Hay una escena determinante que casi nunca sale en las noticias y que determina lo que ocurre o lo que no ocurre en la Asamblea Legislativa, aunque los diputados nunca la mencionen en sus fogosas redes sociales. Se da cada día. Acabada la media hora de control político en que los diputados hablan prácticamente de lo que quieran, los jefes de las fracciones se acercan al escritorio más alto del plenario, el de la presidenta Carolina Hidalgo, y básicamente intentan responder a una pregunta importante: ¿qué vamos a hacer hoy?
No hay una agenda clara para la semana y mucho menos para el mes. Eso era casi del tiempo de las volantas para la dinámica política costarricense, cuando dos caudillos lideraban sus grandes (y bastante obedientes) fracciones y la discusión giraba en torno a la construcción de esa palabra que aquí se dice fácil: “la agenda”.
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“Lo que se ha aprobado o se ha avanzado es lo que ha interesado ahí a todas las fracciones. Y si alguien necesitaba más tiempo, que lo dijera ahí frente a todos”.
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Ahora “la agenda” es de corta duración. Todos los días se negocia, se tacha, se borra, se pospone o se agregan temas según cómo estén los humores o el clima político, qué noticias haya, qué parece urgente o qué temas calientan las redes sociales. No que antes jamás se hubiera hecho, pero esa pequeña reunión de pie ha sido una rutina en este primer año de los diputados actuales. Ha sido el sello de esta legislatura.
“Lo que se ha aprobado o se ha avanzado es lo que ha interesado ahí a todas las fracciones. Y si alguien necesitaba más tiempo, que lo dijera ahí frente a todos”, cuenta Carolina Hidalgo, cuya condición de mujer joven y primeriza en Cuesta de Moras representa en buena medida algunos rasgos de la “camada” de legisladores que resultaron electos en febrero del 2018.
Se vio desde el principio: una asamblea fragmentada, con el poder repartido y con bancadas diversas, con miembros que nunca antes se habían visto la cara y libres de caudillos. Se presentaban como “la política renovada”. Algunos habían renunciado a su partido desde antes de estrenar su curul, como quien se baja de un taxi al llegar a su destino donde poco importa el origen o las líneas de grupo.
UNA MANADA DE GATOS
Más jóvenes y debutantes, con menos ataduras partidarias y con acceso a un parlante propio en las redes sociales. En los equipos de asesores los reyes eran los abogados, pero ahora son los periodistas y los administradores de perfiles digitales que ayudan a los legisladores a monitorear y a participar en discusión virtual de manera autónoma.
No importa si son conservadores o progresistas, socialdemócratas o liberales, radicales o moderados. La mayoría se mueve con criterio propio y no necesariamente obedecen al jefe de la fracción, pero se dejan coordinar. Por eso resulta de alguna utilidad la reunión apurada cada tarde frente al escritorio principal para ver cómo está el camino.
Y por eso sostienen que han sido productivos en este primer año, porque a pesar de ser grupos disímiles y fragmentados, sin líderes claros o con liderazgos muy débiles, el resultado de la legislatura 2018-2019 ha sido más bien aceptable. Más allá del número de leyes aprobadas, que no necesariamente funciona como un parámetro para determinar la calidad del trabajo del Congreso, en este año se aprobaron dos temas de alto impacto y larga postergación: la reforma fiscal para atender el creciente deterioro fiscal y la reforma al Reglamento Legislativo para agilizar los procedimientos.
Si la reunión de media tarde ha sido el hábito de este primer año, el momento de tensión máxima corresponde a un día concreto: se sitúa en las horas previas a la aprobación de la Reforma fiscal el viernes 5 de octubre.
La foto noticiosa del año es, pues, el momento en que 35 diputados dieron su luz verde al polémico proyecto, a pesar de la oposición de 22 legisladores de distintas banderas y de la huelga de casi 100 días que sostuvieron hasta el final gremios de salud y educativos. Cientos de manifestantes rodeaban el Congreso y obligaban a formar un cordón policial; los diputados trataban de salir bien de un trance que les tocó afrontar. Fue una herencia, un balón de fuego que les dejaron sus antecesores y que debían atender sí o sí.
Ese proyecto se aprobó por mayoría calificada y mostró una coincidencia entre el oficialismo y el Partido Liberación Nacional (PLN) que no parecía clara en el comienzo del cuatrienio, después de que parte de esta agrupación apoyó al candidato Fabricio Alvarado en la segunda ronda y de que los liberacionistas rechazaran de manera oficial algún cargo en el gobierno principiante de Carlos Alvarado.
Para ese momento, en octubre, el partido de Fabricio Alvarado aún tenía unidos a los 14 diputados que logró elegir. Se opusieron a la reforma fiscal a pesar de que en campaña la agrupación abogaba por ella y aún actuaban como bloque, pero pronto se dividirían en dos. Es decir, no solo no pudieron formar una alianza fuerte opositora con el PLN, sino que acabaron separados y con numerosos reproches sobre dineros de la campaña electoral.
Y a pesar de eso, fueron responsables, según Jonathan Prendas, coordinador del grupo de ocho legisladores afines a Fabricio Alvarado que se separó de Restauración Nacional. “Nadie ha bloqueado con mociones y se ha respetado el criterio de las mayorías”, defiende Prendas, uno de los personajes que han resultado protagonista de noticias en la dinámica legislativa y que representa al movimiento evangélico que creció con las elecciones del 2018.
Prendas coincide con José María Villalta (diputado único de Frente Amplio) en criticar la falta de una agenda clara del Ejecutivo. “Es un gobierno que tiene poco clara su lista de prioridades o se adapta más a la coyuntura de las fracciones que pidan”, dijo el frenteamplista. Aunque admite que el oficialismo ha debido ser flexible para lidiar con equilibrios delicados.
Antes el presidente legislativo llegaba y decía la agenda es esta y vamos corriendo para abajo y solo en momentos puntuales se negociaba, casi como haciendo concesiones, recuerda Villalta, uno de los seis diputados que repiten en ese cargo.
Ahora la negociación es permanente, concuerdan. Ahora aumentó la incertidumbre y, aunque el Reglamento interno dice que la agenda está preestablecida y la tradición indica que solo se puede alterar con “mociones de posposición”, estas ahora son la regla. Es lo que permite la reunioncita en mitad de la tarde.
Y no es culpa de nadie en concreto. “Todas las fracciones alojan divisiones internas que se suman otros elementos como la débil cohesión ideológica o inexperiencia natural. Aunque hay liderazgos débiles, siempre hay algún diputado que toma la delantera. “Los que más bandazos han dado son los de grupo Nueva República, que no tienen alguien de experiencia”, dijo Villalta. Nueva República es el grupo que coordina Prendas.
[padding type=”medium_right”][quote_colored name=”José María Villalta, diputado de Frente Amplio.” icon_quote=”no”]
‘‘ Es un gobierno que tiene poco clara su lista de prioridades o se adapta más a la coyuntura de las fracciones que pidan”.
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CARAS DIVERSAS DE LA GENERACIÓN NUEVA
Prendas también representa a la nueva generación política, pues tiene 39 años y su experiencia política previa se resume en funciones de asesorías. Es fuerte crítico del PAC, en especial por las ideas vinculadas a la religión. “Él lidera a un bloque que agenda de retroceso en que son especialmente virulentos contra la comunidad LGBTI y derechos de las mujeres. Lo hemos placado en buena parte, pero es la agenda que les da capital electoral”, opinó el diputado oficialista Enrique Sánchez, que preside la comisión de Derechos Humanos y es defensor de la población sexualmente diversa.
Sánchez, que nunca ha ocultado su orientación homosexual, también es parte una nueva generación política y al oficialismo. Es uno de los diez diputados del PAC, un grupo pequeño y de bajo perfil que parece consciente de la necesidad de formas sutiles para lograr algunos avances. Aquí nadie tiene suficiente voz para hablar por encima del barullo y quizás por eso el oficialismo ha renunciado a vociferar.
La voz aflautada de Carolina Hidalgo y la gastada del jefe de fracción oficialista, Víctor Morales, solo se escuchan ocasionalmente. “Estilo colaborativo”, le llama ella. Formas que reduzcan la posibilidad de chocar, porque el rival de hoy martes puede ser el aliado de mañana miércoles, no importa de qué partido sea.
“Lo más importante es tener buena capacidad de reacción, afinar el sentido de los reflejos”, dice un asesor legislativo de experiencia. Explica que por eso importan las redes sociales digitales, con sus dinámicas y su impacto en los medios de comunicación, pues es una manera de palpar percepciones, o al menos parte de ellas.
Y sigue: “aquí lo importante es no dar nada por sentado, no creer que lo que diga un jefe de fracción va a ocurrir sí o sí. Es posible que sí, pero puede que no. Las bancadas son ahora más sueltas que nunca. Eso se vio en este primer año y así va a ser. Es más, quizás se acentúe por la cercanía de las elecciones municipales y la necesidad de los legisladores de conectar más con su territorio”. Este asesor, prefiere el anonimato para evitar que algún legislador se sienta aludido y le reclame, dice.
A eso se le agrega un problema, critica Prendas, que insiste en atribuirlo al Gobierno. “La dificultad es que lo que piensa la cabeza o el Presidente no necesariamente se conecta con lo que piensan o dicen los ministros”. En palabras de él, “andan desalineados y las prioridades del Ejecutivo no siempre están claras”. Se refiere a un gabinete formado con personas de distintos orígenes políticos y con el firme propósito de representar distintas visiones, ha dicho el mandatario.
Sin embargo, no todo es aprobar leyes. El control político ha sido intenso, con siete investigaciones en comisiones especiales o establecidas, como en el tema del “hueco presupuestario” que se atribuyó al gobierno de Luis Guillermo Solís o la que indaga asuntos relacionados al “cementazo”.
El oficialismo no tiene músculo para dictar una agenda en el plenario y tampoco para proteger a los suyos. Ni siquiera pudo frenar la intención de algunos opositores de llamar a cuentas al presidente del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), Luis Antonio Sobrado, por motivos supuestamente presupuestarios.
Los diputados también tienen entre sus funciones nombramientos de cargos como la cabeza de la Defensoría de los Habitantes o los magistrados del Poder Judicial. Designaron a la defensora Catalina Crespo después de un debate que incluyó parcialmente los elementos de la campaña electoral del 2018, entre conservadurismo y progresismo.
El nombramiento de los magistrados cobró especial relevancia durante este año después de conocer el caso “cementazo” y su repercusión que tuvo sobre la Corte Suprema de Justicia. Sin embargo, no han faltado cuestionamientos porque las omisiones, debilidades y exceso de discrecionalidadn sigue siendo la pauta en estos procesos, según un panel independiente del grupo Foro de Justicia.
¿Qué de todo esto puede cambiar en la nueva legislatura con un Directorio diferente, y sobre todo con un presidente legislativo cuyo QUEEEE será seguramente distinto del de Carolina Mora? Poco, respondían varios diputados en días recientes, cuando aún hacían cálculos sobre la votación interna de este 1º de mayo.
José María Villalta, que lleva quince años cerca de la Asamblea Legislativa desde distintas posiciones, ve muy probable que la incertidumbre continúe e incluso que se acentúe por la posibilidad de nuevas divisiones dentro de las bancadas, o por reacciones a otros estilos de liderazgo de conducción del Congreso.
Hidalgo ha sido de tensar poco la cuerda y explotar su condición de mujer joven, lo que le permitió empatizar con figuras semejantes por encima de banderas políticas. Los opositores no le quitan méritos, pero sobre todo resaltan como un acierto su capacidad de entender que no podía imponer nada. “Que cualquier día podemos ver cualquier cosa, o dejar de verla”.