueño, me mantienen despierta. / Me sobran las razones para ponerme máscaras/ Huir / Tergiversar la unión / Surcar el viento / Desplazarme entre los rincones y las esquinas / Y callar. / No lo hago/ Me calmo, y sostengo. / Si Reagan no ha muerto, yo menos. / Escupo dos veces, y me preparo a dar declaraciones.

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