Cultura Óscar Castillo:

Cámara del Libro dará prioridad a nueva ley del libro en 2022

El sector tiene el desafío de que la ley 10025 no sea letra muerta y mantenga al mundo del libro en un libro, en el que ha pasado inmerso las últimas dos décadas

La Cámara Costarricense del Libro le dará en 2022 prioridad a la nueva ley de fomento a la lectura, el libro y las bibliotecas, a la cual le queda todavía un largo recorrido, dado que el sector en conjunto con el Ministerio de Cultura deberá de establecer el reglamento que la ha de regir.

Óscar Castillo, Presidente de la Cámara Costarricense del Libro, cuya sede hoy se encuentra cerrada a raíz de la pandemia, explicó que el nuevo texto legislativo es de suma relevancia para el mundo del libro, por lo que este será uno de los pilares sobre los que trabajarán el próximo año, al tiempo que adelantó que ya elaboran el proyecto para el regreso de la Feria Internacional del Libro, la actividad que revitaliza y sostiene a autores y pequeñas editoriales.

La Cámara del Libro espera que para 2022 vuelva la Feria Internacional. (Archivo, Universidad).

Castillo explicó que el sector durante los dos últimos años ha tenido que aprender a manejarse en el campo digital, el cual, sin embargo, no alcanza la fuerza que tiene la presencialidad, como quedó demostrado con la Feria Virtual del Libro realizada el año pasado.

En medio de la emergencia nacional y mundial por la COVID-19, el sector cultural costarricense ha sido uno de los más golpeados, de ahí las numerosas discrepancias que han existido en relación con el Ministerio de Cultura y sus respuestas a los distintos actores.

Sobre cómo ha vivido el mundo del libro en los dos años de pandemia, sobre las nuevas formas de comercializar los textos para mantenerse vigentes en el mercado, sobre las debilidades del sector, y sobre los desafíos que implica darle vida y forma al Consejo Nacional del Libro, así como al reglamento que exige la nueva ley, Castillo conversó con UNIVERSIDAD.

 “Como sucede casi siempre, después de una crisis, uno sale reinventado, porque de lo contrario, no la supera. El año 2022 espero que sea un año de mucha actividad y de mucho entusiasmo, y de muy buenos resultados”, Öscar Castillo

 ¿Cómo ve el sector del libro costarricense la situación en el contexto de la pandemia?

—Evidentemente los efectos de la pandemia en las ventas del libro han sido muy dispares. En general, han sido difíciles y negativas. Los primeros meses de confinamiento total hubo una reducción muy grande de ventas en librerías y editoriales. Las empresas más grandes se vieron obligadas a reducir su personal. Las más pequeñas teníamos exigencias menores y con menos podíamos sostenernos; sin embargo, sí hubo que hacer ajustes de horarios, de gastos y de personal.

No todos los pequeños lo lograron. Por ejemplo, Dulouz cerró su local y siguió por medio de ventas remotas.

Este es otro efecto que se dio desde el principio. Volvimos los ojos a las redes, a Internet y a las páginas web. Ciertamente con resultados disímiles. Las ventas presenciales no han sido nunca superadas por las ventas remotas. En lo que va de este año hay una activación del mercado del libro para algunos.  Ahora, para los pequeños, ya la persistencia de la pandemia empezó a golpear peor. Y se han dado dificultades más intensas. Las opciones de comercialización directa les han empezado a dar un poquito de tranquilidad, pero no es suficiente.

Como gremio intentamos adaptarnos a las condiciones. Por eso hicimos una Feria Virtual del libro.

¿Cómo les fue en esa Feria Virtual?

—Queríamos mantener la llama de las ferias. La Feria Internacional del Libro es el momento cúspide. Y pasar dos años sin hacerla era muy dañino. En el sentido de mantener la llama fue muy buena opción la feria virtual. Las respuestas en redes superaron el medio millón de clicks, pero las ventas fueron muy disímiles. Salieron desfavorecidas las pequeñas empresas.

Antes de la pandemia y antes de la Feria Virtual, los editores y autores nunca se habían planteado la posibilidad de tener una página web. Y luego muchas de estas empresas inauguraron sus opciones de página web y aprendieron a vender por vías remotas, con el uso de SINPE y WhatsApp. Estamos pensando en 2022 hacer la Feria Internacional nuevamente.

 ¿Cuándo sería?

—Si la cuarta ola nos lo permite y esperamos que sí, sería a finales de agosto y principios de septiembre, pero no le puedo dar más detalles por la sencilla razón de que estamos elaborando el proyecto, que estará listo en enero de 2022.

El INS tendría que aportar al Consejo Nacional del Libro ¢250 millones por un período de cinco años, según la nueva ley. (Archivo, Universidad).

La Feria ha sido citada por los diferentes actores del libro en Costa Rica como un pilar para ventas y contactos.

—Sí. A modo casi de anécdota, yo fui el primer director de la Feria Internacional en 1997 y hasta el 2007, y decíamos qué bonito cuando logremos que la gente se apropie de la Feria, y aunque siga siendo de la Cámara del Libro que la gente la sienta como suya. Y eso ya se dio hace mucho tiempo.

Hay amigos que yo solo veo en la Feria, y son muy bonitas las reuniones con los autores. En el stand de Uruk, se juntaban muchos autores, incluso de otras editoriales.

Planeamos, además, una serie de acciones para empezar a recuperarnos. La recuperación ha ido de la mano de la actitud de autores y editores. También hay quienes se han quedado al margen, pero otros han trabajado intensamente en la promoción, lo cual les ha permitido mantenerse vivos.

Uno de los cambios sustanciales que nos deja la pandemia es el traslado de las actividades de promoción del libro a las redes. Antes de eso, todas las semanas teníamos en los institutos culturales en San José hasta cinco presentaciones de libros. Como ya no podía hacerse, se trasladó a la red.

¿Puede ser mixto en un futuro dicha actividad?

—Sí, eso iba a decir. Que va a ser híbrido.

En este contexto,  ¿qué acompañamiento han tenido de las autoridades gubernamentales?

—Lo más fácil es decir que nos dejaron abandonados, pero, así como a nosotros nos sorprendió, a las autoridades del gobierno también. Al principio hubo mucha reacción contra el Ministerio de Cultura y sus respuestas seguramente al principio no fueron las más apropiadas. Como la Cámara del Libro tenemos el criterio de que nos corresponde la responsabilidad por cumplir, sea con ayuda o sin ella por parte del Estado.

La recién pasada Expo Pyme, en la que participamos unas diez empresas del sector, nos dejó excelentes resultados, a principios de noviembre, en el Centro de Convenciones.

Ahora viene Hecho aquí en la que intervendrán varias empresas del libro,  y esas organizaciones están muy ilusionadas.

Castillo reconoció que ya se toparon con las primeras dificultades legales para conformar el nuevo Consejo Nacional del Libro. (Miriet Ábrego).

En medio de todo, ¿cómo está la Cámara del Libro?

—Se nos redujeron drásticamente las fuentes de financiación normales.

¿Y esas fuentes cuáles son?

—La organización de las ferias. Solo hicimos la Feria Virtual, y recientemente el Festín Libro, que tenía la particularidad de que buscaba la presencialidad en las librerías

Incluso, algunas editoriales hicieron en sus sedes puntos de venta temporales.

¿Está operando normalmente la Cámara?

Hemos tenido que adaptarnos y reducir costos. No tenemos oficina por ahora. No estamos pagando alquileres. No tenía mucho sentido mantener la oficina, porque solo se hacía teletrabajo. Y pienso que, salvo que la pandemia diga otra cosa, en el primer cuatrimestre de 2022 volveremos a tener una sede física.

¿Qué piensan hacer para fortalecer a la Cámara en un futuro cercano?

—Esa es la pregunta del millón de euros. Empecemos por la historia, con frecuencia a la Cámara se le criticaba, me imagino que todavía, porque se decía que solo servía para hacer la Feria del Libro.

No es tan cierto, pero tiene una razón de ser. En 1954 se hizo la primera Feria Nacional del libro, convocada por Emma Gamboa, y participaron libreros y vendedores casa por casa. Gente de la Universidad de Costa Rica también apoyó en esa primera ocasión.

Ese grupo de libreros se mantuvo haciendo ferias, ya sin la participación de Emma Gamboa. Y lo hacían de manera fabulosa, con el patrocinio de Ricalit. Hacían dos ferias al año, una en abril y otra en diciembre. Igualmente, hicieron ferias fuera de San José.

En 1970 decidieron organizarse en la Cámara del Libro. La Cámara tiene como fecha de fundación en 1978 y fue por un procedimiento legal inacabado. En ese momento, el abogado que se había hecho cargo de inscribir a la Cámara Nacional del Libro no hizo el trámite y perdió los papeles. En el 78 se volvió a hacer y se llamó la Cámara Costarricense del Libro. Yo creo que la fecha real de fundación fue en 1970. Esto hay que modificarlo.

La Cámara del  Libro tuvo luchas importantes, como la Ley del Impuesto de Ventas, en la cual se dirigió la lucha para que los libros quedaran exentos. Y eso se logró. La ley es del 83. Y luego ha tenido que defender este logro, incluida la última vez. Aunque hay un problema que nunca se ha resuelto. Los libros están exentos, pero resulta que son los libros como producto final, una empresa que solo imprima libros, debe adquirir los componentes con impuesto al valor agregado, no los puede exonerar, esto sí se hace con otros productos.

Esto quiere decir que hay empresas que indirectamente pagan el impuesto al valor agregado, quizá no en el 13%, pero sí en la variable entre el 5% y el 7%. Y esto no se ha podido resolver.

¿Entonces cómo van a fortalecer a la Cámara del Libro?

—Hay que fortalecerla por el papel que debe de jugar en el mundo del libro, incluidos los lectores. Hay que mantenerse fiel y continuar con la Feria Internacional del Libro. Nacimos como Filcem, y se sorprendió al área porque se demostró que sí se  podía. Se hizo en Guatemala una feria y otra en Panamá, mientras que en los otros tres países ahí no dio origen a ferias propias fuertes.

Queremos retomar el camino inicial. Queremos darle más brillo y más presencia al público.

El libro en Costa Rica tiene fronteras internas, y estas se encuentran en la Gran Área Metropolitana (GAM). Es necesario abrir opciones fuera de la GAM. Hay acciones muy incipientes fuera de ella.

No se trata solo de promover la circulación comercial del libro. Se trata de fortalecer la oferta de las bibliotecas públicas y escolares. Fortalecer la organización de clubes de lectura. Respaldar las opciones regionales que fomenten el libro. Debemos mejorar la profesionalización de quienes estamos en el mundo del libro.

La capacitación en el mundo del libro ha avanzado muchísimo, pero hay que insistir en ella. En la capacitación la Cámara tiene que jugar un papel muy importante.

Y cuál es su percepción, don Óscar, de la nueva Ley del libro: ¿será una palanca para el sector?

—Tiene que ser una palanca. Dependerá mucho de las voluntades políticas del nuevo gobierno. Nos vamos a empeñar en que funcione.

La ley dice que tres meses después de su aprobación, y que tiene que estar reglamentada, se crea el Consejo Nacional del Libro. Este consejo debe asesorar al Ministerio de Cultura en la formulación del reglamento. La Cámara le envió al Ministerio de Cultura una nota urgente ya, y el Ministerio nos indicó que por una cuestión formal estaban haciendo consultas legales para su integración.

El Consejo del Libro debe tener cuatro delegados del Estado, dos del sector privado y uno de los autores.

El mismo Consejo Nacional debe escoger al representante; ahí el Ministerio se planteaba un problema relativo al quórum, porque no está ese miembro. Es una cuestión técnica.

En general, solventando esa parte técnica, ¿considera que la Ley puede ser una herramienta útil?

—Podemos tener la esperanza de que va a ser un elemento positivo en la medida en que la Cámara del Libro, otros sectores y los ministerios de Cultura y Educación nos pongamos de acuerdo. No ha sido fácil la relación con las instancias estatales.

Mientras tengamos la oportunidad de solventar las diferencias, saldremos adelante, para eso es el Consejo del Libro, pero hay que echarlo a andar.

En la Cámara del Libro tenemos como uno de los objetivos más importantes para 2022 que la ley funcione en lo fundamental.

 ¿Qué viabilidad le ve al artículo transitorio que obliga al Instituto Nacional de Seguros (INS) a dar un aporte de ¢250 millones por un período de cinco años?

—Creo que sí es viable. Este artículo fue el elemento más difícil. Fue lo que atrasó la aprobación de la Ley. Se buscaban fuentes de financiación para que no fuera un saludo a la bandera, como dicen en la Asamblea Legislativa.

Se ensayaron varias opciones sugeridas por Hacienda para nuevos impuestos, pero en la Asamblea no se puede hablar de nuevos impuestos.

El INS tiene proyectos y programas de apoyo a actividades culturales y artísticas. De modo que creemos que quienes tengan reservas para hacer cumplir ese transitorio más bien nos apoyen. Esperamos que el trabajo del Consejo del Libro sea tan bueno, que sea el propio INS el que diga que quiere seguir por su propia voluntad.

 ¿Tiene otras formas de financiación el futuro Consejo del Libro?

—El Consejo del Libro está facultado para obtener donaciones con organismos. De manera que el Consejo se garantice ingresos para programas a ejecutarse a través del Estado. El Consejo es un órgano asesor de los ministerios de Cultura y Educación en la materia del libro, siempre respetando a las instituciones estatales y  promoviendo que se conviertan en políticas nacionales de fomento a la lectura y a la producción editorial.

¿Vislumbra, entonces, un 2022 mejor para el mundo del libro costarricense?

—La pandemia no lo deja a uno ser contundente, pero tengo esperanzas. Como sucede casi siempre, después de una crisis, uno sale reinventado, porque de lo contrario, no la supera.

El año 2022 espero que sea un año de mucha actividad y de mucho entusiasmo, y de muy buenos resultados.

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