El martes 11 de abril de 2017, en el teatro Papolo Gallarete, de Lombardía, Italia, el actor Giovanni Mongiano le dio una lección de compromiso y amor al mundo, al interpretar la obra Improvisaciones de un actor que lee, sin la presencia de ningún espectador.
Cuando le informaron de que no había nadie que estuviera esa noche dispuesto a ver la obra, Mongiano, como confesó después, optó por hacer la representación como si el teatro de Lombardía estuviera a reventar.
La noticia difundida originalmente por el Il Corriere della Sera pronto le dio la vuelta al mundo y evidenció que el actor, en ese entonces de 64 años y 45 dedicados al arte dramático, tenía un compromiso inclaudicable con su vocación.
“Nunca me había ocurrido. Pero siempre les enseño a los que aspiran a ser actores que no importa cuánta gente hay en la sala: se trata del respeto por el teatro y el público. Debajo del escenario, solo estaban el técnico de la iluminación, mi asistente y la cajera, quien además se marchó a los pocos minutos porque le sonó el móvil”, explicó Mongiano al citado periódico italiano.
Cada día, desde hace años, el caricaturista Ennio Mora Chacón, de Acosta, 1967, hace un ejercicio similar al de Mongiano. En sus cuentas de Instagram (ennio arte), Twitter (ennio cartonis) y Facebook (ennio.mora.1) publica una caricatura política de la actualidad. Lo hace sin pensar si tendrá cientos de visitas o ninguna.
Es la vocación por el arte la que lo lleva a sacar tiempo tras la jornada laboral como publicista para dedicarlo a la creación de una realidad por medio de la caricatura y así a unir su voz a un mundo social con el que no siempre concuerda. Es una sociedad a la que cuestiona con sus caricaturas, tanto del ámbito nacional como internacional.
Lo suyo es una vocación que se forjó desde que era niño y en la Escuela Cristóbal Colón de Acosta empezaba a manifestar su capacidad para el dibujo y la escultura. Con el paso de los años fue perfeccionando su mirada y sus búsquedas, hasta desembocar en un presente en el que esculpe, pinta, dibuja y realiza caricaturas por vocación. También es asiduo del retrato, ese que se traza en líneas rápidas y que en un corto período permiten una lectura de la persona que tiene enfrente.
En la Escuela Casa del Artista (ECA) efectuó su formación en arte y a partir de ahí inició una carrera en la que no ha cesado esa búsqueda de contar la realidad por medio de diversos medios, entre ellos la caricatura.
Al vincularse con la ECA, Mora siguió los pasos de otro artista acosteño, Antonio Chinchilla, quien luego de pasar varios años en esta casa de enseñanza, se trasladó a México donde desarrolló su carrera como pintor y escultor.
Lo de Mora es un ejercicio que, como en el de Mongiano, pretende demostrar su compromiso con el arte que ha abrazado. No importa si en la otra orilla hay un público masivo. Lo que interesa es presentar una lectura alternativa de la realidad y desde ahí aportar su grano de arena. Si con el paso del tiempo ese público se va extendiendo, será un triunfo, pero mientras ello no suceda, lo que procede es la disciplina y la necesidad de contar, por medio de la caricatura, esa visión, ese rayo de luz que se cuela por las grietas de la realidad que llama a muchas interpretaciones.
Y como sostiene Mora, en la medida en que pueda aportar una visión distinta, que no esté sujeta a los vaivenes del poder, en esa medida su arte cumplirá con el precepto de presentar una visión que llame a la reflexión y al sentido crítico.
Un arte sin descanso
Antes de que aparecieran las redes sociales, ya Mora tenía la vocación de estar siempre realizando sus caricaturas, aunque no tuviera incluso la posibilidad de compartirlas.
Es la misma vocación del escritor que escribe en las sombras. Que no publica. Que su obra se mantiene inédita, porque su acto responde a una necesidad existencial. Kafka fue uno de ellos, mientras era un funcionario bancario, que ponía sellos en un horario de oficina, aprovechaba los espacios libres después del trabajo para ir haciendo su obra, la que le pidió a su amigo Max Brod que quemara.
En tiempos en que todo es imagen y exhibición, la perspectiva a la que convoca Mora, desde sus caricaturas políticas y su hacer en su conjunto, es una muestra de que el arte es una vocación que se refrenda con el trabajo diario, sin importar si media el reconocimiento, la difusión o incluso el pago por una labor que va más allá de una remuneración.
Para quienes se quieren adentrar en los senderos del arte, cualquiera que sea, se pueden mirar en el espejo de Mora, cuyos impulsos creativos responden a esa urgencia de contar a través de sus habilidades, que en este caso desembocan en la caricatura como un medio para cuestionar y retratar la realidad.
De paso, con esa visión humorística, también, se entronca con una corriente costarricense que data de los comienzos del siglo XX, cuando en el país abundaban los periódicos satíricos.
Esa vertiente se fue perdiendo con el paso de los años, aunque, por ahí, Alberto Beto Cañas y algunos socios intentaron mantener el humor político como una forma de abordar la realidad nacional.
En el caso de Cañas, fue con La Piapia mediante la que por años en La Prensa Libre fustigó a propios y extraños. Ya solo en la evocación del nombre marcaba una línea de humor corrosivo.
A esta página le siguió La Purrruja, que fuera iniciada por Miguel Agüero, quien posteriormente y por más de tres décadas realizó La Machaca.
De forma tal que el humor y la caricatura política siempre han tenido espacio en la prensa costarricense; no obstante, que en las últimas décadas del siglo XX y primeros del siglo XXI este patrón no ha tenido la suficiente fuerza expresiva en los medios de comunicación tradicionales.
Ante ello, las redes sociales son un canal para comunicar una visión como lo hace Mora, quien siempre está pendiente de la realidad para abordar desde su óptica un mundo que se traduce en caricaturas y propuestas con un estilo definido y auténtico.
Y todo ello más allá si hay cientos o miles de seguidores u observadores, o si como le sucedió aquel 11 de abril de 2017 a Mongiano: no había nadie en la sala.