La noche del 21 de mayo, cuando el elenco de la Compañía Rusa de Ballet Clásico salga a escena para representar La bella durmiente en el Teatro Melico Salazar, el público podrá comprobar ya en los primeros movimientos el trabajo, la dedicación y el profesionalismo que caracteriza a los bailarines.
Así lo sostiene Evgeniya Bespalova, su directora, cuya compañía por primeva vez presentará de forma completa la obra original del escritor francés Charles Perrault, en un libreto de Ivan Vsevolozhsky y con la escenografía de Marius Petipa.
Más de 30 bailarines se prodigarán en el espectáculo, cuya melodía para la primera puesta en escena en 1890 le correspondió a Pyort Ilyich Tchaikovsky, en lo que fue considerado en su momento como el primer ballet sinfónico, por las melodías y la interpretación de la obra.
“Al principio, cuando todos comenzamos en el 2005, la mayor parte de los bailarines procedían de mi colegio. Yo bailé con ellos en el mismo escenario y los conocía muy bien. Ellos eran fanáticos como yo, y no podían imaginar vivir fuera del ballet”, expresó Bespalova en entrevista con UNIVERSIDAD desde Portugal.
De ahí que para el sábado 21 de mayo y el domingo 22 se espera que ese profesionalismo y esa calidad de la que habla la directora se plasmen en el escenario.
“Con el tiempo, la compañía creció y aparecieron nuevos bailarines, entonces, comencé a hacer audiciones. Afortunadamente la exigencia es siempre mayor que las necesidades, y comencé a seleccionar a los mejores y a los más talentosos”.
Mientras en el escenario los bailarines interpretan sus papeles y personajes, y el público sigue atento sus cuidados movimientos, detrás de ello se esconde una filosofía y una manera de abordar el ballet como expresión.
“La regla más importante es profesionalizar la educación del ballet. Sin ella no podremos ir hacia adelante. La cuestión no es si tiene un diploma de una determinada escuela de ballet. El bailarín tiene que demostrar que puede. Por ejemplo, cuando alguien viene y dice que es el mejor estudiante de su escuela y es el ganador de equis competencia, mi primera respuesta es: por favor, venga a mi clase y muéstrenos qué puede hacer.
Con base en esos parámetros, la productora en Costa Rica del espectáculo, Cecilia Chavarría, consideró que “los bailarines nos brindarán una muestra del virtuosismo de las coreografías y la exigente rigurosidad clásica en la ejecución e interpretación de uno de los más afamados e importantes ballets de la historia”.
Para Bespalova, es de suma trascendencia que a sus intérpretes se les manifieste esas ansias por su arte.
“Puede sonar gracioso, pero si veo la ‘enfermedad’ del ballet en sus ojos, el fuego que no pueden confundir con nada más, ese es mi bailarín. Eso lo puede hacer atractivo y diferente de todos en el escenario”.
UNA OBRA MAGNA
La bella durmiente, desde su primera representación a finales del siglo XIX, se convirtió en una obra de referencia en el ballet clásico universal. En esta pieza hay una fuerte pugna entre el bien y el mal, aspectos que son reflejados con suma maestría por la música de Tchaikovsky.
La Compañía de Bespalova representará por primera vez La bella durmiente en Costa Rica, aunque ya ha estado en el país en otras oportunidades en las que interpretó con gran éxito Romeo y Julieta y El lago de los cisnes.
“La bella durmiente es realmente uno de los ballets más difíciles del ballet clásico. He ahí por qué requiere mayor atención en el ensayo, para permitirle al público sentir la época y el periodo de creación de esta joya del ballet”.
La obra, añadió, demanda una alta concentración y maestría, para hacer la diferencia en los detalles.
“Todos los bailarines conocen movimientos similares y en todos los ballets clásicos usan pasos semejantes, pero la forma en que hagan esos movimientos crea la diferencia. En La bella durmiente, los bailarines no pueden ser toscos en sus movimientos, todos deben parecer como un velo, muy suave y delicado.
En la técnica y los movimientos se refleja y recoge parte de la época en que el ballet surgió y representó un sentir de un pueblo y una visión.
“Los brazos no pueden ir en alto porque en la época del barroco a las personas no se le permitía levantar los brazos, los vestidos no les permitían hacer eso. Estos son los pequeños detalles que hacen que la coreografía sea muy especial”, destacó.
RESPETO A LA TRADICIÓN
Para Bespalova, dirigir una compañía de ballet clásico rusa representa una gran responsabilidad, porque ella como artista se debe a una tradición.
“Preservar la tradición del ballet clásico ruso es la principal idea de nuestra compañía. Nosotros tratamos de conservar lo que fue creado hace mucho tiempo, y eso se convierte en la columna vertebral del ballet y del baile en general.
“Ningún contemporáneo ni bailes modernos podrían existir sin una educación clásica, porque ahí es donde hurga el baile. Es como el alfabeto para los bailarines. Es por eso por lo que yo deseo salvar la tradición tal y como pueda. Al introducirlo al público en todos los lugares, hace más comprensible el lenguaje del mundo del ballet”.
La compañía de Bespalova realiza prolongadas giras por Europa y, en ocasiones, por algunos países de América Latina.
“Como en todos los trabajos, nosotros tenemos nuestros problemas y la cuestión es cómo comportarse con ellos. Los bailarines tienen que recobrarse después de cada tour. Nuestro trabajo es un reto permanente con nosotros mismos. Tenemos que probarnos que cada vez lo podemos hacer mejor. Es increíble, pero eso nos permite sentir que nunca alcanzaremos la perfección y eso nos permite crecer siempre”.
Además, el esfuerzo continuo provoca un desgaste físico y mental que los intérpretes tienen que sobrepasar una vez que están en el escenario.
“La parte oscura es el desgaste del cuerpo. Los bailarines tienen que recobrarse después de cada gira, pero recuperarse no significa parar y quedarse en el sofá, porque los músculos deben estar en forma.
La rigurosidad que se observa en el escenario tiene un precio en cada jornada, en las que no hay treguas, sin importar las circunstancias.
“La clase, la preparación, es obligatoria incluso si el bailarín se siente enfermo o tiene dolor. Es la única cosa que puede calentar bien el cuerpo antes del espectáculo, sin esta, pueden sufrir tempranamente un trauma”.
Es un desgate, una preparación, un esfuerzo por estar en forma, por ofrecer un espectáculo riguroso en las formas y pleno en su condición física; no solo pasa por la recompensa económica, sino que hay otra más importante y que define a los verdaderos artistas, y en este caso a los integrantes de la Compañía Rusa de Ballet Clásico.
“Después del espectáculo, se obtiene la mejor compensación: los aplausos del público, sus impresiones, sus sentimientos y algunas veces las lágrimas, pero lágrimas de alegría. Después de ello, uno puede mantener sus ejercicios, clases, y ensayos para bailar incluso mejor”.
Para un bailarín de “raza”, como los que elige Bespalova para su compañía, el ballet lo ha de representar todo: “El ballet es la mejor droga para el cuerpo y la mente. Usted puede darle ese placer, ese gusto, a alguien y sentirse mejor, porque ese alguien se siente más feliz”.
Dos presentaciones
La bella durmiente se presentará el sábado 21 de mayo a las 8 p.m. y el domingo 22 a las 5 p.m. en el Teatro Melico Salazar.
Es una propuesta que trae al país Interamericana de Producciones. Este ballet será interpretado por primera vez en el país por una compañía rusa.
Interesados pueden obtener información en el 2295-9400.