País

La política exterior de Alvarado: una obra en construcción

Más allá de los mensajes duros sobre Venezuela y Nicaragua, el nuevo Gobierno aún define líneas y equipos para la acción internacional.

Con un saco blanco, sin quitar la mirada del mensaje escrito y sin traicionar su estilo fuerte para hablar, la canciller Epsy Campbell fue develando en la OEA la posición contundente de Costa Rica en contra de la legalidad de las elecciones recientes en Venezuela.

Campbell, que un año atrás era diputada oficialista y aún pensaba si disputarle la candidatura presidencial del PAC a un joven de otra corriente llamado Carlos Alvarado, fungía este 4 de junio como voz del nuevo Gobierno de Costa Rica y encargada de una política exterior aún en construcción.

Campbell, que acabó como Primera Vicepresidenta sin ser la opción original del ahora mandatario, es ahora el rostro del Gobierno de Alvarado a cargo de un área en la que no se le conocía experiencia previa y en la que no participó durante la confección del Plan de Gobierno.

Tras una campaña que dejó a la política exterior aún más relegada que en ocasiones anteriores, Alvarado asumió el poder sin líneas claras hacia afuera. Entonces, nombró de manera sorpresiva a Campbell, la primera mujer en la Cancillería, quien debe liderar ese plan frente a un marco internacional cambiante y un ambiente interno complicado en el Ministerio.

Mientras las elecciones cuestionadas en Venezuela y la represión violenta en Nicaragua han motivado a Campbell y a su equipo a reaccionar con mensajes duros y aplaudidos por varios sectores internamente, la canciller intenta armar una política exterior ajena a los incendios de cada momento.

Así lo expuso el jueves 7 de junio la canciller ante los diputados de la comisión de Relaciones Internacionales, ante quienes enumeró una lista de temas prioritarios, la mayoría de ellos acorde a los ejes de Gobierno propuestos por Alvarado.

Entre las prioridades mencionadas están el reforzamiento de la política ambiental y de igualdad de género, además de desarrollar una agenda enfocada en la educación, su valor en inclusión social, los logros del país en el sector y los objetivos en ciencia y tecnología. Así quedó en actas de la comisión legislativa.

A ello se suman las líneas tradicionales de la política exterior, centradas en el discurso de paz, desarme, defensa de la democracia, el derecho internacional y la defensa de los derechos humanos, aunque este campo puede verse alterado por las polémicas que marcaron la campaña electoral, relacionadas a reivindicaciones de la población LGTBI.

“Son como dos caras de una misma moneda: ya hay un conjunto de acciones que tiene el país por años y de eso los gobiernos no se pueden sacudir, pero también hay énfasis y  una huella que el Gobierno nuevo quiere marcar. En este caso parece clara una apuesta por posiciones más sólidas y claras sobre Nicaragua y Venezuela, lejos de la cautela del Gobierno anterior”, comentó Daniel Matul, profesor del Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad Nacional.

Con él coincide Carlos Murillo, exdiplomático y director del doctorado en Gobierno y Políticas Públicas de la Universidad de Costa Rica (UCR), quien cree que el primer mes de gobierno no basta para identificar las líneas de la política exterior.

“Hasta el momento hemos visto expresiones reactivas en asuntos que Costa Rica ha abordado de manera moderada, pero que ahora propician una mayor firmeza por la coyuntura que se vive en Venezuela y en Nicaragua”, añadió Murillo, antes de señalar que el contexto regional actual es distinto al que rodeaba, por ejemplo, al Gobierno anterior en sus inicios.

Una de las diferencias es el debilitamiento del bloque socialista en Centroamérica, Caribe y Sudamérica, así como la presencia de Donald Trump en Estados Unidos, cuyo discurso resulta difícil de aceptar para gobiernos latinoamericanos, incluido el de Costa Rica.

A pesar de ello, el presidente Alvarado decidió realizar su primer viaje oficial a Washington. Lo hizo con una agenda enfocada en reuniones con senadores y congresistas sobre temas de seguridad y ambiente, mientras la Casa Blanca y el Departamento de Estado estaban concentrados en el encuentro histórico entre Trump y el presidente norcoreano, Kim Jong-un.

Al igual que su antecesor, Luis Guillermo Solís, Alvarado escogió Estados Unidos como su primer destino oficial, aunque el primero había cumplido una agenda sobre todo comercial diseñada por la Coalición Costarricense de Iniciativas para el Desarrollo (Cinde).

Alvarado, en cambio, cumplió una agenda de carácter político elaborada por personal de la embajada tica en Estados Unidos. Además, viajo con una comitiva inusualmente pequeña, que intenta dar una señal de austeridad ante la crisis fiscal del país.

Ni siquiera viajó la canciller Campbell, que más bien quedó como presidenta en ejercicio, lo que eleva la señal de ascenso femenino que proyectaba el hecho de ser la primera mujer y primera afrodescendiente en ocupar la Cancillería. Ahora es la primera mujer afro del continente en haber ejercido la Presidencia en América continental, lo cual también agrega significado al componente de inclusión y de paridad que quieren incluir en el mensaje hacia el exterior.

Esto se lo señalaron de manera favorable los miembros de la comisión legislativa, (oficialistas u opositores, hombres o mujeres) en un clima afable a un grado inusual para este tipo de comparecencias.

“De la personalidad de ella depende en alguna medida el estilo de política exterior. Está claro que eso se define desde la Presidencia y con los equipos en el Ministerio de Exteriores, pero el estilo propio de la canciller puede ser fundamental en una gestión que hasta ahora parece poco clara en sus líneas estratégicas”, afirmó Carlos Murillo, a pesar de la poca experiencia que se le conocía a Campbell en asuntos de relaciones exteriores.

Campbell ahora asegura que no es una “cero kilómetros” en política exterior, que tiene una maestría en Cooperación Internacional y que presidió hace cuatro años la comisión de Internacionales. Sin embargo, admite no haber metido la mano en el planteamiento de las acciones contenidas en el Plan de Gobierno, el último de los capítulos, de solo cuatro páginas.

En ese Plan de Gobierno se afirma la necesidad de revaluar el liderazgo costarricense en materia de sostenibilidad ambiental posicionando al país como “laboratorio mundial de descarbonización”, con la posibilidad de captar dinero de cooperación internacional para ello y de ofrecer cooperación técnica. Es el know how (el saber hacer), una de las nuevas muletillas de la canciller Campbell.

Además, el Plan de Gobierno menciona el objetivo de promover la “unión aduanera centroamericana” y avanzar en la integración regional en el istmo, pero nada de esto presentó la canciller Campbell en la exposición ante los diputados. Su presentación solo se refirió a la necesidad de mantener presencia política en el Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y “reforzar la relación con Centroamérica”.

El nuevo Gobierno, más bien, ha endurecido su discurso sobre Nicaragua por la represión violenta que el presidente Daniel Ortega ha aplicado contra las protestas que cumplen ya dos meses, las cuales han provocado la muerte de casi 150 personas y mantienen paralizado al país, con pérdidas millonarias para su economía y la de los vecinos.

Por eso, el discurso fuerte de Costa Rica, explicó Campbell, por la tradicional defensa de la democracia, por los derechos humanos de los nicaragüenses, por los perjuicios para la economía nacional y la presión migratoria que pueda generarse hacia Costa Rica.

El mensaje, sin embargo, lo ha planteado en el foro multilateral de la Organización de Estados Americano (OEA) y mediante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), no por vía bilateral.

El actual embajador en Managua, Eduardo Trejos, deberá dejar sus funciones para asumir la Dirección de Inteligencia y Seguridad (DIS) por decisión de Alvarado. Corresponderá buscar un nuevo embajador en ese destino clave, como también están en espera los nombramientos en otros países importantes y la oficialización de las jefaturas en la Casa Amarilla. El embajador ante Estados Unidos ya está elegido, pero espera aún el beneplácito de Washington.

A pesar de lo que signifique elegir Estados Unidos como primer viaje oficial, los expertos Matul y Murillo no creen que haya una apuesta especial hacia Washington y, más bien, opinan que será necesario ver los resultados. La agenda la ocupan varios políticos críticos de la Casa Blanca y, además, no había sido su embajadora Sharon Day la primera en reunirse con la canciller Campbell en el inicio de sus funciones; antes lo hizo, por ejemplo, con el embajador de China, Tang Heng, el 16 de mayo, nueve días antes.

Entre diplomáticos también había llamado la atención la decisión de Campbell de reunirse con su homólogo de Venezuela, Jorge Arreaza, el propio día de la toma de poderes, el 8 de mayo. Lo interpretaron como un guiño hacia Caracas, pero la posición varió después.

Ese encuentro del 8 de mayo se lo sacó en cara el venezolano a la costarricense en la OEA el 4 de junio. “Nos reunimos allá en San José y no nos esperábamos que se incorporara Costa Rica tan rápido a la agresión contra Venezuela”, le dijo frente al nuevo secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.


Epsy Campebell ha sido vocera de un mensaje duro contra el proceso electoral en Venezuela y contra la represión dirigida por el Gobierno de Nicaragua.

Epsy Campbell:

“Nicaragua debe salir de esta crisis por la vía institucional y con elecciones, si no queremos un caos mayor”

(Entrevista realizada este lunes 11 de junio en el despacho de la vicepresidenta en la Casa Presidencial)

¿Participó usted en el Plan de Gobierno en la propuesta de política exterior y puede demostrar experiencia en estos temas?

—Uno de los roles políticos que yo he llevado es la política exterior. De hecho, en el primer año de mi última gestión como diputada, fue presidenta de la comisión de Asuntos Internacionales y en mis ocho años de diputada estuve siempre en esa comisión. Ha sido mi vocación y se ve en mi currículo. Además de tener una cooperación internacional para el desarrollo, he tenido una vinculación con casi todas las organizaciones multilaterales. Si alguien ha sido activo en el PAC y con una vida profesional vinculada a lo internacional, esa soy yo.

¿Participó en el diseño de la política exterior planteada en el Plan de Gobierno?

—No, pero en realidad es muy coherente con lo que hemos hecho históricamente; están alineados con lo que fue la política del PAC, la nuestra en la Asamblea Legislativa y un upgrade de la política internacional del Gobierno anterior, además del contexto.

¿Son tan compatibles las líneas del nuevo Gobierno con la política exterior de Estado que ha aplicado otros partidos en el pasado?

—Originalmente, las políticas del PAC se nutren del modelo costarricense. Además, tenemos claridad de los roles del Estado en términos del modelo en salud, educación, trabajo, etcétera. Nuestras políticas se basan mucho en las políticas de Estado históricas de Costa Rica, solamente que acopladas al siglo XXI, lo que hace que le demos un tono del momento. Las prioridades siguen siendo la inclusión desde la educación, el abordaje ambiental y también la modernidad en transporte e impulso a la innovación.

No menciona derechos humanos, que fue controversial en la campaña.

—También tiene que estar. No se lo dije, pero es uno de nuestros ejes históricos. Es democracia, ambiente, desarme y derechos humanos. Evidentemente este país ha apostado por una política amplia en derechos humanos, que tiene que ver con derechos económicos, sociales y culturales. Tiene que ver con educación, libertades políticas por vía de las instituciones, con la mayoría de mujeres y con otros grupos humanos que han reclamado tratos igualitarios, como indígenas, afrodescendientes, diversidad sexual, discapacitados… No vamos a abandonar esa bandera porque es parte de nuestro entendimiento de la inclusión social.

¿Puede uno resumir la política exterior diciendo que es un espejo de las políticas internas puesto hacia afuera?

—Eso siempre es así y debe ser. Es más efectiva, más creíble y sujeta a un intercambio con otros países, además de que nos compromete hacia adentro. Nos da más autoridad en diversos temas. No se trata de promocionar la marca Costa Rica, sino Costa Rica como marca. Es poner a nuestro país en el contexto internacional con lo que tiene para ofrecer y con lo que necesitamos traer.

Se supone que la política exterior debe traer beneficios para las necesidades o las urgencias del país. ¿Hay algo qué hacer en términos de la crisis fiscal?

—Claro que sí. Una de las partes tiene que ver con el endeudamiento exterior y eso tiene que ver con las oportunidades de buscar dinero en las mejores condiciones, aunque sabemos que eso es gastar ya los impuestos que pagarán las generaciones futuras. Para eso se está creando el “Consejo presidencial de la cooperación Internacional, la política exterior y los negocios internacionales” y ahí está participando Hacienda.

¿Tiene Costa Rica margen para acudir a países amigos a pedir financiamiento barato?

—Primero tenemos que resolver el problema interno. Ya no podemos depender de terceros. Sería como ir a donde su mejor amigo y pedirle dinero para el alquiler mientras usted usa la tarjeta de crédito para ir al cine, comprar las cosas más superfluas e invitar a los amigos.

¿La nombraron a usted en Cancillería para sacarla de Casa Presidencial y de los temas económicos?

—Lo que hizo el presidente Alvarado fue mirar dónde están las potencialidades de cada quien. He sido activa en los debates económicos, pero también tenemos un extraordinario grupo de otros economistas que hacen un trabajo excepcional. No es que me sacaron; es una estrategia de ubicar los recursos para atender las necesidades del país.

¿Está dispuesto su gobierno a ser vocero de las denuncias sobre las violaciones de derechos en Nicaragua?

—Tenemos obligación de tener una posición por varias razones. La democracia es uno de nuestros ejes y estamos directamente vinculados en lo económico y lo social; somos probablemente el socio al que más le interesa que resuelva su crisis interna por las consecuencias internas. Algunos pueden obviar, nosotros no, aunque la salida a Nicaragua pasa mucho por organismos multilaterales.

Ortega y Rosario Murillo solo han endurecido su posición hasta ahora. ¿Cree usted, de manera realista, que él va a ceder?

—La apuesta costarricense es que eso se resuelva sin más muertes ni más represión.

Parece muy idealista cuando todas las señales indican otra cosa.

—No hay otra apuesta posible. Solo se puede apostar por hacer gestiones multilaterales para que Nicaragua salga de esta crisis por la vía institucional y a través de elecciones, si no queremos un caos mayor.

Usted dijo que aumentaron las solicitudes de refugio de nicaragüenses, pero no quiere dar números. ¿No cree que eso solo magnifica cualquier tendencia?

—No es algo masivo; es leve y lo estamos manejando de forma estratégica.  Lo que sí eleva la presión fuerte es la de los transportistas que no pueden transitar hacia Costa Rica desde otros países de Centroamérica, con mercancías que valen decenas de millones de dólares.

¿Qué significa “leve aumento”?

—Quiere decir que es una cifra que no indica caos ni emergencia. Lo vamos a seguir midiendo, pero lo que tenemos hasta ahora es absolutamente manejable por la institucionalidad costarricense.


 

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