Desde Bogotá, Colombia
“Todos los caricaturistas siempre hemos estado en peligro porque a alguien le molesta lo que hacemos”, resonó la voz del afamado caricaturista colombiano Jorge Grosso frente a un auditorio lleno de artistas, aficionados a la literatura y uno que otro joven que sueña —o quizá, soñaba— con seguir los pasos del dibujante.

Esta tajante frase hizo aplaudir a unos y dejó en silencio reflexivo a otros en medio de la mesa redonda titulada “La caricatura: un oficio en peligro”.
El encuentro, en el que además de Grosso, participaron Adriana Mosquera (Nani), Harold Trujillo (Chócolo) y Jaime Andrés Poveda (Bacteria), acompañados de la fundadora y directora del Festival heleno iberoamericano de literatura en Atenas (LEA), Adriana Martínez que se realizó el pasado 27 de abril en el marco de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, Colombia.
“Yo no creo que la caricatura esté en peligro, sí creo que el caricaturista esté en peligro, porque un caricaturista es incómodo y en cualquier lugar del mundo lo pueden desaparecer”, Jorge Grosso.
La premisa de la discusión fue que en el marco de la desaparición paulatina de muchos periódicos impresos y la aparición de las imágenes generadas mediante inteligencias artificiales (IA), los medios de vida para quienes se dedican a la caricatura y muy especialmente, a la caricatura política, poco a poco se reducen.
“Sea de un lado o del otro, siempre hemos, de alguna manera, estado en peligro y nosotros como caricaturistas asumimos la actitud de decir las cosas sabiendo los peligros”, continuó Grosso, quien por muchos años trabajó en el periódico colombiano El Tiempo.
El caricaturista vive en Estados Unidos, a pesar del recrudecimiento de las políticas migratorias, no ha bajado el tono de su lápiz y asegura que quienes asumen el arte de la caricatura política como bandera “somos caricaturistas más allá de los medios, más allá del papel” y que por eso, no enfrentan ningún peligro distinto al que siempre han enfrentado.

Mientras, Nani Mosquera se mostró temerosa del futuro y con desconfianza del surgimiento de la inteligencia artificial, especialmente en lo que refiere a las formas en que las y los caricaturistas se ganan el pan en el contexto actual.
“Cuando nosotros empezamos a publicar, el sueño dorado de un caricaturista era estar toda su vida en un diario, ser el caricaturista de plantas, publicar ahí y ser un ícono de la opinión. Yo no sé si nosotros lo vamos a conseguir”, exclamó.
Mosquera planteó además que las redes sociales no han mostrado ser un espacio fácil para crecer y, aún menos, para ganar dinero, por lo que teme que la combinación del declive de los medios físicos y el surgimiento de las IA lleve a su fin al oficio.
“Yo como poseo la inteligencia natural, no me preocupo por la artificial, por eso no creo que el oficio de la caricatura esté en peligro”, respondió Grosso.

Por su parte, Chócolo —humorista del periódico El Espectador— dijo que aunque los medios en papel mueran, la caricatura seguirá existiendo, pues el humor es necesario para los seres humanos.
“Yo creo que lo que va a desaparecer es el papel. Sinceramente yo no soy tan fatalista y lo que va a desaparecer es el papel, el buen humor no desaparece, ya lo decía el Papa Francisco antes de morir: el humor es un rasgo de la humanidad que es imposible que desaparezca”, indicó el dibujante, quien apuesta por un futuro en que los caricaturistas puedan monetizar su trabajo a través de medios digitales o de otro tipo.
Además, le interrumpió Grosso —el más veterano y el más conversón de los panelistas—: “desde hace más de quince años se está diciendo que el papel se va a acabar, pero según las estadísticas, cada vez se venden más libros, no menos libros. Hay Internet y todo, tabletas, pero cada vez se venden más libros”.
Por eso, coincidió Chócolo, en que hay que apostar porque el público continúe consumiendo medios físicos al tiempo que apoyan de otras formas el trabajo de los caricaturistas.
De seguido, Jaime Andrés Poveda “Bacteria” —quien enfrentó un proceso que califica como “acoso judicial” por parte del expresidente derechista colombiano Álvaro Uribe— reflexionó sobre las amenazas que siempre han estado en el camino de los caricaturistas.

Según Bacteria, quienes satirizan y ejercen el dibujo humorístico para criticar la realidad tienen enemigos en todas partes y se vuelven el blanco fácil de anunciantes, políticos, grupos organizados (mayormente, delictivos) y más.
“Está el tema de la autocensura, porque llega un momento en el que criticar a un personaje se vuelve un peligro”, aseveró el dibujante, pero agrega “que nosotros tenemos que dibujar sin miedo, pero cuando uno ya está solo, no hay un medio que lo respalde, se vuelve más complejo”.
En una breve entrevista posterior con UNIVERSIDAD, Bacteria dijo que sus temores sobre la caricatura son similares a los del mundo del buen periodismo, que se enfrenta al poder político y económico, pero que es “aún peor” en el caso de la caricatura, pues incluso los medios pueden darle la espalda al artista que hace más allá de una investigación o una denuncia, una crítica mordaz.
Bacteria aseveró en el foro que la caricatura prevalecerá aunque murieran todos los medios físicos y asevera que seguirá circulando, pero que el peligro es que el artista pueda seguir ganándose la vida. “Si el único medio que tenemos para publicar son las redes sociales y el algoritmo es el que decide quién es más viral y quién se va a ver más, vamos a terminar todos dibujando corazoncitos”, dijo, temiendo además que los grandes y polémicos caricaturistas queden en el olvido.
“Yo no creo que la caricatura esté en peligro”, intervino Grosso. “Sí creo que el caricaturista está en peligro, porque un caricaturista es incómodo y en cualquier lugar del mundo, lo pueden desaparecer”.
Como reflexión final, Chócolo aseguró que como defensa a todas las amenazas que se discutieron, es importante que todos los creadores y artistas estén organizados. “Es el colmo, están más organizados los taxistas que los caricaturistas” concluyó.