Santiago. Amanece en Santiago. Un día triste, algo nublado. Está gris. Hace cinco días que el país está sometido al toque de queda.
¡Es un caos!
Interrumpe el hilo de la vida urbana, el tránsito de la gente, la hora de volver a casa, la de salir al trabajo, de suplir el comercio, de abastecer las industrias. Hay que reacomodar todo.
Desde hace una semana Santiago no tiene servicio de metro. Se ha podido restablecer parcialmente solo una de las líneas que sirven a la ciudad. Algo más se ha logrado con los buses, después de que también dejaron de circular, en medio de las protestas.
Con toque de queda y sin transporte adecuado, la ciudad cruje bajo la torpe camisa de fuerza que le impuso el gobierno. Venden la idea tratando de convencer a todos de que es para su protección, que es necesaria para impedir los saqueos.
Pero amanece hoy, jueves, y ya se lleva casi una semana de toque de queda. El miércoles, miles de personas se manifestaron en todo el país. De norte a sur. En Arica y Puntarenas. En Concepción. En Santiago, en las dos pistas de la alameda, el corazón de la ciudad, miles de personas celebraban su libertad, mientras el canal nacional –medio público, medio privado– abría su micrófono a la gente. Una medida atrevida. Algunos sabían decir por qué protestaban, otros no. Pero todos sabían por qué protestaban.
El alcalde de Valparaíso, Jorge Sharp, una joven figura política en Chile, lo dijo:– No por 30 pesos, por 30 años de una política torpe.
Los 30 pesos de aumento del metro, que desató la ira, como si faltara siempre una chispa que prendiera el material inflamable acumulado.
¡30 años de políticas torpes!
¡Saquen la cuenta! Ahí están todos, los pinochetistas y los que vinieron después de Pinochet. Políticos que no ven más allá de la punta de sus zapatos.
Están matando gente.
Están matando gente. Los militares no están para mantener el orden público. Están para matar. Aquí, se han dedicado a matar a su propia gente. En otros lugares también, en los países vecinos. En todos: en Argentina, en Uruguay, en Brasil, en Bolivia. No fue hace mucho tiempo. Solo 40 o 50 años.
Verlos en las cales, cuidando gasolineras, o estaciones del metro, es brutal. Por lo menos para quien los vio hace esos 40 o 50 años. Pero se equivoca el que piense que es lo mismo. Entonces se sentían dueños del mundo. Y actuaban como si lo fueran. Hoy no se atreven. Hablan distinto. Es que entonces tenían detrás a los dueños del mundo. Hoy, esos mismos ven tambalear sus derechos de propiedad.
Pero están matando gente en Chile. El ministro de Salud, Jaime Mañalich, hizo un cuidadoso recuento ayer: –en la red pública hay ingreso de 96 personas en la región metropolitana, 229 en el resto del país. 40 personas hospitalizadas en últimas 12 horas por severidad de sus lesiones.
En Chile gobiernan los pinochetistas. O, para decirlo con más claridad, los mismos para quienes gobernaba Pinochet. La ira se concentra en el ministro del Interior, Andrés Chadwick, pinochetista de primera hora, desde jovencito, primo de Piñera. Lo acosaron ayer en el Congreso. Es difícil verlo defender las reformas con las que el presidente pretende desarmar las protestas, rehacer una base política. Es difícil.
Acosado, se limitó a decir: –Yo asumo mis responsabilidades, pero no tengo ninguna responsabilidad política en esta situación. La “situación” es la de las protestas y la de los muertos. ¿Quién las tiene, entonces?
Hay cerca de tres mil detenidos. Un número no bien precisado de muertos, que se acerca a los treinta.
El oasis
Hace tan solo dos semanas, el 8 de octubre recién pasado, Piñera decía en entrevista, en el programa matinal “Mucho Gusto” de Mega: –Mire lo que pasa en América Latina, Argentina y Paraguay en recesión, México y Brasil estancados, Bolivia y Perú con una crisis política muy grande. Colombia con este resurgimiento de las FARC y de las guerrillas”.
– En medio de esta América Latina convulsionada, nuestro país es un verdadero oasis, con una democracia estable, el país está creciendo, los salarios están mejorando…
Con la mirada puesta en la punta de sus zapatos. Lo defienden los mismos que supuestamente defienden la democracia en América Latina… Delincuentes internacionales, delincuentes nacionales y algún ratero chico, a los que se han sumado los otros. ¿Se volverán a reunir? ¿Nos volverán a indicar el camino?
O los del Grupo de Lima. Todos contra Venezuela, siempre en nombre de la democracia y la libertad. Siempre bajo las iniciativas y los intereses de otros, que no los latinoamericanos. ¿Volverán a hablar? ¿Queda alguno?
Supongo que saldrán contra Evo. El domingo hay elecciones en Argentina y Uruguay. ¿Influenciará lo que ocurre a este lado de la cordillera? Ayer lo recordó Cristina Kirchner, en uno de los últimos actos de campaña en Argentina.
¡Renuncia Piñera!, exigían a gritos en Valparaíso. Difícil saber lo que pasará.
Amanece y la ciudad se mueve poco a poco. Me queda la impresión de que lo hace con cierta pereza. Más tarde hay convocada nueva protesta; y todo volverá a ganar velocidad.