Cultura Exposición en la Galería Nacional

Carlos Tapia, gatuno y pecaminoso

El pintor Carlos Tapia expone 22 cuadros de sus gatos amados, pecaminosos y en tentación en la Galería Nacional del Museo de los Niños a partir del 27 de enero durante un mes.

Esos ojos gatunos que miran al espectador y comunican no se sabe qué misterios son la firma del pintor costarricense Carlos Tapia, artista que el viernes 27 de enero inaugura la exposición Las siete tentaciones y otros pecados en la Galería Nacional del Museo de los Niños.

Lujuria / Pecado Capital, acrílico sobre tela (Foto: Gloria Calderón).

La muestra, que estará abierta todo febrero, consta de 22 cuadros pintados con acrílico en tela en mediano y gran formato, colmados de pulsiones y pulsaciones urbanas, colores puros y contrastantes, perspectivas distorsionadas, arquitectura, gatos y más gatos, ironía y humor.

La colección se presenta saliendo de dos años de encierro por el COVID-19 que me afectó mucho porque estuve encerrado; yo que soy tan fiestero y parrandero, me tuvieron encerrado como un gato al que le pusieron un mecate en el cuello y no me dejaban salir.

Con guiños a Picasso y Gaudí, estar en la presencia de esta colección de Tapia es sumergirse en una fiesta con excesos, tentaciones y otros pecados. Es transitar entre la obsesión y la lucidez, el equilibro y el vértigo, en medio de un banquete superlativamente naif, lúdico y libre.

Fiesta por el estallido de colores rotundos y sólidos en que prevalece una paleta en oposición permanente de rojos, azules, verdes, amarillos, entre otros; algunos en estado puro y originiario. “Del tubo al lienzo”, como afirma Tapia.

A Tapia no le da miedo la vehemencia en sus cuadros, el ímpetu embelesado por sus felinos, la vida, las contradicciones, la muerte, la gula, la lujuria, la avaricia, la pereza; esos pecados capitales y demás tentaciones que constituyen a los seres humanos gatunizados.

Es un estado exaltado de la conciencia creativa, de la belleza, un torbellino en que la estética juega y gira y se estremece, mientras los gatos miran con ojos enormes y expresivos el mundo que pasa en su interior y en el afuera: ese mundo de Carlos y las adorables y sagradas mascotas que lo acompañan.

“Fue todo 2022 pintando y preparando esta exposición”, resume Tapia, para quien la libertad está contenida en su apartamento ubicado en el mero centro capitalino, donde es feliz con Kitty, Lucas, Clea y Vicente, sus cuatro compañeros leales y majestuosos que le han salvado la vida, dice.

“Tengo cuatro gatos en mi casa a los cuales sirvo. No es que que ellos me sirvan a mí, yo les sirvo a ellos: les doy de comer, los quiero, los cuido, duermen conmigo. Es muy claro que yo soy esclavo de ellos, eso está clarísimo”, afirma con su humor habitual.

Su majestad Vicente Tapia y atrás la obra ¿Quién soy?, acrílico sobre tela (Foto: Gloria Calderón).

¿Por qué el tema de las tentaciones y los pecados gatunos?

一Quise hacer una exposición completa con cuadros nuevos, es decir, todo el año 22 la pasé pintando. Son 22 cuadros de mediano y gran formato con acrílico en tela. Hay una secuencia que los hace ser parte de una colección que se llama “Los siete pecados capitales”, pero la escritora Catalina Murillo la rebautizó con Las siete tentaciones y otros pecados. Cada uno de los siete pecados tiene su pecado en gato en su cuadro individual. Después de esos siete pecados están los retratos gatunos, el paisaje urbano, la denuncia social, siempre el color, el humor negro –que me ha representado–, los dibujos arquitectónicos en que trato de meter el vértigo y las historias de las ciudades.

El tema de los siete pecados capitales siempre me ha fascinado desde niño. Mi abuelo tenía un taller de enmarcado de cuadros en Turrialba y yo veía las estampas religiosas, horrorosas, la gente ardiendo en las llamas del purgatorio; y había una estampa de los siete pecados que daba terror.

Esa cuestión tan macabra y sangrienta de la iglesia Católica, que dirigen tu vida, te dicen cómo tenés que vivir, entonces quise representarlo con mis gatos que retomo en esta exposición, porque son los que me han dado de comer durante 30 años de carrera y han sido muy generosos conmigo.

Yo tengo cuatro gatos en mi casa a los cuales sirvo, porque no es que ellos me sirvan a mí, yo les sirvo a ellos, les doy de comer, los quiero, los cuido, duermen conmigo. Es muy claro que yo soy esclavo de ellos, eso está clarísimo.

La colección se presenta saliendo de dos años de encierro por el COVID-19 que me afectaron mucho porque estuve encerrado, yo que soy tan fiestero y parrandero, me tuvieron encerrado como un gato al que le pusieron un mecate en el cuello y no me dejaban salir. Todo eso está representado en la felicidad de poder salir al mundo de nuevo, con todo y guerra, pero volvimos al mundo.

¿Cuál es la técnica y los formatos?

一Es acrílico sobre tela tensados en bastidores y así van a ser presentados. Van de mediano a gran formato, bastantes cuadros en gran formato. Me dieron la sala más grande que está al fondo de la galería, donde espero se vean aireados y bonitos.

¿Cómo es pintar en gran formato y cuál es la diferencia entre el mediano y el gran formato?

一El gran formato es una maravilla, a mí me encanta. El problema es que es para casas grandes; o sea, es difícil porque mucha gente no podrá meter el cuadro en la sala o en el comedor o en el vestíbulo de la casa. Sin embargo, aunque complicado, para mí es de lo más gratificante, ya que tenés todo el espacio para expresarte.

Yo he pintado en pequeño formato y, claro, tiene mucha mayor salida para la gente, tanto por precio como por tamaño, pero yo no he oído a un amigo artista decir que no le gusta el gran formato. Creo que a todos nos encanta trabajar en gran formato.

¿Cuando entrás en un proceso creativo, cómo es, cómo lo abordás?

一Yo no hago muchos bocetos antes de hacer un cuadro, hago un boceto para ubicarme en el espacio e inmediatamente me voy al lienzo y boceteo en lápiz. Pero lo que me fascina es lo que me va a salir, o sea, lo que va a salir de mi cabeza.

Soy una persona muy creativa y me gusta ver con qué me voy a sorprender a cada paso. A veces me río solo de la travesura que estoy pintando. Se suma el proceso de meter color que es distinto, porque no tengo idea de cómo va a verse en su totalidad, es una creatividad, un proceso, que se hace paso a paso. El resultado final, el cuadro terminado, me hace sentir tan feliz porque estuvo en mi mente y luego está pintado en un cuadro.

El uso del color es como una explosión, el rojo y los colores brillantes, contrastantes. Es como estar en una fiesta.

一El uso de color para mí es instintivo; o sea, yo no estudié formalmente pintura ni composición ni dibujo como han hecho otros artistas que estudiaron en la Escuela de Artes de la Universidad de Costa Rica o en el extranjero.

Mi carrera es empírica, viendo muchísimo, leyendo mucho, viendo muchísimos libros de pintura, estudiando a mi manera en un país donde el color tropical está dentro en nuestras montañas, en nuestras playas, que es tan vívido y tan bello, y que vivimos todos los días. Esta experiencia te impregna. Es una maravilla vivir rodeado de color.

Yo no sé qué va a continuación en el color: de pronto pinté rojo y sigo con un lila, un morado de pronto es un celeste encendido o un magenta o de pronto pongo un azul oscuro. Es absolutamente instintivo, o sea, no hay nada que yo diga: “Ah, es el círculo cromático”, que dicta que este color tiene que estar a la par de otro. Es una fiesta absoluta, de principio a fin.

Gata Pop, acrílico sobre tela (Foto: Gloria Calderón).

Sobre la decisión del elemento arquitectónico o con una perspectiva distorsionada en tus cuadros, ¿cómo se acomodan los elementos, las figuras que creás?

一Me encanta la obra de M. C. Escher, el pintor y dibujante holandés. Él resolvía sus obras arquitectónicas imposibles con fórmulas matemáticas elaboradísimas. Yo siempre fui una bestia en matemáticas y no entiendo ni siquiera la teoría de los conjuntos, por eso es un mundo en el que no puedo entrar.

Sin embargo, me encanta hacer esas cosas arquitectónicas, laberínticas, donde el vértigo y lo imposible pueden ser y donde me gustaría estar. Los gatos están ahí también porque ellos son testigos de esto que pasa, vuelven a ver al espectador desde las perspectivas alocadas. Es algo que yo adoro hacer también con mucho color y remarcando mucho la línea.

¿Cómo se llaman tus gatos, cuántos son, cómo es la relación con ellos y por qué los elegiste como tus “musas”, los protagonistas de tus cuadros?

一Estos son los gatos que están ahora, pero he tenido otros que han muerto. Tuve a Billy, que lo quise mucho, Amelia, Elena. Los que están ahora conmigo son Lucas, Clea, Kitty y Vicente. Les he ido poniendo nombres que me hubiera gustado ponerles a mis hijos. Tengo hijos gatunos, vivo muy bien con ellos y nos queremos mucho.

A las 7 de la mañana están histéricos ante la puerta de mi cuarto para pedirme desayuno. No importa cómo y a qué hora me haya acostado, en qué estado llegué, tengo que levantarme para darles de comer. Después me arrastro de nuevo a la cama y me duermo, pero esta tarea es obligatoria y lo hago con mucho gusto. Son mis compañeros, están conmigo cuando pinto en la madrugada, están ahí todos juntos donde yo esté.

Normalmente pintó sobre una alfombra y descalzo porque como ellos se ponen a los pies míos, si los majo no es tan terrible. Por dicha han aprendido y saben dónde ponerse cuando estoy pintando y están ahí viendo cómo muevo el pincel, fascinados. Después hacen una siesta, juegan entre ellos y vuelven donde yo estoy. Así son todos mis días. Me hacen reír, me hacen enojar. Todos los días es algo distinto, la vida con ellos siempre es fascinante.

¿Por qué son tan especiales y tan “fotogénicos”, en qué consiste esa belleza, podrías describirlos?

一En mi casa, de niños, siempre hubo gatos. Las gatas tenían bebés y los bebés se quedaban en la casa y era un desastre porque eran un montón. Mi mamá pasaba furiosa porque los gatos hacían pipí en las paredes y las gatas quedaban embarazadas en un dos por tres. Así fue mi infancia y adolescencia. Después, de adulto joven no tuve gatos, pero a los 30 y pico años empezó esto y ya no paró. Es una maravilla: los amantes van y vienen, y los gatos permanecen.

Los gatos fueron dioses en el antiguo Egipto. La diosa Bastet regía y era muy adorada y respetada por los egipcios. En las tumbas egipcias hasta que se aburren los arqueólogos de sacar momias de gatos. Se calcula que hay millones de momias de gatos, pues a los gatos amados de cada familia les hacían una sepultura con ofrendas. Tanto era así, que en el antiguo Egipto si vos matabas un gato te ajusticiaban. Si pasara eso con la gente malvada que envenenan los gatos, se irían todas las vecinas malvadas.

Después de ser dioses se convirtieron en mascotas, lo cual no creo que les haga gracia. Viven en nuestras casas en una forma de invasión sesgada para poder controlarnos. Ellos saben que los adoramos, que los amamos, nos soportan, nos toleran a sabiendas de que son únicos y sagrados. Saben que son muy bellos, que tienen una gracia única al caminar, al lamerse, al correr, que esos piecitos soportan el peso de sus cuerpos elásticos y que se deshacen en tus brazos.

Los gatos son unos compañeros magníficos porque no son como los perros, que siempre están desesperados diciéndo: “Me quiere, me quiere, me quiere”, en cambio los gatos cuando deciden quererte llegan un momentito, te dan a entender que puedes darle caricias en ese momento y luego se van diciendo: “Déjenme quedito y en paz”.

Los ojos de tus gatos pintados son una marca, una firma tuya.

一Sí, los ojos de mis gatos siempre tratan de mirar al espectador y comunicarse con él. Pude haber pintado una gran ciudad y hay un gato pequeño por ahí mirando: este gato es toda la humanidad, toda la gente, todos los animales, todos los seres vivos que habitan una ciudad.

Carlos, vos sos esas pinturas: un estallido de color, ¿aunque la tristeza y el desamor te embarguen?

一Estoy en una edad en que solo estoy mejor. Tener a alguien aquí metido ¡qué pereza!. Sinceramente ya las relaciones amorosas cada vez me interesan menos. Si se diera algo tendría que ser una persona que esté en su casa, que tenga su carro, su carrera… Todo resuelto y que nos veamos de vez en cuando. Cada uno en su casa con sus gatos.

Todo en mi vida me ha llegado tarde y estoy muy contento ahora de que me quedan unos 20 años de vida. Si el alcohol no me mata antes, pues viviré muy contento y feliz con mis libros, mis gatos, mi computadora, en mi apartamento. Es una vida muy agradable, muy bonita y no deseo ningún goce de Europa por ahora.

Entonces, ¿ya no hay tristezas?

一Estamos jubilados en la vida, más no retirados.

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