Cultura

La inminente invasión de los bichitos biomecánicos

Nueva exposición que vincula esfuerzos de dos universidades explora la estética de la distopía tecnológica neoliberal.

En algún lugar de Argentina son encontrados los enigmáticos restos de una abeja robot, capaz de volar y llevar a cabo polinización de manera autónoma. Nadie conoce el origen del misterioso aparato, porque nadie se responsabiliza por su creación.

Esa es la premisa de la que parte la narrativa desarrollada por el artista Jonathan Torres en la exposición Invadir / Resistir, que estará abierta al público en el Centro Cultural Español (CCE) a partir de este 4 de octubre.

Se trata de una iniciativa que surge de un proyecto de investigación desarrollado por la investigadora del arte y compositora Susan Campos, en conjunto con la Dra. Mariela Yeregui de la Universidad 3 de Febrero (Untref), de Argentina.

Campos, curadora del proyecto, contó que “partimos de un paradigma no antropocéntrico, vinculado con el desarrollo de la inteligencia artificial o de la robótica, que parte de pensar cómo el diseño bioinspirado puede producir prototipos en los cuales se aplique la biomimética en el diseño robótico, para encontrar un equilibrio de sustentabilidad frente a la crisis del cambio climático”.

La “biomimética” según explicó consiste en cómo se pueden emular las formas de vida: “hay cierto principio cibernético sobre cómo las formas de vida se fusionan entre sí y se  mimetizan en su contexto o entorno y generan relaciones de coexistencia entre sí”. Es decir, cómo emular lo biológico desde lo cibernético.

El artista Torres manifestó que se trata de una “rama novedosa que trata de emular características de los animales para solucionar problemas humanos, es un tema con cuestionamientos éticos”.

“Suena mucho a cyber punk -reconoció la investigadora-, pero vamos a tener que empezar a aceptar la idea de que nuevas formas de vida inteligente sintética o biotecnológica van a empezar a coexistir con nosotros”. Al respecto observó que ni siquiera “hemos querido aceptar que otras vidas inteligentes orgánicas coexistan con nosotros, queremos creer que somos la única forma de vida inteligente”.

Invadir / Resistir en un primer momento incluyó el trabajo del proyecto Robótica Mestiza, del  Laboratorio de Robótica e Inteligencia Artificial de la Untref. Torres y Claudia Valente, artista e investigadora de la Untref, exhibieron la propuesta en la Bienal Internacional de Arte Contemporáneo de América del Sur (Bienalsur), organizada por esa Universidad entre junio y agosto.

Campos detalló que la investigación se basa en el principio de sustentabilidad, “el disparador ha sido la crisis que vivimos del cambio climático, pero también la crisis de recursos frente al desarrollo tecnológico provocado por una innovación neoliberal donde todo es comprar lo que se hace afuera”, sobre todo cuando se trata de desarrollo tecnológico.

“El proyecto Invadir / Resistir tiene este principio. Invadir y resistir en relación con toda esa tendencia neoliberal de la tecnología, la investigación, la innovación, el desarrollo, el progreso”, puntualizó.

Animales robóticos

El artista Jonathan Torres relató que se interesó por las formas de los insectos a partir de la misma formación anatómica que recibió en su formación. “El interés en anatomía humana devino en otras animales” y añadió que desde pequeño ha tenido mucho interés en los insectos.

Dijo que sus investigaciones relacionadas con la anatomía animal le llevaron a investigar temas como la biomimética. También informó que este proyecto planteado para la Bienalsur surge a partir de un convenio que Campos logró con un proyecto de investigación con el cual él mismo ya estaba involucrado.

Relató que el año pasado viajó a Argentina y planteó la primera exposición junto a Valente, con la idea de presentar dos proyectos que dialogarán en la sala de exhibición.

Así, decidió recurrir al formato del falso archivo, “una línea de trabajo que viene desde los 60 en el arte, ha tomado fuerza porque la Internet facilita las falsas noticias”.

En este caso, ese falso archivo tiene que ver con la sospecha ante el hecho de que la tecnociencia fabrique animales robóticos que eventualmente estén disponibles para suplantar a la naturaleza.

“Conforme estudié, me di cuenta de que hay compañías tecnológicas de alta gama fuertemente involucradas en la fabricación de animales sintéticos, uno piensa para qué, por qué tanta inversión, los recursos mejor deberían ser para los animales reales”, reflexionó.

Así, la exhibición tiene un sentido profundamente narrativo en el que un supuesto centro de investigación científico asume el hallazgo del misterioso robot abeja e investiga al respecto. Así, se genera una revista académica con artículos sobre el posible origen y los intentos por hacer una ingeniería inversa, para tratar de entender su fabricación y, de manera infructuosa, su funcionamiento.

La exhibición integra esa revista, un video de divulgación científica sobre el caso y la escultura o intento de reconstrucción del robot, de unos seis centímetros de largo.

Además, requirió de la construcción ficticia del centro de investigación y los perfiles de su personal, además de crear todo el contenido para la revista.

“En esta exposición es el falso archivo el que cuenta la historia de lo que se encuentra en el primer estadio de investigación”, afirmó.

Torres relató además que conforme generaba el aparato o escultura, tenía que hacer una investigación de cuáles elementos incluir y cómo iban a funcionar, por ejemplo, las cámaras en sus ojos, a cuál chip se unirían, o la alimentación de un sistema de posicionamiento global (GPS) para que pudiera volar. “Conforme lo construía materialmente, tenía que construirlo digitalmente en tres dimensiones para ver qué seguía en los pasos de construcción. El modelo 3D digital me sirvió para generar diagramas explicativos para la misma revista”, expresó.

Relató que “el bichito es lo que el centro de investigación logra descifrar, pero no logra que funcione, logran que aletee un poco, ciertos movimientos”.

Filosofía anarquista

Susan Campos manifestó además que “gran parte de la ironía” de la obra de Torres se centra en “cómo esa tecnología puede justificar la aniquilación de polinizadores naturales, para hacer negocio con los polinizadores robóticos, es parte de su crítica”.

Añadió que la muestra es una crítica a “la narrativa neoliberal de innovación progreso y desarrollo; es jugar con las expectativas de mercado que genera la investigación neoliberal y la ciencia”.

Además, dijo que trabaja desde una perspectiva de “filosofía de tecnología anarquista”, pues cuando se plantea la idea de una cultura tecnológica decolonial “es justamente confrontando el modelo neoliberal”.

“La decolonialidad -expresó- tiene como principio la desobediencia epistémica”; es decir, cuestionar que “nos han enseñado a pensar de una manera: tengo que ser útil y productivo, todo lo que desarrolle en mi investigación tiene que tener una patente, debe generar enriquecimiento para empresas. Ciencia en términos totalmente capitalistas”.

Ponderó que la ciencia ficción “se adelanta a la ciencia como tal” y que “en la capacidad de imaginar y de ficcionar es donde aparece la invención, no solo en la capacidad de copiar y reproducir lo que se cree real porque lo puedo comprar en empresa extranjera”. Añadió que “hago ficción en la base de mi contexto y de ahí genero posibilidades, vamos a ver qué se puede construir”.

 

 

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