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Sorpresa: Costa Rica votó en masa por preservar y no por ‘restaurar’

La campaña fue impredecible hasta en el último día: una participación masiva en pleno Domingo de Resurrección dio el triunfo holgado a Carlos Alvarado

Dos de cada tres costarricenses votaron este domingo de manera masiva en la 2ª ronda electoral y favorecieron con una mayoría sorprendente a Carlos Alvarado Quesada: el 60% de los votos, con una cantidad casi igual a la que obtuvo Luis Guillermo Solís en la segunda ronda del 2014.

El candidato del Partido Acción Ciudadana (PAC) acabó ungido por la mayoría popular como el defensor del sistema tradicional costarricense, al margen del cambio drástico que prometía su adversario con la bandera de los “valores cristianos”.

Con menos del 40% de los votos, el electorado dio la espalda a la propuesta de Fabricio Alvarado y a su partido de base confesional -Restauración Nacional (PRN)- a pesar de que este había ganado la 1ª ronda, del apoyo de sectores más religiosos y del acercamiento de figuras políticas que veían necesario sacar al PAC del poder.

Con una votación más voluminosa de lo que nadie habría pronosticado para una segunda ronda en domingo de Semana Santa (67%), los costarricenses prefirieron dar una segunda oportunidad al PAC o al sistema tradicional de la mano de Carlos Alvarado, o a su promesa de un gobierno inclusivo sin activismo religioso.

Más que un discurso, Carlos Alvarado lanzó señales de unidad nacional antes de la elección en la noche misma de este domingo. En su tarima se destacaba Rodolfo Piza, el excandidato presidencial del PUSC que se convirtió en figura al negociar un apoyo decidido al candidato del PAC.

Además estuvieron en el festejo algunas figuras de otros partidos e ideologías que también se decantaron por Carlos Alvarado como representante del camino tradicional costarricense. Si el PRN se hizo llamar “restaurador”, el PAC se ofrecía como el “preservador”.

“Preservar” a Costa Rica dentro el sistema internacional de derechos humanos, “preservar” las políticas con enfoque de género del Instituto de la Mujer y “preservar”, como quizás nunca imaginó, la tranquilidad de un sector de católicos a quienes inquietaba el tono de las fuerzas evangélicas detrás de Fabricio Alvarado.

“Yo no quiero que el presidente de mi país tenga influencias que comparan a la Negrita con el diablo”, decía Sonia Matamoros mientras hacía fila para votar en la escuela Eulogia Ruiz, de Grecia, a las 4:10 p.m.

A su lado, otro votante, Luis Madrigal, decía que la falta de planes concretos y las contradicciones hicieron que se arrepintiera de haber votado por Fabricio, pero que la gota que derramó el vaso fue escucharlo decir que el TSE estaba parcializado. “No podemos ir por ahí cuestionando las cosas que nos han permitido esta democracia, no, no”, exclamaba.

Con el triunfo de Carlos Alvarado también se preserva cierta distancia entre la política y la religión, aunque es innegable el ascenso político de los grupos evangélicos en los estrados políticos, a partir de mayo con 14 diputados en el Congreso.

El ahora ganador no estuvo nunca en ventaja clara de las encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la Universidad de Costa Rica (UCR), que mostraron “empate técnico” hasta 10 días antes. Sin embargo, Carlos Alvarado logró un repunte en los días finales de ambas rondas, algo que parece propio del “manual PAC”.

Pero el llamado iba más allá del PAC. Costarricenses ajenos a este partido y quizás críticos del gobiernos de Luis Guillermo Solís se inclinaron por Carlos Alvarado y lo impulsaron hacia Zapote. Para ello era vital elevar la participación electoral y a las 8:20 de este domingo se comprobaron las señales que se auguraba con la congestión vial de vacacionistas regresando a sus domicilios desde el Viernes Santo.

Cantones populosos como San José, Desamparados y Alajuela, donde en 1ª ronda ganó el PRN, en esta ocasión se inclinaron por el PAC. También la provincia de Guanacaste tuvo más éxito en traer a personas que votaron de otros partidos el 4 de febrero, como indicaban estudios del CIEP.

Por miedo a la propuesta de Fabricio o por confianza en el formato de “unidad nacional” de Carlos, la mayoría decidió seguir por un camino conocido a pesar de larga lista de exigencias que deberá enfrentar el nuevo gobierno.

Carlos Alvarado parece consciente de esas tareas y desde su discurso de triunfo habló de la necesidad de combatir el déficit fiscal, de activar proyectos de infraestructura como la ampliación de la ruta 27 y de promover políticas intensas de enseñanza del idioma inglés. También impulsar el tren interurbano y las políticas de energía limpia. Todo esto, dice, desde antes de tomar el poder el 8 de mayo.

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