La coreógrafa, maestra, fundadora y directora del Ballet Nacional de Cuba, Alicia Alonso, fue distinguida con el título de Doctor Honoris Causa de la Universidad de Costar Rica, por destacarse como una de las figuras más relevantes en la historia de la danza, no solo cubana sino mundial.
Este máximo reconocimiento fue concedido por el Consejo Universitario de la UCR en la sesión N.° 6065, artículo 3, del jueves 16 de marzo y le será entregado el miércoles 22 de marzo en una ceremonia solemne que se llevará a cabo en el auditorio de la Facultad de Educación, a las 11 a.m.
La Prima ballerina assoluta visitará el país del 21 al 27 de marzo para acompañar al Ballet Nacional de Cuba, agrupación que dirige y que presentará dos obras del repertorio del ballet romántico y clásico: Giselle y Don Quijote.
Las funciones serán en el Teatro Melico Salazar el sábado 25 a las 8 p.m. y domingo 26 de marzo a las 3 y 7 p.m.
Doctora de la danza
El rector de la UCR, Henning Jensen, expresó su beneplácito con la designación, ya que gracias al dominio de una técnica en extremo difícil y una exquisita expresión artística, Alonso alcanzó la cúspide más alta de su arte y ha obtenido por ello los más distinguidos reconocimientos en nivel mundial.
Jensen destacó que el arte de Alonso “no ha sido confinado a una élite ni ha sido apropiado por una minoría, sino que ha estado engranado con la magnífica y muy diversa creatividad cultural del pueblo cubano. Así, Alicia Alonso y su compañía son símbolo del anclaje profundo del arte en el tejido social de un pueblo y su tradición cultural”.
Desde 1941 hasta la fecha, el Consejo Universitario ha conferido el título de Doctor Honoris Causa a 41 personalidades del ámbito profesional, académico e intelectual; de estos solamente tres han sido a mujeres: la escritora costarricense Carmen Naranjo, la pensadora estadounidense Judith Butler (2015) y la bailarina Alicia Alonso.
Al respecto Jorge Murillo, coordinador de la comisión nombrada por el Consejo Universitario para dar el dictamen, expresó su complacencia por la distinción a Alonso por ser un referente de la danza en el siglo XX y XXI, en su dimensión educativa y pedagógica.
“Este reconocimiento está lleno de un simbolismo profundo, pues Alonso ha dejado una huella muy marcada en el desarrollo de la danza del continente americano y el mundo”, señalo Murillo.
El embajador de Cuba en Costa Rica, Danilo Sánchez, consideró muy merecida la distinción a Alonso, decisión que para él prestigia tanto a la artista como a la misma Universidad.
Para Sánchez, el doctorado es un merecido tributo a Alicia Alonso, un reconocimiento a la larga trayectoria de la artista dedicada a la danza, a su persistencia y enseñanzas que han formado el Ballet Nacional de Cuba como uno de los más prestigiosos del mundo.
Sánchez agregó que Alonso ha tenido la capacidad como maestra, como profesora y gestora de ir formando muchas generaciones de bailarines, coreógrafos y artistas. Además, opinó que “es una maravilla que a sus 97 años haya decidido venir a Costar Rica y que siga los ensayos y programas del ballet”.
Del mismo modo, Gloriana Retana, directora de Danza Universitaria, expresó que la agrupación a su cargo es muy importante, ya que “es una legitimación para las artes que se le otorgue el honoris causa a una artista”.
Retana explicó que la moción fue presentada por la Escuela de Artes Dramáticas con el respaldo de la Facultad de Bellas Artes que estuvo de acuerdo en impulsar la idea.
Relevancia
La solicitud del doctorado Honoris Causa para Alonso por parte de Escuela de Artes Dramáticas destaca algunos aspectos de la trayectoria de la bailarina, como su rol de directora del Ballet Nacional de Cuba que ha sido inspiración y guía para la formación de varias generaciones de bailarines cubanos y latinoamericanos.
Asimismo, el documento señala la labor de docencia y acción social, aportación reconocida por la Universidad de La Habana, el Instituto Superior de Arte de Cuba, la Universidad Politécnica de Valencia, España, y la Universidad de Guadalajara, México.
En los argumentos se destaca a la vez, que la contribución de Alicia Alonso a la danza cubana y mundial ha permitido repensar este arte desde su trascendencia cultural y su influencia en la construcción de la identidad latinoamericana, lo que ha generado un extraordinario impacto y contribuciones únicas de reconocimiento mundial.
También afirma la petitoria que la bailarina contribuyó al fortalecimiento de la cultura en general, reflejado en su designación como embajadora de buena voluntad de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), mediante la cual contribuyó a la construcción de un entendimiento intercultural, a la protección y preservación del patrimonio y a la creación de políticas de desarrollo que priorizan a la cultura como un elemento dinamizador de las sociedades.
El ballet no está muerto, ni es de museo
Alicia Alonso concedió una pequeña entrevista vía correo electrónico a UNIVERSIDAD antes de su llegada al país para acompañar al Ballet Nacional de Cuba en sus funciones en el Teatro Melico Salazr.
Sus respuestas fueron concisas y austeras, sin embargo, en la última pregunta se extendió para dejar claros los conceptos que para ella son la esencia del ballet y las razones por las que permanece como una manifestación viva para los públicos actuales.
De acuerdo con Alonso, el ballet “es un arte que reúne elementos múltiples como la música, la expresividad y la hazaña física, la dramaturgia y las artes plásticas”.
“Su técnica es un medio, no un fin”, continúa. “Pero el dominio técnico amplía infinitamente las posibilidades expresivas del bailarín. Existe el repertorio clásico con obras maestras que el tiempo ha establecido, y que no son algo muerto o de museo, sino que dentro de sus cánones cabe la creatividad y los aportes de los artistas que tienen a su cargo la reposición”.
Alonso considera que “el talento de los nuevos intérpretes y maestros revitaliza cada obra, y partiendo de esa tradición se puede avanzar por todos los lenguajes expresivos de la contemporaneidad”.
Vida en pocas palabras
Alicia Alonso nació en La Habana, Cuba, hace 97 años. Inició sus estudios de ballet clásico en su país natal, para luego trasladarse a los Estados Unidos donde continuó su formación con Enrico Zanfretta, Alexandra Fedórova y otros profesores eminentes de la School of American Ballet.
A los 19 años sufrió de un desprendimiento de la retina en un ojo, lo cual le ocasionó una ceguera parcial.
Se incorporó al Ballet Theatre of New York en 1940, año de su fundación. De inmediato comenzó su brillante etapa como intérprete suprema de las grandes obras del repertorio romántico y clásico. Durante ese periodo trabajó con figuras como George Balanchine, Bronislava Nijinska, y Agnes de Mille, entre otras personalidades de la coreografía moderna del siglo XX.
En 1948 fundó el Ballet Nacional de Cuba que ha dirigido hasta la actualidad y que se estima una de las compañías más importantes del mundo. Desde entonces compartió su tiempo con el American Ballet Theatre y los Ballets Rusos de Montecarlo.
La obra dancística de Alonso ha sido aclamada por el público y la crítica especializada a lo largo de más de 70 años. El rango de Prima ballerina assoluta que la define según las más altas cualidades estilísticas, expresivas y técnicas. Sus versiones de los grandes clásicos del ballet son mundialmente célebres.
Alonso ha recibido 128 distinciones, entre ellas, la Medalla de Oro de las Bellas Artes y la Orden de las Artes y las Letras en el Grado de Comendador, otorgada por el Gobierno de Francia, así como los títulos doctor honoris causa concedidos por la Universidad Politécnica (España) y la Universidad de Guadalajara (México).