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53.000 menores de edad se encuentran fuera del sistema educativo

Según el VII Informe Estado de la Educación, 8% de la población que debería asistir al tercer ciclo se encuentra fuera del sistema; a esto se suma un 23% que debería estar cursando la educación diversificada y no lo está.

La matrícula en educación secundaria creció durante el período 2011-2018; sin embargo, 53.000 niños y adolescentes, entre los 12 y 16 años, se encuentran fuera del sistema educativo. Así lo reveló el VII Informe Estado de la Educación este 21 de agosto.

De acuerdo con el informe, el 8% de la población que debería asistir al tercer ciclo se encuentra fuera del sistema; a esto se suma un 23% que debería estar cursando la educación diversificada y no está en las aulas.


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“Cuando uno analiza la distribución de la población que debería asistir al tercer ciclo, se da cuenta que un 75% lo hace en la edad que tiene que hacerlo, pero hay un porcentaje importante de 16% que está en primaria, en el segundo ciclo. Luego un 8% que está fuera del sistema, eso en el tercer ciclo”, señaló el investigador del Estado de la Educación, Dagoberto Murillo.

“Si vemos de 15 a 16 años, que es la población que debería asistir a la educación diversificada, el problema es aún más grave porque el 28% está rezagado en el tercer ciclo (sétimo, octavo y noveno) y un 23% está fuera del sistema”, agregó.

No obstante, no todo el panorama es tan desalentador, pues entre los años 2011 y 2018, la matrícula en secundaria creció en 42.386 personas, de las cuales 12.057 ingresaron al sistema formal y 30.326 al no tradicional como lo son el Centro Integrado de Educación de Adultos (Cindea), el Instituto de Educación Comunitaria (IPEC), el Colegio Nacional Marco Tulio Salazar, entre otros.

Según el estudio, la matrícula en los Cindea creció en un 90% (de 24.485 a 46.404 estudiantes), entre el 2011 y 2018. Este aumento se debe a la expansión del servicio y porque muchas personas lo consideran una opción más sencilla para terminar el bachillerato.

“El asterisco que le ponemos a esto es que son modalidades con problemas para ofrecer una educación de calidad en términos académicos, de recursos humanos, de infraestructura, que limitan las posibilidades en una población a la que más bien deberíamos prestarle mucha atención, porque es la última oportunidad que tienen de incorporarse al sistema educativo y culminar con éxito”, aseguró Murillo.

A nivel curricular, algunas de estas modalidades ofrecen a los estudiantes una menor cantidad de lecciones. Por ejemplo, un estudiante de los colegios nacionales Marco Tulio Salazar recibe alrededor de 68 horas lectivas anuales de Matemáticas; es decir, un 50% menos del tiempo que brinda un colegio nocturno académico (137 horas).

En cuanto a los programas de equidad del Ministerio de Educación Pública (MEP), un avance sobresaliente ha sido el aumento en la inversión para apoyar a la población socialmente vulnerable. Este se debe complementar con estrategias de ayuda pedagógica para aquellas personas con bajo rendimiento académico, señaló el informe.

El estudio también indicó que en la formación, el reclutamiento, selección y evaluación docente tampoco se mostraron cambios significativos.

Tráfico de drogas y exclusión

Otra de las revelaciones del informe radica en que los centros de educación secundaria que se encuentran más cercanos a los lugares donde se localizan eventos delictivos como incautaciones de drogas u homicidios, presentan mayores niveles de exclusión.

En el 2017, el Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) registró 95.654 incautaciones concentradas en 33 distritos del país, en las que se involucraron 118.981 personas, de las cuales 15% tenían 20 años o menos.

“Cuando revisamos los modelos para vincularlos al proceso de exclusión, lo que vamos a encontrar es que aquellos colegios, vinculados en distritos con un alto nivel de incautaciones, tienden a presentar tasas de exclusión mayores. Existe una asociación estadística fuerte. Y cuando lo vemos a nivel regional, sobre dónde se dan estas asociaciones estadísticas más fuertes, están en Zona Norte, Turrialba, Sarapiquí, Santa Cruz, San José Norte, Pérez Zeledón, Nicoya, Limón, Liberia, Guápiles, Cañas y Aguirre”, señaló el investigador.

Contrario es el caso de los centros educativos que reciben un mayor beneficio o inversión en becas de transporte y alimentación, que se asocian a menores tasas de exclusión.

Estructura compleja del MEP

El VII Informe Estado de la Educación señaló también que el MEP posee una estructura organizacional compleja, con una gestión vertical que limita la aplicación exitosa del plan de estudios.

El Ministerio está conformado por tres grandes niveles: central (ministro y viceministros, 15 direcciones y 67 departamentos), regional (27 Direcciones Regionales) y los centros educativos (personal docente y administrativo).

“Ahí hay flujos de información que van de arriba a abajo en gran cantidad y no tanto de manera hacia arriba. Muchos de los docentes y directores no se sienten escuchados”, destacó Murillo.

El estudio destacó también que los asesores tienen serias limitaciones para promover una aplicación efectiva de la política educativa. Entre estas prevalecen la gran cantidad de docentes a su cargo, la diversidad de ciclos y modalidades, la falta de incentivos, así como las dificultades de acceso a algunos centros y carencia de recursos para que puedan movilizarse.

Redes de estudio y rendimiento académico

Un estudio en el que participaron 826 estudiantes de décimo año de 30 colegios de la Gran Área Metropolitana (GAM) reveló que no existe relación entre las redes de estudio conformadas por estudiantes y el rendimiento académico en la asignatura de matemáticas.

De acuerdo con los resultados, un grupo considerable de jóvenes, en especial los que tienen notas muy bajas y las mejores calificaciones, socializan menos entre sí a la hora de estudiar.

“De la observación que hicimos en las aulas sobre profesores de Matemáticas, no había mucha innovación pedagógica. Sigue predominando la exposición magistral, muy alejado del trabajo nuevo que plantean los programas de un docente, promoviendo el trabajo en grupo y la resolución de problemas. Tampoco se utiliza la tecnología como apoyo didáctico y sigue imperando la pizarra”, aseguró la investigadora del Estado de la Educación, Isabel Román.

“Es preocupante que después de seis años de aplicar la reforma a Matemáticas no se empiecen a ver cambios sustantivos”, añadió.

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