Cultura

Abya Yala: 30 años de navegar lo indefinido, lo inefable

Con la edición de una antología rotundamente no definitiva y una ópera animada de camino, el grupo independiente tacha ya tres décadas del calendario.

“El matrimonio entre forma y contenido es fundamental, no todas las obras pueden ser cantadas, llevar danza o tecnología. El contenido exige ser presentado desde un lugar”. Así comenzó Roxana Ávila a introducir la filosofía artística del Teatro Abya Yala.

Ella y David Korish han sido vela, timón y ancla de esa agrupación que recién en octubre cumplió 30 años; de ahí nace la publicación de un libro que recoge cuatro de sus obras y, el año entrante, una ópera animada.

Dramaturgia Invisible II: 30 años del teatro Abya Yala verá la luz en diciembre bajo el sello de la Editorial Arlekín gracias al apoyo del Colegio de Costa Rica. Se trata de la recopilación de los textos de las piezas MxM Robada de William Shakespeare (2009), La Ruta de su Atraçao (2013), Balagán (2011) y El Patio (2012). Se gestiona que sea presentado en el Centro Cultural de España en diciembre.

Valga recordar que Dramaturgia Invisible fue publicado en 2008 por la Editorial de la Universidad Nacional (EUNA).

“Cuando empezamos jamás pensamos que fuera a durar más de un año” admitió Ávila

La ópera animada se basa en El Túnel, de Ernesto Sábato. El libreto es de Ávila y Carlos Castro, quien compuso la música que será grabada por la Orquesta Sinfónica de la Universidad de Costa Rica (UCR), bajo la batuta de Alejandro Gutiérrez, porque junto a Abya Yala es un proyecto también de la Escuela de Artes Musicales (EAM).

La directora teatral recordó que esa novela en su momento fue muy popular, la cual trata de un pintor que narra el asesinato de una mujer, la única persona que lo comprendía, y cuenta por qué y cómo la mató.

Por supuesto que el proyecto fue concebido como espectáculo presencial, pero debido a las medidas tomadas contra la pandemia, se optó por una obra totalmente animada por Gustavo Abarca, a partir de dibujos del artista Manuel Zumbado.

A finales de noviembre, según informó Ávila, el Canal Quince grabará y editará el concierto de la Orquesta Sinfónica de la UCR junto al barítono Andrés Gómez y la actriz y cantante Isabel Guzmán.

“Con la orquesta y cantantes grabados, más unas escenas en video en pantalla verde y los dibujos animados, se monta la ópera virtual”, puntualizó Ávila.

En ese mismo tono como de decir “así es la cosa”, reconoció que nunca ha dirigido una ópera animada, y ese hecho en sí mismo es un ejemplo de que, en el mundo Abya Yala, “no se repite el mismo discurso escénico, siempre cuestionándose una misma, en el precipicio siempre de preguntar cómo se hace”.

“El teatro es únicamente la relación que se crea entre la gente que llega a verlo y la gente que lo hace”

“Hace muchos años —dijo— tomamos la decisión de que [en el grupo] no hay un estilo, en el sentido de que se pueda identificar, porque estamos convencidos de que cuando se elige una forma, esa ya tiene un contenido, es parte de un discurso, y es muy difícil que una forma responda a todos los contenidos”.

Dicho de otra forma, en el mundo Abya Yala la estética va detrás del tema, y no al revés.

Así, Ávila reconoció que cuando se produce una obra “no es de David y mía; la dramaturgia, la lógica general, el esqueleto, sí, pero el material interno es de las actrices y los actores que participan”.

Desde hace 28 años el modus operandi es que “escribimos las obras durante los ensayos, a medida que las vamos montando. El día del estreno entregamos a los actores y las actrices el guion”.

Según explicó, la producción de cada pieza pasa por dos etapas. Primero, la creación que lleva entre un año y año y medio, y que implica investigación en libros, películas y demás. Segundo, se ensaya y “lentamente llega un momento en que decimos ya no se produce material nuevo, sino que toca ver cómo se arma lo que tenemos”.

Ello quiere decir que para publicar las obras se requiere un proceso de “traducción a la palabra” que “es bonito también, para que la gente más joven tenga acceso a obras que no se escriben desde una persona sentada, sino dramaturgia que surge desde la lógica escénica, más dinámica y teatral”.

Reencontrar la magia

“Cuando empezamos jamás pensamos que fuera a durar más de un año” admitió Ávila. El nombre Abya Yala es un vocablo en el lenguaje del pueblo originario cuna, de Panamá,  “nos encanta porque es muy importante para el continente americano, somos un grupo nombrado desde el punto de vista de pueblos originarios, pero para la gente de Costa Rica, que no tiene contacto fuerte con [su] raíz indígena, es raro, no saben cómo se pronuncia o escribirlo”.

Reconoció que, por ello, quizás en aquel momento fue “un desacierto”, pero “no sabíamos que iba a durar”. Al fin y al cabo, hacer teatro es hacer “aquello que desaparece, el teatro no se hizo como un monumento que queda; de una forma u otra es efímero, como efímera es la vida”.

Añadió Ávila que el teatro “se va, se fue, por más foto y video, el teatro no existe más allá de la relación con el espectador y la espectadora. Por eso, es un momento sagrado, porque elegir esto es vivir siempre donde palpita la vida”.

Ese “vivir donde palpita la vida” tiene que ver con que “es constantemente estar peleando por que quede perfecto algo que, quien no lo vio, no lo vio, hay que creerle a la gente que era un buen montaje”.

“El teatro es únicamente la relación que se crea entre la gente que llega a verlo y la gente que lo hace. No existe en el público ni en los creadores, existe en el centro, lo sagrado está en ese lugar indefinible, inefable. No se puede decir, si se dice no es, es lo más cercano a tocar lo sagrado, esa comunión”.

Por eso, “ir al teatro es lograr reencontrar la magia”, quizás porque “no se tiene control del tiempo”.

Han sido 30 muy fructíferos años. (Cortesía Abya Yala)

 

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