Cultura

Calendario redescubre el valor de parques y plazas

La vigésimo cuarta edición del calendario de Icomos busca repensar dichos espacios, vitales en el desarrollo urbano y siempre presentes en el ámbito rural.

El calendario del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos) invita, en 2025, a una reflexión sobre el valor de los parques y plazas, tanto en el espacio urbano como rural.

Hacerle un guiño a la mirada y a las pausas: en los parques y las plazas el tiempo cambia. Las prisas aminoran y es posible mirar y determinar al otro. El entorno cuenta, porque a diferencia de la velocidad con que se asume la vida en general, en dichos espacios, parece ir más lenta, más sopesada.

Vista espectacular del Parque Nicolás Ulloa, de Heredia. (Foto: Ana G. Brenes Araya-Icomos)

Como ya es costumbre, desde hace 24 años, el calendario Icomos, un proyecto en conjunto con la editorial de la Universidad de Costa Rica (UCR), en esta oportunidad seleccionó a los parques y a las plazas para contemplar su aporte a la vida en comunidad, esa que el arquitecto japonés Riken Yamamoto siempre ha defendido en sus diseños y que en 2024 le valió el prestigioso Premio Pritzker, equivalente al Nobel de Arquitectura.

Guillermo Barzuna, coordinador del calendario por parte de Icomos, sostiene que el uso de los parques y las plazas es todavía muy relevante, y que le permite a los transeúntes darse un descanso, un respiro en la agitada vida, en especial urbana, y para poder aguzar la mirada.

El calendario, intitulado Parques urbanos y su entorno arquitectónico, continúa con el proyecto iniciado hace 24 años y que ha hecho que el almanaque cuente ya con decenas de coleccionistas, por la calidad de las fotografías que aporta y por la reflexión que se hace en torno a un asunto cada año.

Portada del almanaque 2025 con una vista parcial del Parque España. (Foto: Jorge Scott Wright-Icomos)

Ver al otro, a ese ser que era esencial, por ejemplo, para el destacado periodista polaco Riszard Kapuscinsci, es una de las variables que facilitan los parques en la convulsa Costa Rica de hoy, asediada por los discursos grandilocuentes y vacíos que se esfuman en el cielo de Zapote y la capital.

«Considero que, sin duda, los parques y las plazas son de un uso importante en el espacio urbano y rural, y percibo que, todavía, la gente los disfruta».

En la edición coleccionable del calendario de Icomos 2025, se incluyen fotografías del Parque Morazán, las ruinas de Cartago; Plaza de la Democracia; Parque Nicolás Ulloa de Heredia; del edificio de Correos, en San José centro; Parque San Cristóbal Norte, en Desamparados; Parque de Piedades de Santa Ana; Parque Metropolitano La Sabana; el mítico Parque de Alajuela; y la Plaza de la Cultura.

El catedrático Barzuna asume, así, el parque en el entorno urbano y rural: «El parque es a la ciudad, lo que el jardín o el patio trasero para la casa. Es un contacto con la naturaleza para respirar y huir del concreto. A mí me gusta mucho la idea del parque como una opción de respiradero urbano».

Parques y plazas, son, además, posibilidades para generar una conversación entre quienes confluyen en ellos.

«El parque abre las opciones para sentarse a observar y a conversar. Son dos condiciones relevantes. El Morazán, por ejemplo, mantiene esto bastante intacto. El Parque Nacional, por el contrario, ha perdido algunos atractivos como las bancas, las lagunas de peces y un puentecito que tenía y que invitaba a interactuar en este entorno».

Sitios como el Parque de La Merced, que no está en el calendario, y el de Alajuela, son dos muestras de que la gente aún se acerca a conversar y a interactuar. En el caso del espacio josefino, por mucho tiempo ha sido sitio de reunión de miles de nicaragüenses que han emigrado a Costa Rica.

El de Alajuela, por su parte, conserva el arte de los viejos contertulios, quienes día a día asisten para encontrarse con parroquianos con los que llevan un diálogo a veces de años. El de la «Liga» es famoso porque la leyenda sostiene que nadie se salva en él de que le endosen un apodo, además de los reconocidos árboles de mango, que son un sello característico de dicho espacio.

Parque de San Cristóbal Norte, en Desamparados. (Foto: Mario Rojas Madrigal-Icomos)

Rol histórico

Si se analiza con detenimiento el aporte de los parques y las plazas a lo largo de la  historia, se descubrirá que han desempeñado un rol estratégico en la conformación del espacio urbano y rural, al tiempo que se les puede relacionar con el poder.

«En la ciudad, la plaza constituía el lugar estratégico, el centro alrededor del cual se encontraban los sitios emblemáticos del poder político y religioso: el cabildo o la municipalidad, la iglesia, la escuela. Es interesante el valor que tenían las esquinas de las plazas, ya que ahí se situaban las casas de los habitantes más poderosos o más adinerados», puntualiza Barzuna.

Y añade que «la plaza, que el diccionario define como un lugar ancho y sin casas dentro de un poblado, se diferencia del parque en que es un lugar de paso, no de estancia. El transeúnte lo atraviesa o permanece solitario, oyendo, observando lo que acontece».

En el ámbito rural, es característico que los centros estén organizados con el templo como un lugar predominante y que muy cerca de él esté el parque. Y, por lo general, a poca distancia las canchas de deportes, muchas de las cuales, sin embargo, han sido eliminadas en nombre del progreso.

Al profundizar sobre la plaza, Barzuna explica que «muchas veces el espacio de la tienda, el comisariato, el mercado, como lo recuerda Magón en su conocido ‘Un día de mercado en  la plaza principal’. Actualmente, es escenario predilecto de conciertos y manifestaciones políticas y espectáculos de diversa naturaleza».

Entre tanto, el parque convoca a una relación distinta. Pide pausa en medio de las prisas diarias. Quien va al parque lleva otro sentir. Por un período determinado, quienes se sienten en el parque pretenden detener el reloj y percatarse de la vida que ocurre a su alrededor.

«Otro espacio que nos convoca este calendario es el parque, ámbito en que la trama urbana se abre al verde y al aire. Los parques surgen como jardines abiertos y remansos de naturaleza dentro del conglomerado urbano; son lugares de convivencia social y lúdica. Se convierten en ejes centrales de la comunicación entre los habitantes de una ciudad, en sitios de reunión y esparcimiento».

En algunos lugares, no obstante, la inseguridad ha atentado contra el anterior uso extendido de los parques. Por esa razón, aquí Barzuna evoca el pasado para ahondar en lo que significan esos espacios al aire libre.

«En tiempos pasados posibilitaron la comunicación entre los habitantes de una ciudad, convertidos en sitios de reunión y esparcimiento. Así lo recuerda Justo Facio, al indicar cómo el Parque Morazán fue el punto de encuentro de todos los josefinos, que ahí se reunían para oír música o bailar. Por su parte, la pluma de Rubén Darío convertía los parques de San José y Heredia en amenos lugares propicios para el amor».

En medio de un vivir agitado, el calendario 2024 de Icomos es un llamado a la pausa para abrir una ventana interactiva con los parques y plazas, y quienes se mueven en ellos.

«El calendario que les ofrecemos es un llamado a la defensa y el uso de esos espacios cotidianos de la ciudad, que son a ella lo que el corredor a las casas de habitación: lugares

de descanso, socialización y armonía».

Vista del Morazán, con el patrimonial templo de la música de fondo. (Foto: Jorge Scott Wright-Icomos)

Un gran reto

El propósito de publicar un almanaque temático es un reto que hace 24 años asumió el Icomos y que ha permitido a sus gestores trazar un mapa sobre la importancia del patrimonio arquitectónico existente, en una Costa Rica que desde 1950 comenzó una guerra abierta contra el patrimonio y, consecuencia de ello, arrasó gran parte de la ciudad de San José, que en sus mejores tiempos aspiraba, de acuerdo con los parámetros de la burguesía, a convertirse en una pequeña París.

«El proyecto es un deseo de revitalizar el patrimonio que subsiste. No es añoranza de edificios antiguos. A lo largo de 24 años hemos podido trazar una cartografía de la cantidad de estilos arquitectónicos prevalecientes en el país, a pesar de que somos una nación pequeña. Son estilos que ya aparecieron en 1900. Hablamos de estilos, en diferentes momentos, como el del neoclásico, art nouveau, el neocolonial, el neomudéjar y el victoriano, entre otros».

En ese largo recuento en que se ha convertido el calendario del Icomos en distintos años, se han abordado numerosos inmuebles y manifestaciones arquitectónicas.

«Hemos valorado la arquitectura de edificios educativos, escuelas, colegios, iglesias, arquitectura escondida y espacios como el corredor y el jardín costarricense. También hemos abordado materiales como la casa de adobe. Se han destacado elementos escultóricos en los edificios, se han incluido las estaciones de tren, así como templos pequeños y monumentales, lugares de espectáculo, espacios lúdicos, la arquitectura de las segundas plantas en San José; en fin, son muchísimos los abordajes que hemos realizado».

Parquecito frente al edificio de correos en San José. (Foto: José D. Sánchez)

Una cualidad que ha distinguido el calendario en sus 24 ediciones es que todos van acompañados de un texto que explica, en un lenguaje sencillo, pero con aportaciones profundas, el tema central del almanaque.

Si se reunieran, piensa Barzuna, esos textos, perfectamente habría un libro en ciernes, el cual puede ser enriquecido con numerosas fotografías que retratan elementos arquitectónicos de esa otra Costa Rica que, por lo general, nunca está en primer plano, motivo por el cual el propio calendario ha contribuido a que no se olvide y a que no se le termine por destruir, como ocurrió, por ejemplo, con la emblemática Biblioteca Nacional, hoy convertida en un parqueo, o el Palacio Nacional, lugar en el que se tomaron decisiones trascendentales, como la celebración de la Constituyente del 49, pero que luego se botó en nombre del progreso que entonces prevalecía.

Para evitar el olvido e insistir en la importancia que tiene el patrimonio arquitectónico para el país, el almanaque del Icomos mantiene, año a año, la llama encendida, ya casi durante un cuarto de siglo.

Parques y plazas de Costa Rica en el calendario Icomos 2025 es una edición coleccionable y cuidada, que pretende que el costarricense reflexione sobre ambos espacios y su aporte en la vida rural y urbana.


Coleccionable

El calendario Icomos del 2025 hace una recopilación de parques y plazas de Costa Rica en procura de destacar la belleza y el aporte de estos espacios a la vida pública.

Se puede adquir en estos dos lugares: Librería UCR: 2511-5858, de 8 a.m. 1 p.m.

Sede de Icomos: costado sur de la iglesia La Soledad: 2258-0552, de 8 a.m. a 3 p.m.

Para envíos consultar al 8894-2918.

Valor: ₡7.000.

Parque Metropolitano La Sabana. (Foto Boris Valverde G.-Icomos).

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido