Cultura

Aleteos desde el exilio

Artista nicaragüense relata el desarraigo y el duelo ante el peso de la represión de un gobierno opresor.

¿Cuánto dolor cabe en un lienzo? ¿Cuánta rebeldía? ¿Cuánta oscuridad? ¿Cuánta esperanza? Una posible respuesta se puede empezar a buscar en Nos faltan más de 300.

Se trata de uno de los cuadros e instalaciones que forman parte de la exposición Aleteo Forzoso de la artista nicaragüense exiliada Madelaine Caracas. La ominosa pieza muestra una mujer desafiante, quien levanta, como una bandera, el retrato de una ausencia, precisamente, forzosa.

“Cuando sos forzado a salir de tu país bajo situaciones tan violentas, el desarraigo, la pérdida de la identidad, el duelo, el dolor, son parte de lo que cargás como exiliado, y el tema de no encontrarte o sentirte extranjero, al ser una situación que no se da por decisión propia, sino que un Estado represor te fuerza a tomarla para resguardar tu vida”, terminó diciendo Caracas, poco después de que se le preguntó si se siente influida por las llamadas Pinturas Negras de Francisco Goya.

“Exactamente (replicó de entrada), creo que en medio de todo esto, retomar figuras, precisamente, como Goya, Francis Bacon, otros artistas, del periodo de posguerra de los alemanes, expresionista, es parte del trato que hago también en otras piezas, igual de oscuras”.

Reconoció que es el cuadro que más le ha dolido hacer, pues implicó “recordar a las madres y sus testimonios, muchas que están aquí, y la pérdida en sí misma y dolor por cada uno de los asesinados, como me tocó hacerlo en el diálogo nacional, el mismo dolor que sentí cuando tuve que leer los nombres y recordarlos a cada uno”.

Salida forzosa

Mientras terminaba algunos detalles de pinturas Caracas, la artista y activista subrayó que “yo no decidí salir, a mi el exilio me tomó de una forma inesperada”. Recordó que participó en las enormes protestas del año pasado, en los movimientos estudiantiles y en aquel intento de diálogo nacional “donde le grité a Ortega los nombres de los asesinados, a partir de mi involucramiento público y activismo, corría mucho peligro”.

Daniel Ortega, actualmente, sigue gobernando Nicaragua al lado de su esposa Rosario Murillo, tras una serie de opacas y cuestionables elecciones y a pesar de que -ante el alboroto generado por una inverosímil reforma al sistema de pensiones-, el año pasado, soltara la represión primero con las llamadas “juventudes sandinistas”, luego, con unos extraños parapolicías violentos a mansalva y finalmente todo el aparato represor del Estado; además de que realizó cientos de detenciones arbitrarias, de las cuales se cuentan, en efecto, más de 300 personas muertas.

Según relató, tras ese episodio, el nivel de represión y las amenazas contra su vida aumentaron, “en medio de eso, surgió un viaje para el movimiento estudiantil, para que fuera a representar a la movilización social fuera del país y a denunciar lo que pasa en Nicaragua”, ante el Parlamento Europeo y organismos de derechos humanos.

“En ese momento no decidí exiliarme, iba a una misión a seguir mi papel de activista. Cuando estoy afuera se emite una orden de captura extraoficial del gobierno en mi contra. No se encontraba en los registros pero se manejaba que me estaban buscando por terrorismo, y otros cargos”, añadió.

La mujer joven estudiante de la Universidad Centroamericana (UCA) observó que, además, ya se daban los primeros casos de presos políticos, “entonces, ya no puedo regresar al país”. En ese momento decide quedarse en Costa Rica “donde el activismo y la movilización social se puede seguir haciendo con mucha más fuerza”.

Desarraigo

¿Dónde está la Niña? Es un retrato de familia. Papá, mamá, el hermano mayor… pero la niña no está. Su rostro ha desaparecido y nada lo sustituye, queda el espacio vacío.

El rostro de esa niña, acaso una bebé apenas, fue a dar a otro cuadro, ajeno al retrato original: Casa Nueva. Ambos ofrecen un camino estético diferente, más colorido.

La artista explicó que la primera de esas piezas es una reelaboración de un retrato de su familia de cuando ella nació, “la bebé soy yo”. Ese cuadro “está en mi casa en Managua, que está abandonada, por la represión mis padres tuvieron que salir, el cuadro queda ahí. La casa está vacía, no estamos nosotros, pero está ese cuadro”

Entonces la idea de esa “casa nueva” busca hablar del exilio y de que sigo “sin tener un hogar fijo, a pesar de que he estado aquí en Costa Rica”. Todo ello juega “con la memoria, los recuerdos, el origen y la identidad, es de lo que me interesa hablar con estos cuadros”.

“La pintura -admitió- me ha hecho el desarraigo más doloroso”. Dijo que antes de la crisis pintaba y hacía arte con regularidad, pero “llegó un punto en que le tenía miedo a los pinceles, a tomar un pincel y hacer arte, porque me cuestionaba a mí misma cómo puedo tomar un espacio para escapar del dolor y de mi posición y trabajo político”.

Pero su arte no es escape ni evasión, asume de frente el dolor, la rebeldía, la oscuridad, la esperanza con que asevera que “la necesidad de un cambio es clara, está en todos, tengo la certeza y la historia misma nos dice que un dictador no es para siempre; lo que me duele pensar es cuánto tiempo más vamos a sufrir bajo esta situación de zozobra y precariedad, me preocupa más lo que viene después, la sociedad tan fracturada que tenemos”.

Cita en Escalante

Aleteo Forzoso recién fue organizada por la Plataforma Cultural Santa Tecla, en Barrio Escalante, el viernes 25.

Siete acrílicos y tres instalaciones conforman la exhibición y el montaje cuenta con el apoyo, además, de Managua Furiosa, un medio de comunicación dedicado el arte y la cultura en Nicaragua y a la promoción de artistas, organizaciones y eventos culturales.

La exposición estará abierta al público durante un mes en El Jardín de Lolita, 50 este del costado sur de la Antigua Aduana.

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