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La candidatura de Christiana Figueres topa con la cruda realidad de la ONU

La entrada tardía y otros factores desfavorecieron a la costarricense en su ambicioso proyecto de ocupar la secretaría general de Naciones Unidas.

Entró tarde, carece de experiencia en temas duros de Naciones Unidas y encima de todo su condición de mujer, lejos de los discursos y las posturas progresistas, sigue pareciendo un obstáculo.

Estas debilidades y quizás alguna otra según quién lo diga le puso cuesta arriba a la costarricense Chistiana Figueres su intento por ser la sustituta del secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-mon, a partir del 1 de enero del 2017.

Las dificultades las reconoció la costarricense en entrevista con UNIVERSIDAD desde su casa en Bonn, antes de viajar a África en busca de apoyo y de prepararse para los resultados adversos de la votación realizada el lunes 29 de agosto en Consejo de Seguridad, donde estaban en juego los nombres de los 10 aspirantes en competencia

“De momento las cosas parecen indicar que Christiana Figueres no es la predilecta, pero no me pone triste porque era una meta lograr varios enfoques e introducir cambios en la campaña, y eso se ha logrado. No ha habido sorpresas. Sabíamos que entrábamos cortos”, contestó Figueres, quien anunció la candidatura apenas el 8 de julio, horas después de dejar su cargo como líder de las negociaciones mundiales sobre cambio climático.

Sabía que no era la favorita, ni mucho menos, para la ronda de votación celebrada entre los 15 miembros del Consejo de Seguridad; aunque difícilmente habría previsto cuán desastrosos iban a resultar sus números: quedó de última, según la información filtrada y publicada por UN Tribune, un sitio independiente de información sobre Naciones Unidas.

Solos dos votos a favor. Doce en contra. Uno se abstuvo. Nadie esperaba este varapalo, a pesar del grado de realismo que Figueres intentó inyectar a ese optimismo reflejado en la frase “lo imposible es una actitud”. A juzgar por ese resultado,  ser la primera mujer secretaria general de Naciones Unidas sí que es un imposible, pero igual ella ve el vaso medio lleno.

La antropóloga y economista de 59 años considera que el solo hecho de lanzar su candidatura para el máximo cargo diplomático en el mundo es ya un logro por sí mismo. También se considera parte de los esfuerzos por abrir la posibilidad de tener por primera vez una mujer en la Secretaría General de la ONU y por integrar las distintas “comunidades temáticas” de la organización, como son las de derechos humanos, cooperación, desarrollo, o seguridad.

Sin embargo, estos últimos dos elementos incorporados a conciencia en la campaña de Figueres han resultado ser, de manera irónica, desventajas para conseguir apoyos que, de por sí, ya estaban en parte comprometidos por otras candidaturas cuando ella o la Cancillería de Costa Rica llegaron a plantear el proyecto.

¿Mundos paralelos?

Figueres, una figura internacional respetada en la comunidad ambientalista de organismos gubernamentales o privados, resulta desconocida para otros ambientes, reconoció ella. “Esto es muy interesante porque denota uno de los problemas de Naciones Unidas: los distintos pilares que trabajan en paralelo pero no integrados”.

Esto obligó a Figueres, a su equipo y a los profesionales dispuestos por la Cancillería tica a duplicar esfuerzos para llevar la campaña a todas las instancias, aunque al final sean los máximos jerarcas de los gobiernos los que tomen la decisión y los números vayan dando malas noticias. Por eso las visitas que ella ha realizado a capitales importantes como París, Beijing y Madrid, además de las de varios países africanos en esta última semana. Por eso el viaje que planeaba para esta semana a Bruselas y Londres.

¿No era una ventaja ser mujer? Pues no parece. A pesar de la campaña activada por varios países, en cuenta Costa Rica, para colocar en el máximo cargo de la ONU a una mujer, la dura realidad indica otra cosa.

El primer sondeo entre los 15 miembros del Consejo de Seguridad favoreció al portugués Antonio Guterres, expresidente de su país y alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados. En el segundo lugar tampoco hubo mujer: fue para expresidente esloveno, Danilo Turk.

En la votación del lunes, que tampoco es vinculante pero sí significativa, Guterres volvió a resultar favorecido y en segundo lugar el canciller eslovaco Miroslav Lajcak, cuyo origen de Europa oriental podría complacer el patrón de rotación no escrito según el cual el cargo de Secretario General corresponde ahora a esa región del mundo.

Pero es hombre al fin, se le señala. Se ha impuesto la “red de los viejos amigos”, según la reconocida diplomática Jane Krasno, impulsora de la campaña internacional para romper el monopolio masculino de la secretaría general de la ONU.

“De los 15 representantes en el Consejo de Seguridad, 14 son hombres y la tendencia de los hombres es votar para las personas que conocen. Se parece a un viejo club de muchachos”, dijo Krasno en Nueva York a medios especializados, en declaraciones en las que confesó estar frustrada.

Un ejemplo: el de Reino Unido, uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad y, por tanto, con poder de veto. “Reino Unido durante más de un año decía que debería ser una mujer de manera muy abierta. Ahora dicen que querían candidaturas de mujeres, pero no necesariamente una secretaria general”, lamentó Krasno. El embajador británico ante Naciones Unidas, Mateo Rycroft, dejó claro que no vetará a un hombre.

Figueres es una de las cinco mujeres en competencia, junto con la canciller argentina Susana Malcorra, la búlgara Irina Bokova, además de la neozelandesa Helen Clark y la moldava Natalia Gherman.

La condición femenina podía ser un punto en juego, pero no el más importante, reconoció la costarricense. En su caso, el tiempo jugó en contra. Entró de última, el 8 de julio, frente a otros candidatos que ya llevaban dos años de campaña abierta y de conversaciones, negociaciones, quizás canjes.

Ella quiso ir más allá del fair play y eso tiene un costo. Quiso respetar su período como Secretaria Ejecutiva de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y por eso el lanzamiento a última hora. Ya tenía algunas conversaciones avanzadas, sí, pero parece que eran insuficientes.

De poco ha servido el esfuerzo suyo y de la Cancillería, pero no había hasta el cierre de esta edición noticia alguna del retiro de la candidatura. Talvez se aplica lo que decía el canciller González dos semanas atrás: “No hay nada definitivo para bien ni para mal. El primero no puede tirar las campanas al viento y los últimos no deberían sentirse derrotados. Ahí en cualquier minuto puede cambiar la dirección en un sentido u otro con solo una palabra mal dicha. Es muy volátil”.

Figueres hablaba en otro tono desde hace días. “El solo haber lanzado la campaña ya es oportunidad buena para Costa Rica. Aquí sí es cierto que estamos en las ligas mayores del mundo porque no hay una posición más alta que la del secretario general. Ya nos hemos dado a conocer como país capaz de lanzar una candidata para ese puesto. Todos estamos conscientes de lo difícil que es”.

Va incluso más allá: “Es algo muy histórico, pero que fue una candidatura que recogió la unidad política nacional, con todos los partidos y todos los expresidentes. Es bonito ver unidad en una candidatura en la política multilateral. Costa Rica nunca antes había lanzado una candidatura así y pasarán unos añitos, porque esto es como que se alinearon las estrellas”.

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