País

Elecciones municipales 2020 se acercan y medirán el efecto del “shock religioso”

En San Carlos el alcalde del PLN se alió con Restauración Nacional, pero ese es solo un ejemplo. El tamaño del factor “cristianos” es todavía un acertijo, entre otros factores.

Si fuera por extensión territorial, Alfredo Córdoba es el alcalde más poderoso del país. Si fuera por riqueza del cantón, sería también uno de los más importantes. Si es por volumen electoral, San Carlos está además entre los principales. Y si fuera por el dilema político moderno de conservadurismo/progresismo, no hay quién ignore las fotografías de este año de padres de familia cerrando escuelas para oponerse a que sus hijos reciban educación sexual.

Ese es el territorio que gobierna Alfredo Córdoba desde 2003 y que pretende seguirlo haciendo hasta el 2024. Representa al Partido Liberación Nacional (PLN), pero eso es quizás lo que menos importe en el nuevo escenario político alborotado después de las elecciones presidenciales de este 2018. Por eso ya toma las precauciones y conversa con un actor político que hace 15 años ni siquiera consideraba: los “cristianos”.

Los “cristianos” es la forma común de llamar en el ambiente político a esa fuerza creciente que se concentró este año alrededor del Partido Restauración Nacional (PRN) y del candidato presidencial Fabricio Alvarado. Aunque ambos ahora se separaron, igual representan a un sector basado en iglesias neopentecostales que aportan un volumen de seguidores fieles (en tiempos de infidelidad política) y también potenciales candidatos que ya vieron posible dar el paso a la arena electoral; hay pastores que hace un año apenas sabían que iban en una papeleta y que ahora son diputados.

El “shock religioso” que casi llevó a la Presidencia de la República a las fuerzas políticas de base evangélica dio en 2018 un giro más a la reconfiguración política de las últimas dos décadas y aún se sienten las réplicas, pero el proceso electoral municipal que desembocará este 2 de febrero del 2020 (con 6.000 cargos en juego en 82 cantones) se ofrece como la primera medición para contestar a la pregunta: ¿de qué tamaño son las consecuencias de ese shock?

La respuesta nadie la tiene segura, pero otros dirigentes políticos actúan preventivamente y con eso quizás están ayudando a fortalecer a “los cristianos” como competidor político.

“La cuantía solo se va a ver el día después de las elecciones, pero el impacto se puede ver en términos generales con alianzas o divisiones como la que vimos, incluso con la posibilidad de que haya sido promovida desde fuera (…) Recordemos que los partidos trabajan cada cuatro años, pero las iglesias tienen vínculos constantes.”, explicó el politólogo de la Universidad de Costa Rica (UCR) Rotsay Rosales, especialista en partidos políticos y procesos electorales.


El caso de Córdoba, un cacique político del tradicional PLN, puede servir como muestra del impacto latente: ya le ofreció para el 2020 la vicealcaldía a una mujer del PRN, informó la semana pasada el medio local San Carlos Digital. “Las alianzas se dan por asuntos meramente políticos”, dijo a ese medio, aunque no contestó las llamadas hechas por este semanario.

Recursos similares, aunque con otras circunstancias distintas, permitieron en 2016 a Johnny Araya regresar a la alcaldía de San José, donde intentaría mantenerse, como dan por seguro dentro del PLN, aunque él declinó referirse a eso. Las candidaturas se pueden inscribir hasta el 18 de octubre del 2019, pero las aguas ya se mueven en muchos cantones, según consultas de UNIVERSIDAD con dirigentes políticos centrales y territoriales.

En la teoría, esas alianzas territoriales interpartidarias solo podrían darse si alguien lo autoriza desde San José. Eso no ha ocurrido aún, pero en el Directorio del PLN ya se mencionó porque las señales desde los cantones abundan, reconoció el secretario general, Fernando Zamora.

De los 52 alcaldes del PLN, muchos quieren reelegirse y evalúan aliarse con “los cristianos” al ver la posibilidad de que estos los saquen del poder, si se considera el caudal de las iglesias evangélicas o el apoyo que podrían tener políticos de discurso conservador según en qué zonas.

No se van a repetir ni se pueden sumar los 860.388 votos que recibió el PRN con Fabricio Alvarado en la segunda ronda presidencial del 2 de abril, pero ese número más los diputados cristianos (uno de cada cuatro) son parte del cálculo.

“La mayoría de alcaldes de Liberación quieren reelegirse, aunque puede haber desgaste de algunos de ellos y en algunos cantones la situación puede estar más dura. Ahora, no necesariamente el efecto de las presidenciales del 2018 se va a trasladar a las municipales como no se trasladó en el 2014”, comentó el secretario general Zamora.

Tiene razón Zamora: después del triunfo de Luis Guillermo Solís con Acción Ciudadana (PAC) en ese año, las municipales del 2016 dejaron el poder mayoritariamente en manos del PLN y en segundo lugar el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC), las dos fuerzas del bipartidismo decaído con el cambio de siglo.

Eso tienen las elecciones municipales, que escapan al control central y dependen de lo que ocurra en cada cantón. Son 82 elecciones distintas y solo algunos de los factores son válidos para todo el país. El de los “cristianos” puede ser uno de ellos.

“La gente hace cálculos. Hace unos meses pensábamos que íbamos a ganar y no ganamos, pero toda esa gente está ahí al margen de cualquier resultado y es importante mantenerse activos acá en San Carlos”, dijo Francisco Jiménez, pastor y dirigente del PRN en ese cantón alajuelense.

Jiménez tampoco ignora los acontecimientos de octubre, cuando Fabricio Alvarado renunció al PRN y con él la mitad de la bancada de esa agrupación. Intentan ahora formalizar el partido “Nueva República” para participar en las municipales con una base electoral similar a la de PRN. Ahora no es una fuerza, son dos, pero también competirán entre sí y quizás contra otros partidos más pequeños de ese sector

Desde el PLN, amo del poder político local así lo ven: “Los cristianos son un fenómeno que PLN ve con respeto, pero una división de ese tipo en sus primeros seis meses habla mal de su futuro político”, dijo el liberacionista Zamora, a pesar de tener posiciones conservadoras similares al PRN y a “Nueva República”.

En la mira están también los intentos de un grupo de partidos conservadores de formar una alianza para las presidenciales del 2022 y dar un primer paso en febrero del 2020, según ha dicho a la prensa el exdiputado Mario Redondo, quien en 2018 se unió con su partido Alianza Demócrata Cristiana a Fabricio Alvarado. Este grupo, sin embargo, reivindica más motivos ideológicos desde la economía más inclinados a la derecha.

Los pretendientes del voto conservador abundan. Aunque no se puede cuantificar ni considerar un factor único en la decisión de voto, es posible aproximarlo con el rechazo mostrado en las encuestas hacia el derecho al matrimonio igualitario o al aborto terapéutico; cerca de dos tercios de la población, según los estudios de opinión hechos a principios de año por el Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la UCR.

Fuera de esas posiciones, al menos en parte, el PAC tiene el desafío de crecer en las municipalidades después de ser favorecido por las elecciones presidenciales en 2014 y 2018, pero también debe competir con numerosos partidos cantonales que se han formado en años recientes y que aún nacen con la mira puesta en el 2020. En este momento hay 92 agrupaciones inscritas (de escala nacional, provincial o cantonal) con opciones de participar y 25 más en proceso de inscripción.

“Es equivocado ver a los partidos como una unidad monolítica. Cada vez es más relevante el proceso de descentralización y eso tampoco es exclusivo de Costa Rica. Han ido perdiendo relevancia pese a los mecanismos formales”, añadió Rosales.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido